Kurgan.
Después de que el padre de a Aurora desistiera de persiguiera a la feliz pareja, Aurora y Mail volvieron a la fiesta como si nada hubiese pasado.
Y ahora se encontraban bailando en el centro de la pista muy acaramelados.
Por primera vez mi vida pensé en lo que hubiese pasado si no hubiera seguido el camino del sacerdocio.
Una vida llena de tristeza, con una mujer elegida por otro y con la carga de sustituir a Carlos V De e Asturias.
Descarté la idea y sacudí mi cabeza tratando de alejar ese tipo de pensamientos de mi cabeza.
En un intento por dejar de pensar en cómo sería mi vida si me hubiese quedado, me coloque sobre mis pies y me dirigió a la mesa de dulces de la fiesta.
Todo se encontraba totalmente delicioso. Observé los deliciosos postres con determinación, pero solo me bastó con que mis ojos divisaran dos pedazos de brownie para que mi boca se hizo agua, ante ese manjar de chocolate. Tomé un pequeño plato y tomé una de las porciones del brownie.
Me declaro fan del chocolate.
Se veía apetecible y lleno de chocolate.
Sin dudar me llevé un pedazo a la boca y lo saboreé con mucho gusto.
Cerré mis ojos mientras masticaba y el placer por el chocolate logró que olvidará por un minuto mis hábitos. —Joder que delicia.
Me llevé otra porción del brownie a la boca y en esta ocasión mastiqué con más gusto que en la primera porción.
En cuanto termine el postre gire sobre mis pies para buscar otro pedazo, pero al colocar mis ojos en el lugar donde estaba la última porción de brownie no la encontré.
Hice una mueca y dejé el plato a un costado de la mesa, gire sobre mis pies para marcharme, pero la voz de un hombre me llamo la atención.
—¿Dónde están los brownies? -pregunto el hombre bastante ofuscado.
—Yo tomé uno, y pues el otro desapareció como por arte de magia.
El hombre abrió sus ojos como platos y se llevó una de sus manos a la cabeza.
—¿Sucede algo?
—Padre, tiene que marcharse antes de que...
Antes de que él terminara de hablar sentí una especie de éxtasis recorrer mi cuerpo.
La música entró por mis oídos y me le fue casi imposible no moverse al ritmo de la música.
—¿Qué rayos está pasando conmigo? -me pregunté.
Por qué de un momento a otro me siento pleno. Como si algo estuviera potenciando sentirme de esa forma.
—Tiene que marcharse padre. ¡Márchese...!
Hice caso omiso a las palabras del hombre porque las luces parpadeantes de la pista de baile llamaron por completo mi atención.
Luego de sentir una descarga de energía me atreví a acercarse a la pista de baile.
Me sentía al tope. Era como si me hubiera comido algo para que potencializará toda la energía que me faltaba.
En cuanto estuve en el centro de la pista empecé a mover mi cuerpo al ritmo de la música.
No podía dejar de bailar.
Muchos de los presentes me estaban observando con los ojos muy abiertos. Pero pasé de ellos y seguí bailando.
Desabroché mi camisa negra y en el momento clímax de la canción la lancé contra el suelo, dejando parte de mi cuerpo visible para todas las personas de la fiesta.
Todos los presentes se preguntaban que rayos le sucedía al cura, pero solo uno de ellos tenía la respuesta.
Kurgan Salvatierra se había drogado con el brownie.
Quien es el responsable de que el cura esté en esa condición maldijo al ver a Malena Salvatierra montar otro espectáculo.
—Ahora sí que él me va a matar.
El hombre como gran cobarde que es decidió huir antes de enfrentar la furia de su mejor amigo por colocarle droga a los brownies.
Sin yo imaginarme esa noche Malena Salvatierra y yo fuimos el alma de la fiesta. Esa noche el destino se encargó de hacer lo suyo uniendo el camino de nosotros dos. Para siempre.
(***)
Cuando fue el momento de despertar abrí los ojos y poco a poco me fue acostumbrado a la luz, solté un leve suspiro luego de sentir todo el cuerpo molestarme.
Parece como si me hubiesen golpeado hasta más no poder con un garrote.
Fruncí mi entrecejo cuando distinguí una sábana de color rojo en mi cintura.
Aparte mis ojos y lo que vi logró escandalizarme.
Me encontraba al lado de la señorita Mal y he de decir que ella se encontraba desnuda.
—¡¿Qué hice...?!
—¡Déjame dormir...! -Malena inquirió estás palabras.
—¿Qué paso?
Mal abrió los ojos de mala gana, y cuando me observo se escandalizó.
—Maldición, ¡¿Qué hice?!
—¡No maldigas...! -la reprendí y ella rodó los ojos.
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Editado: 05.05.2025