Malena.
Oficialmente estoy comprometida para casarme...
Oh, sí.
Ujum.
Oh, yeah.
Oh, yeah.
—¿Por qué la sonrisa? -gire mi cabeza hacia Mera y fue imposible contener la efusividad. Me lancé a sus brazos y la rodeé. —¡Me voy a casar...!
Mera sonrió mientras asentía.
—Malena, todo el palacio sabe que te vas a casar con Kurgan.
—Oh. ¿Cómo se esparció la noticia?
—Tú hermano y demás secuaces se encargaron de gritarlo a los cuatro vientos.
Mail Salvatierra está más que loco.
—Todos están locos. -ante esas palabras Mera sonrió. —No te rías porque es la verdad.
—Que me haya reído no significa vaya en contra de lo que piensas.
—Nunca se sabe.
—Malena, has de saber que Kurt estaba recluido aquí, ¿Verdad? -asentí. —Él antes de marcharse me entregó una misiva para ti. Sé que Kurt te causo mucho dolor, pero ahora él será quien sufra.
Mera me extendió la carta y yo por curiosidad la tomé entre mis manos.
—¿De cuándo a dónde los malvados parecen, Mera?
—Es cierto que los malvados tienen su tiempo para reinar, pero cuándo les llega la hora de pagar lo hacen de la peor forma que pudiera existir.
—¿Por qué tanta compasión con él, Mera?
—Kurt pagará todo el mal que hizo de la peor forma.
—Ni que fuese a perder lo único que le queda. -dije con sarcasmo.
Ante esas palabras Mera negó.
—Corrección, Malena. Kurt ya perdió lo único que le queda.
—¿Qué paso?
—Renuncio a Leonor y a sus hijos.
—Oh... -verbalicé sin poder creerlo.
—Trata de perdonarlo, Malena. Porque él, al igual que tú, sufrirá el estar separado de ellos.
Mera hizo una mueca y poco después se retiró dejándome a solas.
Coloque mis ojos en la misiva y fue inevitable no soltar un suspiro.
—Puede ser que yo haya sufrido hace tres años atrás, pero ahora te toca a ti, Kurt. Sufrirás igual o peor de lo que yo sufrí.
—Hija. -alce mi cabeza y mis ojos se encontraron con los de Karter.
—Karter...
El hombre sin previo aviso se lanzó a mis brazos.
—Necesito hablar con alguien.
—Habla conmigo.
El capo di tutti capi se apartó de mí.
—Vamos al jardín. -pidió.
Karter empezó a caminar y yo empecé a seguirlo.
—Según lo que escuché de tu hermano, Kurgan te propuso matrimonio.
—Fue difícil hacer que aceptará, pero al final de cuentas lo logró.
—Eres tremenda, Malena.
—Eso me dicen todos.
Karter negó.
Cuando estábamos próximos a la puerta, Kimberley nos abordó.
—Mamá, abuelo. Me voy a casar con Jared, están invitados a la boda.
Oh, bueno. ¿Qué puedo decir?
Muchos pensaran que Kimberley es idéntica a mí. Pero en mi defensa, yo a esa edad no andaba pensando en casarme. A esa edad yo jugaba con muñecas, las decapitaba y culpaba a Mail de hacerlo, también le colocaba cucarachas a Mail en la habitación, para escucharlo gritar como nena asustada. Así que todo el que piense que tengo la culpa que busque sus guantes de boxeo, porque yo no me iré sin dar batalla.
—¿Qué dejo Kurgan?
—Papá dijo que lo pensaría.
—Entonces no abra boda hasta que tu padre se decida.
—¡Pero mamá...!
—Mamá, nada jovencita. Ahora valla a por su merienda.
Kimberley negó, pero no puso inquisición a mi mandato.
—Está bien, mamá.
La pequeña tras decir esas palabras giró sobre sus pies y empezó a andar con prisa.
—Cuando esa niña crezca será pura dinamita.
—Eso sí que es verdad. ¿A quién abra salido?
—Es mejor no contestarte esa respuesta, Malena.
—Mas le vale que no lo haga porque sin querer queriendo me puedo convertir en el capo di tutti capi.
—No lo dudo. -abordo con una media sonrisa en su rostro.
Karter y yo seguimos caminando, hasta que por fin llegamos al jardín. Tomamos asiento en las bancas y poco después Karter soltó un suspiro sonoro.
—¿Qué sucede?
—Kurt...
—Me enteré de que se marchó.
—No desea que lo busquen Malena. ¿Sabes lo que eso significa?
—Lo entiendo, Karter. -él negó. —Se que le duele haberlo expulsado, pero usted no tiene la culpa de lo que paso, el único culpable de todo es Kurt, porque su egoísmo y ambición lo llevaron al punto donde ahora se encuentra.
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Editado: 14.06.2025