Nunca sabes lo que te espera en el futuro. Qué problemas o alegrías ha preparado el destino. Ni siquiera sabes a quién conocerás o a quién perderás.
Hoy cabalgas alto con un montón de dinero, y mañana puedes endeudarte y perderlo todo. No vale la pena perseguir las riquezas. La felicidad no se compra con dinero.
No sabemos quién en los cielos decide quién será millonario y quién un indigente. Y a menudo pensamos: ¿es este nuestro destino o está todo en nuestras manos?
Pero sea como fuere, siempre debemos seguir siendo humanos... O al menos, intentar serlo.
Editado: 06.07.2025