Kurgan.
Mi coronación no fue nada fue de lo normal. Todo transcurrió como Elizabeth planeaba, perfecto, pulcros y todo destilaba opulencia.
Cuando fue el momento de la celebración, todo fue un verdadero caos porque todos querían saber si tenía a alguna lady en mente para ser mi reina.
Me moría por presumir a Malena, pero todavía no es momento para traerla. Primero tengo que preparar el terreno, porque estoy seguro de que Elizabeth De Asturias querrá sacarla del palacio a como dé lugar.
—Rey Kurgan. -fruncí mi entrecejo al reconocer la voz de la persona que me había llamado.
—Román.
—El mismo que tu hermana viste y desviste.
—¡Román…! -escuche una riña por parte de la reina Jazmín Reith Da Sousa.
—Madre, debo decir la verdad.
El ángel de la muerte se ganó una mirada fulminante de aparte de su madre.
Me acerqué hasta dónde ellos se encontraban.
—Me imagino que la Elizabeth De Asturias, los invitó a la coronación.
—Sí, y he de mencionar que tu madre tiene un has bajo la manga porque pidió que mi hermana asistiera.
—Aurora, ¿Está aquí?
—Sí, pero no te emociones tanto porque trajo a su guardia personal.
Mail Salvatierra.
Oh, Dios mío.
—¿Cómo está mi hermana?
Román hizo una mueca.
—Pensaba dejarla en la comodidad del castillo, cuidada por todos y entre los algodones más suaves que hay en el reino, pero… -el ángel de la muerte hizo una mueca. —Me amenazó con cortarme en pedazos si no la traía.
—Eliza es de armas tomar.
—Te equivocas porque ella siempre tiene las armas en las manos.
Román se llevó la copa de champán a los labios y se tomó de un solo tragó el contenido.
—Ah, casi se me olvida que papá no pudo venir porque está tratando un asunto de alto nivel, especialmente en el cuarto de juegos de mis hijas. -la reina abrió los ojos como platos y codeo a su hijo. —Es la verdad mamá.
—Esa verdad te puede salir muy cara, Román.
—Príncipe Román por favor, madre.
La Jazmín cerró sus ojos.
—Tú y yo hablaremos muy seriamente, príncipe Román.
—No sirvo para hablar seriamente madre.
—No te preocupes, porque yo te enseñaré, hijo querido.
El ángel de la muerte hizo una mueca de desagrado.
Pero antes de que pudiera decir algo, Karter se colocó a par de mí.
—Hijo.
Román abrió sus ojos como platos.
—Karter, le presento a Jazmín Reith Da Sousa y su hijo, Román Reith Da Sousa.
Karter extendió su mano hacia la reina, y cuando está acepto la mano de Karter, el capo di tutti capi dejo un beso en el dorso de su mano.
—Es un placer conocerla, Jazmín Reith.
—Igualmente señor Karter.
Karter le brindó una sonrisa.
—Román Reith, es un placer conocerlo.
—El placer es mío señor.
El ángel de la muerte entrecerró sus ojos mientras miraba fijamente a Karter.
—Kurgan. Necesito hablar contigo.
—Sí claro, Karter. Se quedan en su casa distinguidos señores Reith.
Ante esas palabras Román y la reina Jazmín asintieron.
—Valla tranquilo majestad, que nosotros nos quedaremos aquí disfrutando de la rica champaña.
La reina golpeó a su hijo, sin disimular.
—Madre, no me maltrates.
—Cállate, Román.
Sonreí para después empezar a caminar a la par de Karter.
—¿Cuál es el lazo que te unen con los Reith?
—¿Para qué necesita saber eso?
—Kurgan…
—Los Reith son parte de mi familia, Karter. Y siempre que pueda abogare por protegerlos con mi vida.
Ante esas palabras Karter se mantuvo en silencio, procesando la información que le acabo de decir.
Cuando nos encontramos apartados de todos, Karter tomó asiento al frente de mí.
—¿Qué desea hablar conmigo, Karter?
—Toma asiento por favor. -hice lo que él me pidió y una vez al frente de él. —Se que te has preguntado el porque te pedí que me llames papá, cuando tu padre Carlos V De Asturias, está muerto.
—¿Qué sucede Karter?
—No quiero justificar lo que hice con tu madre años atrás, porque ahora entiendo que nunca debí colocar mis ojos en ella.
—¿Qué quiere decir Karter?
—No soy de dar rodeos, Kurgan. Así que te voy a confesar la verdad… hace años atrás tu madre viajó a Italia, especialmente a mi territorio la Costa nostra, allí nos encontramos y para vergüenza de ambos cometimos adulterio. De eso tu madre te concibió, Kurgan.
—Eso quiere decir que usted es mi padre.
—Sí, Kurgan. Eres mi hijo.
—¿Qué más tengo que saber?
—Tienes un hermano, Kurgan. Él actualmente es el líder de mi organización.
—¿Qué organización?
Karter apartó sus ojos de los míos.
—Soy un mafioso, especialmente el capo di tutti capi, el jefe de todos los jefes para ser sincero.
—¿Debería tenerle miedo?
Karter negó.
—No debes tenerme, hijo. Porque yo nunca haría nada para dañarte.
—Entonces necesito que me ayude a proteger a alguien que quiero con todo mi corazón.
—¿Es la mujer a la que convertirás en tu reina? -negué. —¿Quién es la persona que debo de cuidar?
—La verdadera heredera del trono De Asturias, Eliza Reith, anteriormente Eliza De Asturias.
Los ojos de Karter se abrieron como platos.
—Ella…
—Si quiere que lo deje acercarse a mí, necesito que cuide de ella.
—Lo haré, hijo.
—Entonces de por hecho que lo dejaré estar cerca de mi… en cuanto a mi hermano, deseo conocerlo.
—Así será, Kurgan.
Asentí.
—Karter, necesito pedirte algo más.
—¿De qué se trata?
—Necesito que investigues la muerte de Carlos V De Asturias, porque algo me dice que la reina tiene algo que ver en todo eso. Te lo pido porque no puedo investigarlo por mí mismo, porque levantaría sospechas entre Elizabeth.
—Cuenta conmigo, Kurgan.
Después de todo, tener al capo di tutti capi, de mi lado no es tan malo como parece.
(***)
Después de hablar con Karter, volví a la fiesta y en cuanto coloqué mis pies en el salón, Elizabeth se acercó bastante sonriente.
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Editado: 05.05.2025