Un ángel para Violet

Capítulo 6: Abriendo los ojos.

Lexi despertó con un fuerte dolor en sus sienes, pero nada comparable al dolor en su corazón. Sylvie suspiró de alivio al ver que su amiga abría los ojos, estaba realmente asustada.

—Gracias a Dios, Lex, me tenías preocupada.

La ayudó a sentarse en la cama, mientras Lexie intentaba orientarse y poner sus ideas en orden. Las últimas horas de su vida le parecían una horrible pesadilla y deseó que así fuera pero la herida en su pecho y aquello que crecía en su vientre le decían lo contrario.

—Tiene que haber un error, Syl —murmuro tratando de contener las lágrimas—, esto no puede ser cierto, Nathan no puede haberme hecho esto.

—Lo siento, amiga, pero no creo que haya ningún error. Es él en esa foto con esa chica.

—Sí, pero esas revistas suelen ser amarillistas, quizás es una foto antigua, alguna exnovia o simplemente una amiga —explicó esperanzada.

Se negaba a creer que un hombre tan atento y amoroso como Nathan pudiera hacerle algo tan bajo.

—Sé que esto debe ser muy difícil para ti amiga; pero, sinceramente, yo no creo que haya ningún error.

—Él me dijo que me amaba, Sylvie —sollozó desconsolada—, me dijo que me amaba mientras me hacía el amor, ¿cómo alguien puede ser así de cruel?

Sylvie no tenía una respuesta para eso, sabía que nada de lo que dijera podía consolar el alma herida de su amiga, lo único que podía hacer en aquel momento era abrazarla y recordarle que ella siempre estaría allí.

—Necesito verlo —dijo Lexie apartándose del abrazo—, necesito hablar con él, necesito que me diga en mi cara que todo fue una farsa.

—Eso te va a lastimar más, amiga. No necesitas humillarte frente a él.

—No voy a humillarme, Syl, solo necesito verlo, comprobar que nada de lo que vivimos fue cierto, que todo fue parte de un juego sucio y vil.

—No estoy de acuerdo Lex, creo que lo mejor es irnos de una vez. No necesitas pasar por eso.

—¡Estoy embarazada de él, Sylvie! —estalló con todas las emociones haciendo estragos en su interior—. Voy a darle un hijo —agregó en un hilo de voz—, necesito estar segura de que esto es cierto.

Sylvie soltó un largo suspiro, intentando ponerse en el lugar de su amiga, pero por mucho que se esforzara jamás entendería del todo el dolor, la rabia y la impotencia que estaba sintiendo en ese momento.

—De acuerdo, Lex, iremos allí. Ese hijo de pu… —Sylvie contuvo el insulto—. Tendrá que darnos la cara.

Ambas se pusieron de pie y rápidamente se alistaron para salir. Un taxi que Sylvie había pedido por una aplicación ya las esperaba afuera del edificio y abordaron rumbo al hotel en donde se llevaría a cabo la recepción.

Durante todo el trayecto Lexie no dejó de llorar y preguntarse: «¿por qué?»

Por qué Nathan le había hecho algo tan bajo si ella no había hecho otra cosa más que amarlo.

La imponente entrada del hotel las recibió y Sylvie tuvo que ayudar a Lexie a salir del auto porque a esta las piernas le fallaron de repente. Se enderezó en medio de la calle y se armó del poco valor que le quedaba para comenzar a andar, pero apenas entraron en el lugar se toparon con la primera traba, el salón en el cual se llevaba a cabo la fiesta estaba custodiado.

—¿Ahora qué hacemos? —preguntó Lexie a su amiga, ya que ella no podía pensar.

Sylvie miró a todas partes maquinando algún plan. Veía a los invitados elegantemente vestidos pasar, la chica en la puerta parecía tener una lista de invitados y los dos gorilas que la acompañaban eran una muralla difícil de burlar.

—Ven —dijo mientras tomaba la mano de Lexie—, debe haber alguna entrada de servicio.

Lexie se detuvo ante el avance de Sylvie porque la indignación se sobrepuso a cualquier otro sentimiento. Ella no iba a colarse en esa fiesta como si fuera una ladrona, como si fuera ella la que hubiera hecho algo malo.

No, definitivamente no haría aquello, no se humillaría de ese modo y así se lo hizo saber a su amiga.

—No, Sylvie, no pienso entrar allí a hurtadillas, como si tuviera algo de lo cual avergonzarme. No, yo no he hecho nada mal, aquí el único que actuó mal fue él, es él quien debería sentir vergüenza.

A Sylvie se le infló el pecho de orgullo por ese acto de dignidad que estaba demostrando su amiga; ella tenía razón, Nathan debía dar la cara y Lexie no tenía por qué esconderse.

—Vamos —dijo y ambas caminaron hacia la puerta principal.

La encargada del evento se percató inmediatamente del par de chicas que caminaban en su dirección. Detalló su aspecto desarreglado y se cuadró de hombros preparada para detener su avance.

—Disculpen, ¿a dónde se dirigen? —preguntó a las chicas.

—Necesito hablar con Nathan Harper —respondió Lexie con el mentón en alto, intentando ocultar su dolor.

La mujer la miró de arriba a abajo como si estuviera frente a un saco de estiércol, Lexie no pudo evitar sentirse poca cosa ante esa mirada. Su apariencia no era la mejor en ese momento, ella lo sabía, a duras penas había alcanzado a colocarse un jean desgastado, una camiseta y unos tenis, su cabello estaba recogido en una coleta mal hecha y su rostro, sin una gota de maquillaje, debía estar rojo e inflamado por todo el llanto.




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