Un bebé para el Rey [#7 de la Saga Heredero]

Capítulo 14: No lo destroces.

Kurgan.

Estaba trabajado en mi despacho, bueno mejor dicho estaba intentando trabajar, porque Malena se encontraba parloteando a mi alrededor, sobre las diferentes formas de arrancarme cortarme las manos.

—Malena, no necesito tus amenazas. Así que por favor tomo asiento, y déjame trabajar en paz.

Mi futura reina enarco una de sus cejas, para después llevarse una de sus manos al pecho.

—¿Me estás diciendo que hacer?

Oh, Dios. ¿Qué haré con ella?

—No cariño, has lo que desees. Paséate por la estancia, distráeme y obnubílame con tu belleza.

—¿Estás prendado por mi belleza?

Abrí mi boca para contestar, pero antes de que pudiese emitir alguna palabra escuché varios golpes en la puerta.

—Pase. -ordene con seguridad. Y al poco tiempo la puerta se abrió y Karter ingresó a la oficina. —Karter.

—Me enteré de que escondes algo, bueno más bien a alguien.

—¿Cómo ingresaste? Porque si recuerdo le prohibí casi a todos subir a este piso.

—El diablo sabe por viejo, Kurgan.

—El diablo no sabe nada, solo es un ente malévolo que se cree poderoso, pero no lo es.

—Sí, sí. Lo que quieras. Ahora dime dónde está.

Malena se acercó a la mesa, y como la descarada que es, tomó asiento en mis piernas.

—Hola, señor.

Karter ladeo su cabeza, mientras sonreía.

—Kurgan.

—Karter, ye presento a Malena Salvatierra, la madre de mi hijo y mi futura reina.

—¿Está embarazada? -pregunto entre balbuceó.

—Sí, Karter.

Malena me obligó a rodearla con mi brazo y cuando mis manos tocaron su vientre la sentí estremece.

—Ella es la plebeya de la que te enamoraste.

—Corrección señor, no soy una plebeya, o es que no le suena el apellido Salvatierra.

—¿Salvatierra? No, belleza, no me suena.

Malena se llevó una de sus manos al pecho, para parecer indignada.

—Saque sus armas, que yo sacaré al mía. ¿¡Cómo se le ocurre decir que no ha escuchado mencionar el apellido Salvatierra…!?

Karter soltó una gran carcajada.

—Me agrada tu futura esposa, Kurgan.

—Usted a mí no, señor no conozco el apellido Salvatierra. Ya le dije busque sus armas que yo buscaré las mías y un par de refuerzos.

—Malena. -dije como advertencia. —No tantees el terreno porque te puede salir una cobra venenosa de diez metros.

—¿Dudas de mis habilidades, Kurgan?

—No, pero se porque te lo digo.

—Haber belleza. ¿Cuáles son los refuerzos que traerás a la contienda?

Malena sonrió.

—David Rissi y el ángel de la muerte.

Karter se carcajeó con gusto. Y ante eso Malena entrecerró sus iris.

—¿Qué que le causa tanta gracia?

—Ellos son nada comparado conmigo, belleza
Así que te recomiendo que te retires del campo de batalla con la frente en alto, antes de que te ponga a pasar vergüenza.

—No me haga reír, señor.

—A qué no te atreves a preguntar, por mis refuerzos.

Malena se removió entre mis piernas.

—Estate tranquila, Malena.

—Si te pones duro es tu problema, Kurgan. No el mío.

Si claro, no es su problema, pero ella es quién está causando el problema.

—Definitivamente ella es la mujer perfecta para reinar a tu lado Kurgan.

—Sí. Lo sé.

—¿Cuáles serían sus refuerzos, señor no conozco el apellido Salvatierra?

—No necesito refuerzo, bella. Porque soy más que suficiente para enfrentar a mis adversarios.

—No me diga… -dijo Malena en tono burlón.

—Sí, porque el gran Capo di tutti capi, no necesita refuerzos. Porque es más que suficiente.

Malena giro su cabeza hacia mí, y pude observar cómo tenía los ojos abiertos como platos.

—¿Impresionada?

—¿El capo di tutti capi? Ahora sé porque no conoce el apellido Salvatierra, señor.

—¿No qué soy, el señor que no conoce el apellido Salvatierra?

—Eso era antes. Ahora para mi es el don.

Karter volvió a carcajearse.

—Sin duda alguna ella es una mujer inteligente, una pieza principal para tu reinado, Kurgan.

—Veo que le tiene estima, don. ¿Se puede saber el por qué?

Karter coloco sus iris en los míos.

—Soy su padre.

Esa confesión logró que Malena frunciera su entrecejo.

—Eso quiere decir que Elizabeth…

—Si, Malena. Lastimosamente ella y yo cometimos adulterio.

—Oh…

—Eso pone a tu bebé, como mi nieto.

Malena coloco su mano encima de la mía.

—Prométame que cuidará a mi hijo. Así como Kurgan y yo lo haremos. Use todo su poder para velar por el bienestar de mi hijo, Karter.

—Protegeré a mi nieto, Malena. Te lo prometo.

—Como estamos en un momento serio, le quiero pedir de favor que me traiga una docena de fresas y un tarro de Nutella, porque Kurgan no quiere complacerme.

—Karter no caiga en su gancho, porque Malena es una embaucadora.

—Cuando nos casemos te daré tu merecido castigo, Kurgan.

—Si piensas privarme de hacer el amor, puedes hacerlo. Porque no vivo por eso, Malena.

—No vivías, querrás decir porque me encargaré de volverte loco. Y cuando estés obnubilado por mi belleza, te daré el gran golpe final.

—Kurgan, es mejor no molestar a las avispas.

—Esa avispa no me da miedo.

Malena intento colocarse sobre sus pies, pero yo la detuve.

—Déjame ir al baño por lo menos, señor no le temo a las avispas.

La solté y ella se apresuró a caminar hacia el baño.

—Kurgan…

—Ella es la indicada, Karter. No solo porque llevé a mi hijo en su vientre.

—Malena Salvatierra, es la digna señora que necesitas, Kurgan.

—Lo sé, Karter. Por eso necesito que convenzas a Kurt de ayudarme.

—¿Qué harás?

—Me casaré con ella, en la boda que Elizabeth y Leonor, están preparando.

—¿Cómo es eso?

—Quiero que Kurt, sirva de distracción para Leonor. Y que usted me ayude a encerrarla hasta que todo haya pasado.

—Sabes jugar perfectamente tus cartas. ¿Pero qué harás con la familia de la princesa Cavalli?




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