¡un bombón para Navidad!

EPÍLOGO

¿No os ha pasado que algunas veces en la vida os quedáis parados sin saber qué decir o cómo reaccionar? Pues eso mismo me está pasando justo ahora cuando Sergio ha pronunciados esas cinco palabras "Quiero que te quedes conmigo".
No estoy segura de entender muy bien su significado, aunque parezca muy obvio.

—Sí, quiero que te quedes conmigo.—al ver mi expresión estupefacta se apresura a continuar.—No pienses que te estoy pidiendo matrimonio ni algo por el estilo.—aclara de inmediato y yo sonrío un poco más aliviada. La verdad es que ahora mismo no me apetece ser la esposa de nadie.—Lo que quiero decir es que quiero intentar tener una relación contigo. Una que vaya más allá de la amistad.—la última frase la dice despacio e inseguro, mirándome como con temor a mi reacción.

—Yo...no sé que decir.—reconozco riendo nerviosamente. 

—Solo di que sí.—el brillo en sus ojos es abrumador y me dan ganas de saltarle encima y gritarle al mundo que acepto, pero hay algo que me frena.

—No sé...hay mucho que pensar...—empiezo retorciéndome las manos.

—No hay nada que pensar.—interrumpe seguro.—Después de la muerte de Ana, jamás he dejado a nadie entrar en esta casa, solo a Charlotte. Y no siempre.—explica sin despegar su mirada de la mía. Siento que me mareo.—Este era mi escape, mi lugar de paz y tranquilidad donde podía esconderme del mundo real y fingir que nada de eso había ocurrido.—su mirada se encuentra fijada en un punto de la pared detrás de mí, pero a miles de quilómetros de distancia.

—¿Era?—pregunto en un leve susurro.

—Sí.—su mirada vuelve a mí con mucha más determinación que antes.—Desde que me abriste los ojos y me obligaste a enfrentarme a mi pasado, este lugar dejó de suponer un obstáculo para mi evolución. Ahora solo es eso, un sitio en el que construí grandes recuerdos y que hay que dejar que vuelen.

—Yo...me siento más que orgullosa de ti por haber tenido la voluntad de hacer este cambio, pero no estoy segura de que empezar una relación sea lo mejor en estos momentos.—confieso mirándolo tímidamente.

Nos quedamos en silencio por lo que parecen horas, pero realmente son solo meros segundos. Yo voy enfocando mis manos, ya retorcidas a más no poder y su rostro perplejo y decepcionado. 

Su ceño se encuentra ligeramente fruncido y con los labios apretados en una fina línea. Sus ojos, que normalmente están bien abiertos y vivaces, decaídos como las cejas. Al igual que sus hombros decaídos. No parece el mismo de hace apenas unos minutos, el Sergio que tengo delante se encuentra abatido.

—¿Ya no me quieres?—logro percibir el balbuceo de su temblorosa voz y levanto la cabeza al instante para quedármelo mirando con los ojos abiertos.—¿De verdad ya no quieres estar conmigo?—ante tales preguntas me quedo muda.—Una palabra tuya y me silenciará para siempre.

Nuestros rostros se encuentran a una distancia prudente, pero la intensidad que mana de ambos es casi sofocante. Ninguno de los dos se atreve a hacer movimiento alguno.

Mi mente va a mil por hora. ¿Debería decirle que no? ¿O debería aceptar su propuesta? ¿Realmente está dispuesto a dejar el pasado atrás y rehacer su vida sin remordimientos? 

Y lo más importante. ¿Qué siento yo? No soy capaz de mentirle en la cara.

—Claro que si...—termino confesando en un murmuro bajo, pero lo suficientemente alto como para que se me escuche.—Te he querido desde el momento que entraste por la puerta para pedirme salir contigo al parque.—no puedo negarlo más. Lo dejo todo ir y me derrumbo en el sillón.

—Entonces quédate.—ve la oportunidad y se apresura a tomarla. Esta vez sin intención de dejarla escapar.—He tenido mucho tiempo para pensar y no quiero quedarme en el pasado, viviendo una vida que ya pasó y perdiéndome las oportunidades que el futuro puede brindarme. Siento que la vida me ha dado otra oportunidad de reconstruir mi vida a tu lado y no quiero desaprovecharla, no quiero mirar atrás y arrepentirme de no haberme subido a este tren a tiempo.

Su discurso es mi detonante y, sin poder evitarlo ni querer contenerme más, me lanzo a sus brazos y echo a llorar de felicidad.

—Dime que estamos haciendo lo correcto y que todo va a estar bien.—sollozo en su hombro.

—Vamos a estar bien.—susurra en mi oído.—Es la segunda mejor decisión que he tomado en mi vida.—me va acariciando el pelo lentamente y yo me aparto un poco de él para observarlo con los ojos entrecerrados.

—¿Y cuál fue la primera?—pregunto un tanto desconfiada, temiendo por la respuesta.

—Entrar en la carrera de medicina.—bromea con una enorme sonrisa plantada en sus labios. Una que no he visto muy a menudo y en unos labios que tengo ganas de besar.

—¿Lo prometes? Que vamos a ser felices.—murmuro sin poder dejar el tema en paz hasta que él lo diga con palabras.

—Lo prometo.—y ofreciéndome una de las más tiernas y dulces sonrisas, me acaricia la mejilla, colocando un mechón de pelo detrás las orejas y me besa lenta y apasionadamente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.