Kurgan.
Los hombres deben ser libres, porque nacen libres.
No deben tener ataduras.
Mis ojos se cristalizaron al ver a mi amada abuela en aquel ataúd.
Antonia Azair, la joya más bella de la corona. Hoy descansa en un ataúd, esperando ser enterrada al lado de su esposo.
—Kurgan.
La dulce voz de mi hermana me hizo girar mi cabeza.
—Eliza. -inquirí y las lágrimas empezaron a salir de mis ojos sin control. —La perdimos.
Mi hermana se lanzó a mis brazos y juntos nos fundimos en un caluroso abrazo.
Duele, pero es mejor que duela a seguir viéndola sufrir conta el cáncer.
—Nada será la mismo sin ella, Kurgan.
—Te prometo que seré tu compañía, hermana.
Mi joven hermana empezó llorar sin control, y yo me encargué de consolarla.
—Todo será un infierno sin ella Kurgan.
—No.
Eliza se abrazó más hacia mi cuerpo.
—Muy bien, hijos. Están dando un verdadero espectáculo.
Tanto ella como yo nos tensamos al escuchar la voz de nuestro padre, Carlos V de Asturias. El rey y soberano.
—Padre, respeta nuestro dolor.
—Después que dejen a la anciana en el panteón, vengan a verme.
Ya decía yo, que él había durado mucho en mostrar un lado que ni a años luz él es realmente.
—Debería respetar nuestro dolor.
—Y tu deberías respetar a tu rey.
Eliza deshizo el abrazo que mantenía en mi cuerpo, para colocarse al frente de nuestro padre.
—Usted no es mi rey, nunca en su vida lo será.
—Puede ser que no sea tu rey, pero soy quién reina en este lugar y tú ni nadie está por encima de mí, niña insolente.
—No hay nadie por encima de usted, porque cada vez que alguien desea revelarse. Usted lo manda a decapitar.
Los ojos del rey echaron chispas y sin poder contener su enojo alzó su mano contra Eliza, pero antes de que el golpe legará lo detuve.
—Padre, si quiere que siga a su lado más le vale que no le ponga una mano encima a mi hermana.
—Si no pongo a está desgraciada en su lugar, la maldita pasará por encima de mí.
—Si hace algo contra ella, olvídese de que tiene un heredero.
—No puedes amenazarme, Kurgan.
—Lo estoy haciendo, padre.
El brazo del rey decayó y yo aparté mis manos de él.
Antes de que él pudiera decir algo el cortejó hizo resonar las trompetas indicando que iba a dar inicio el acto en memoria de la abuela.
Tomé una de las manos de Eliza y juntos caminamos hacia nuestros respectivos asientos.
—No sé qué haría sin ti.
—Mientras yo esté a tu lado él no podrá dañarte.
—Gracias, mi rey.
Sonreí ante esas palabras.
—Todavía falta mucho para que sea un rey.
—Para mí ya lo eres, hermano.
Eliza recargó su cabeza en mi hombro mientras lloraba.
A lo lejos observé a mi madre brindarle una mirada fulminante a mi Rubí.
—Cuando tomé posesión de la corona haré un decreto para que seas intocable, Eliza. Nadie ni nada podrá colocarte las manos encima.
—Ella me quiere muerta. -susurró sin ningún reparo. —Y no descansará hasta mátame. Pero, que culpa tengo yo de que él se involucra con una gitana y que esa mujer me trajera al mundo. No tengo la culpa de que ese deplorable rey hiciera a la reina fingir un embarazo, solo para que no fuera un escándalo real.
—Te protegeré incluso de mi madre.
—Te amo, Kurgan.
—Te amo, Eliza.
Ella es la persona por la que sigo embarcado en este mundo, porque ganas no me faltan de dejar todo y largarme a donde nadie me conozca.
El acto en conmemoración de la abuela se llevó a cabo sin ningún contratiempo, al igual que su santa sepultura.
—Kurgan.
—¿Sí?
—La abuela me dijo que cuando llegará este momento, te entregará esto. -Eliza saco de su vestido un diminuto cofre de color azul rey, y me lo extendió.
Abrí el cofre y me sorprendí al ver el contenido del cofre.
Un anillo con forma de sol y en el centro la joya más preciada de la abuela.
—Yo tengo la otra mitad. -inquirió ella orgullosa mientras me mostraba un collar con forma de luna.
—Para ella ese diamante era lo más valioso, porque el rey se lo había regalado justo después de tomar posesión del país.
—No fue por eso, que ese anillo se volvió tan preciado para la abuela… fue porque el abuelo la elijo a ella entre, una simple plebeya entre el resto de las mujeres. No le importó perder el trono con tal defender su amor. Y con un anillo de diamante rosa. Delicado como ella le pido que fuera su mujer.
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Editado: 14.06.2025