Kurgan.
Un año después.
Después de esa noche observando las estrellas, la señorita Mal, como la llamo no volvió aparecer por el convento, pero mantuvo su palabra de reformar el lugar.
Gracias a ella, Sor Caridad y Selena estaban que destinaban miel sobre hojuelas.
Malena Salvatierra, no solo ayudó con la reconstrucción del convento, sino que también ayudó en el orfanato.
—Kurgan…
Sali abruptamente de mis pensamientos cuando Sor Caridad se presentó al frente de mí.
—¿Qué sucede madre?
—Deseo que acudas en mi nombre al orfanato.
—¿Qué pasa?
—Alguien hará una cuantiosa donación, y la hermana Clara me pidió estar presente.
Asentí, y empecé a guardar los utensilios que utilicé para realizar la misa.
—Imagina quien puede ser esa persona.
—Según la hermana Clara, es un hombre de sociedad, amigo de la señorita Salvatierra.
Oh.
—Está bien.
—Te noto triste Kurgan, ¿Qué te sucede?
Aparte mis ojos de los de ella.
—Un día como hoy murió mi abuela.
—Oh, hijo.
—Se que es el designio de Dios y debo respetarlo, pero es inevitable que no me duela, madre.
—Te acompañó en tu dolor, Kurgan.
Sor Caridad se acercó a mí y me envolvió en un abrazo.
—Gracias, madre.
Después de compartir ese momento con Sor Caridad, me dirigí hacia el orfanato de la hermana Clara.
Cuando estaba en el portón del orfanato mis ojos se colocaron en la señorita Mal, la cual se encontraba del brazo de un hombre.
Estaba risueña, radiante.
—Feliz, es como debe de estar.
Solté un pequeño suspiro y empecé a caminar hacia ellos.
—Buenas tardes. -inquirí cuando estaba próximo a ellos.
La pareja giro sobre sus pies y coloco sus ojos en mí.
—Kurgan. -susurró la señorita Mal.
Hice un asentimiento de cabeza. —Señorita Salvatierra.
El hombre que acompañaba a Mal extendió su mano hacia mí.
Tomé la mano del hombre y la estreché.
—Muchas gracias por hacer esta cuantiosa donación.
—El placer es mío, padre. Kirk Salvatierra.
Con que un Salvatierra…
—Kurgan Azair.
El hombre asintió.
Desvíe mis ojos hacia Malena, y me fue imposible no regalarle una sonrisa.
—¡Kirk, Malena…! -los tres colocamos en la persona que llamaba, y mi sorpresa fue gran al ver a la famosa artista Itzel Kemers.
—Amor.
—No vuelvas a dejarme presa, si no quieres que…
Antes de que ella terminara de amenazarlo, Kirk se acercó a ella y la envolvió entre sus brazos.
—Perdóname.
—Lo hare solo porque haremos una buena causa.
Aparte mis ojos de ellos cuando Kirk buscó los labios de ella.
—Kirk, Itzel.
Ante el llamado de Malena, ambos colocaron sus ojos en ella.
—¡¿Qué?!
—Dejen sus demostraciones de afecto para otro día.
—Envidiosa. -inquirió Itzel, con una gran sonrisa en sus labios.
Cuando los ojos de Itzel se colocaron en mí, estos cambiaron de color y los alterno entre Malena y yo.
—Oh.
—¿Qué sucede?
—No, nada.
Itzel entrecerró sus ojos sobre mí, y posteriormente soltó un pequeño suspiro.
—Vamos… -espetó Itzel y poco después empezó a caminar.
Kirk e Itzel iban delante de nosotros, mientras que Malena y yo caminábamos casi a la par.
—Te vez bien.
—Usted también, señorita Salvatierra.
—Lo cumplí. Cumplí con lo que me pediste.
—Lo sé.
Después de esas palabras ninguno de los dos dijo nada más.
Malena rosó su mano con la mía y yo me apresure en apartarla.
—Malena…
—Lo sé.
Tras esas palabras Malena se apresuró en caminar.
Sacudí mi cabeza cuando empecé a experimentar una secuencia de pensamientos.
Señor obra en mí, aparta los pensamientos que surgen en mi mente y hazme nuevamente un hombre nuevo.
Cuando los Salvatierra dieron su aporte, Kirk y Malena se apresuraron al auto, mientras que Itzel se quedó detrás.
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Editado: 05.05.2025