Kurgan.
Deje un beso en el hombro de Malena y la traje hacia mi cuerpo.
Tenerla entre mis brazos es un sueño hecho realidad para mí.
—Te amo. -susurré en su oído.
Y para mi sorpresa obtuve una respuesta de parte de Malena.
—Te amo. -inquirió para después acurrucarse contra mi pecho.
Mi corazón empezó a latir desenfrenadamente y por un minuto pensé en un futuro juntos, criando a nuestros hijos, gobernado en armonía y trayendo prosperidad al reino.
Cerré mis ojos y la vaga esperanza de despertar con ella entre mis brazos todos los días fue en aumento.
Pero para mí mala suerte la alegría me duro poco porque Malena se apartó de mi como si quemará.
—¡No…!
Abrí mis ojos e inmediatamente los coloqué en Malena.
—Malena.
—Estoy en mis días fértiles, Kurgan.
—Si concibes un bebé será de gran bendición Malena.
—Que este embarazada de ti, no te asegura que volveré al palacio.
—Malena, te amo. Lo hago con todas mis fuerzas.
La reina apartó sus ojos de los míos.
—No volveré a sufrir, no quiero que vuelvan a recluirme en el pozo en que me echaron hace tres años.
—Te prometo que no pasará.
Ella negó.
—No. -tras de decir esa palabra Malena se levantó de la cama. —No pondré en tela de juicio mi felicidad, Kurgan.
Malena empezó a caminar hacia el baño y se encerró en él.
Me llevé ambas manos la cabeza y sentí el pasado golpearme con los dolorosos recuerdos.
Malena no volverá. Estoy destinado a gobernar sin reina.
A los pocos minutos después Malena volvió a la habitación vestida.
—Llama al idiota e invéntale lo primero que se te ocurra.
—Malena, tu decisión es definitiva?
Los ojos de ella se encontraron con los míos.
—Nunca había hablado tan enserio como lo estoy haciendo en este momento, Kurgan.
—Entonces ya no hay nada que hacer.
—No…
Tras esas palabras tomé mi teléfono, busque el número telefónico de Román e inicie la llamada.
Desde el principio pude haber llamado a alguien para que acudiera a socorrernos, pero descarte la idea tan pronto como llego, porque pensaba que Malena regresaría conmigo.
Román tomó el teléfono al segundo tono.
—Kurgan…
—Esta me la pagas, Román Reith Da Sousa.
—En la guerrera y el amor todo se vale.
—Vale… Román abre la muerta.
Después de verbalizar esas palabras escuché una carcajada.
—La puerta nunca estuvo cerrada del todo, hicimos el simulacro de haberla cerrado, pero en realidad estaba abierta. Pero ustedes por lo que veo aprovecharon el dizque encierro para jugar a la mamá y el papá.
¡Esto tiene que ser una broma…!
—Román Reith Da Sousa, te voy a romper todos los huesos. -agrego Malena.
—Y yo te voy a consentir, princesa mía.
Malena rodo sus ojos, para después colocarse sobre sus pies.
Colgué la llamada con Román.
—Malena.
—No me voy a quedar aquí, Kurgan.
—Me marcho mañana.
Malena detuvo su andar.
—Me voy y no sé cuándo pueda volver nuevamente, porque como gobernante de un país tengo muchas cosas por nacer, Malena.
Por un momento pensé en causar algo en Malena con esa confesión, pero para mí mala suerte no logré nada.
Malena seguía fiel a su pensar.
—Que te valla bien. Que te valla bonito.
—Pensé que Kimberley podría venir conmigo.
—Me gustaría que Kimberley se quedase conmigo unos días, después puedes enviar por ella para que pueda estar contigo unos días. Así ella estará con los dos.
—Está bien, haremos lo que tu digas.
Malena asintió.
—Ah… Kurgan. Me gustaría que cuando vuelvas al reino busques a Mera y Andrei, una pareja de gitanos. Ellos me prestaron mano amiga cuándo todo paso, Mera me ayudó con el sangrado y su esposo gasto lo poco que tenían para salvarme. Se quedaron sin nada para darme todo a mí. Recompensarlo Kurgan, porque gracias a ellos hoy estoy aquí.
—Tu beneplácito será dado Malena.
—Dile que, aunque nunca vuelva a vuelva a verlos están en mi corazón. Ellos son parte de mi familia.
—Siempre que puedas puedes volver, Malena.
—Quizás después di lo haga, pero en este momento quiero disfrutar de Kimberley y terminar la universidad.
#585 en Novela romántica
#188 en Novela contemporánea
romance pasion humor, sacerdote amor celos dolor, lujuria infierno pecados dolor amor
Editado: 14.06.2025