Un bebé para el Rey [#7 de la Saga Heredero]

Capítulo 21: Kimberley.

Malena.

—¡Bam...!

Entrecerré mis ojos al ver que el rey guardaba su arna en la pretina de sus pantalones.

—Debiste haberte visto la cara...

—Amor... ¿Qué son esos juegos?

—¿A qué no fue divertido ver a la plebe colocarse más blanca que la leche?

—Fue divertido, pero no vuelvas a atentar contra la vida de la pequeña.

El rey enarcó una de sus cejas.

—¿Cuáles son tus planes para con ella?

Leonor apartó sus ojos de los de él. Para después girar sobre sus pies.

—Ve a descansar. -me ordeno.

Y yo sin rechistar empecé a caminar, pero antes de estar lo suficientemente lejos de ellos, el rey y Leonor empezaron a hablar.

—Con ella puedes hacer lo que te dé la gana, pero a la pequeña no la tocas... ¿Qué tal di él regresa? No, su furia será menos si no tocamos a la niña de sud ojos.

—Mi padre no regresará, Leonor.

—¿Cómo lo sabes?

—Porqué está encerrado en una habitación de hospital cadi muerto. ¿Por qué crees que asumí el mando en su lugar? Karter tiene los días contados.

¡Oh, Dios mío...! Quién es este hombre y que hizo con el Kurgan que conocí.

—¿Qué le hiciste? -pregunto Leonor aterrada.

—Yo nada, fueron sus enemigos.

El rey se acercó hacia Leonor y envolvió su cintura entre sus brazos.

—Vamos al lecho, querida.

Ante ese ofrecimiento Leonor sonrió.

—Vamos a ir, pero quiero que me prometes que no tocaras a la pequeña. Porque se lo debemos a los dos.

Antes de escuchar esas palabras, decidí tomar camino y alejarme de ellos.

¿Por qué ella dice que se lo debe a los dos?

¿Quién es verdaderamente Kurgan?

Tomé pasillo en mano y no me detuve hasta llegar a mi habitación.

Una vez recluida en la habitación, tomé asiento en la cama y empecé a acariciar mi vientre.

—Kimberley, tenemos que salir de aquí lo antes posible. -como respuesta de Kimberley, recibí una patada de su parte. —Debemos buscar la forma de llamar a tío Mail. Tenemos que hacerlo si queremos sobrevivir.

(***)

A unos cuantos kilómetros, a las afueras de Italia.

Karter.

Deposité toda mi confianza en quién no debía hacerlo y perdí no solo el control de toda Italia, sino que también me tienen recluido como un perro en un maldito hospital de máxima seguridad, pagado no sé por quién.

Estoy planeado un plan para escapar de aquí, solo me falta que mis heridas sanen para poder dar el gran asalto final.

Me encontré raro que el nuevo capo di tutti capi, me haya dejado con vida. Pero por lo menos me dejo viví para arrancarle el corazón con mis propias manos.

Lo único que espero es que Kurt este bien.

Forme mis manos puños para disipar la rabia que sentía en este momento.

La puerta de la habitación se abrió, y visualice a la enfermera que se encarga de atenderme.

—Buenos días, señor Karter.

A decir verdad, ella es uno de los motivos por el cual insisto en sanar mis heridas para salir de este lugar.

—Solo Karter, Alison.

Ante esas palabras ella sonrió mostrando sus dientes.

—¿Te puedo preguntar algo?

—Sí, lo que quieras.

—¿Por qué estás aquí...? Digo, bueno... es que un hombre tan importante como tú, no pude estar aquí sin la protección debida. Temo que en cualquier momento ingresar a esta habitación y no volver a verte jamás.

Esas palabras tocaron mi corazón y otras partes, para que mentir.

—Alison... no sigas porque las consecuencias no creo que vallan a gustarte.

—Karter... perdón por atreverme a decirte esas palabras, pero es que...

Antes de que ella pudiera terminar, la puerta de la habitación se abrió dejándonos visualizar un grupo de hombres fuertemente armados.

Entre ellos reconocí al líder de ellos.

—¿Qué haces aquí?

—Vine por usted, señor. El nuevo capo de tutti capi, ordeno su traslado a otro lugar.

—No me moveré de aquí, hasta que ese desgraciado de la cara.

—Karter, no estás en condiciones de exigir nada.

—¡Me importa un maldito comino no estar en condiciones para exigir nada...! Si gustan pueden matarme, pero de este lugar no me marcho.

—Karter. -escuche la voz temerosa de Alison y eso fue suficientemente para que perdiera el control.

—Si no quieren que los mate a todos, retírense de la habitación y déjenme en paz.




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