Un Caso Perdido

OCHO

 

Le termino de contar todo a Charlie en la azotea mientras degustamos un emparedado de pechuga de pavo con tomate, lechuga y mayonesa. Charlie reacciona a mi historia como si estuviera viendo una película de acción, cuando le digo que encontré a Matt inconsciente se lleva una mano a su boca semi-abierta.

— ¿Cómo está el chico ahora? —Pregunta dándole un sorbo a su Coca Cola.

—Le pregunté a Mirna —mordida a mi emparedado—. Pero me dijo que ya está estable... creo que tenía una infección o algo así.

Charlie niega. —Pobre muchacho, pudo ser peor sino estuvieras ahí ese día.

—Nunca había visto a alguien inconsciente. —Confieso.

Charlie traga antes de comentar: —Reaccionaste a tiempo, es lo importante.

No sé si "reaccionar a tiempo" sea salir corriendo a la oficina del director para llamar a Mirna, hacer un montón de preguntas mientras el director llama a una ambulancia y sentir que el corazón se me salía del pecho.

Por suerte para Matt, la mayoría de los alumnos estaban en clase así que casi nadie notó la ambulancia. Algunos si lo comentaban pero otros decían que fue porque alguien se cayó de las escaleras. Casi nadie sabe lo que le pasó al perfecto Matt.

Cuando termina la hora de almuerzo, me despido de Charlie quien me pide que la próxima vez le traiga una Coca Cola de dieta, pues quiere disminuir las calorías.

Mientras camino hacia el salón de clases, para mi mala suerte, me topo con Conrad quien estaba bebiendo agua de un bebedero. Decido solo pasar sin verlo, evitando cualquier tipo de interacción con él pero mi plan fracasa inmediatamente.

—Amalia Gray. —Conrad se limpia la boca mojada con la manga de su chaqueta.

Suspiro y me detengo. —Conrad. —Es lo único que le digo.

Él camina hacia mí, sonriendo. —Es agradable verte por aquí.

Ruedo los ojos. —No digo lo mismo.

Niega y saca de su bolsillo derecho un empaque pequeño, lo destapa y mete una goma de mascar en su boca. Me ofrece una pero niego con la cabeza y retomo mi marcha hacia la clase de literatura.

Conrad, sin embargo, camina a mi lado sin invitación. —Entonces, ¿Aceptas salir con Greg? No se calla la boca hablando de ti, no sé qué te mira honestamente.

Apresuro un poco el paso. —No.

Él es más alto que yo así que con poco esfuerzo camina a mi ritmo gracias a sus piernas más largas. —Eres un poco creída, ¿No?

—Aja. —Respondo solo para que se calle.

Él no lo hace. —Mira, hay una fiesta el próximo viernes, Greg no tiene el valor para invitarte y apostamos a que aceptarías mi invitación. Son 50 billetes, te doy la mitad y vas conmigo por veinte minutos luego puedes regresar a tu perfecta vida lejos de los plebeyos.

Me detengo de golpe.

A ver, ¿Perfecta vida? Si tan solo supiera como es mi vida en realidad.

Aprieto mi puño con fuerza. —Conrad Hall —tomo aire antes de escupir mis palabras—. Necesito que por un día en tu vida, dejes de ser un completo tarado y me dejes en paz. —Me muevo para quedar frente a él—. No saldré ni loca con tu amigo y pasar 20 minutos a tu lado sería una completa tortura, preferiría nadar con tiburones antes que estar contigo fuera de la escuela —me pongo de puntillas solo para verlo a los ojos un poco más de cerca—. No es que no quiero estar con los "plebeyos" es que no quiero estar con los idiotas.

Me doy la vuelta y ahora sí, corro hasta el salón en parte porque ya es tarde y en parte porque estar cerca de Conrad me sofoca.

Bajo hasta el salón de literatura y finalmente llego justo a tiempo.

La verdad, no esperaba ver a Matt sentado ahí, como si nada hubiera sucedido. Como si no hubiera caído inconsciente después de vomitar en la enfermería. Faltó unos días pero de pronto, apareció el perfecto Matthew Brown de nuevo.

No sé porque pero pensé que algo había cambiado entre nosotros, sin embargo cuando me acerco, ni se preocupa por mí en lo más mínimo. Durante la clase hacia sus anotaciones usuales, resaltando con marcador las palabras más importantes y asegurándose que todos los signos ortográficos estuvieran correctamente colocados.

A mitad de la clase, tenemos una prueba corta. Son solo un par de preguntas y yo, las contesto sin mayor problema. Al ponerme de pie para entregarla, Matt se apresura para ser el primero en dejarla sobre el escritorio.

Esto es algo que hacemos siempre que hay una evaluación. Competimos no solo para tener los mejores puntajes sino también para entregarlas lo más rápido posible. Nunca acordamos competir pero simplemente lo hacemos.

Hoy no me importa mucho que me haya rebasado para ponerla antes que yo. Regreso a mi asiento y él toma un poco de agua de su botella plástica.

No puedo evitar observarlo con mayor detenimiento. Lleva la cara fresca, como siempre. Sus ojos no están rojos, la espalda recta y el cabello perfectamente peinado.

No sé porque si quiera me preocupe, es claro que ese día solo estaba con la guardia baja por su mal estado de salud pero ahora que está normal, no le intereso en absoluto. Y no me importa, él tampoco me interesa.

Luego que todos terminaran unos cinco minutos después de nosotros, el profesor nos dice que nos dará el resto de la clase para descansar solo nos pide que estemos mayormente callados, sin hacer mucho escándalo.

Tomo mi teléfono y empiezo a revisar las páginas de inicio de todas las redes sociales.

Kelly Robinson se acerca a Matt y casi se le cuelga del cuello. —Estaba tan preocupada por ti.

Kelly es una porrista y una de las muchas fanáticas de Matt. Matt tiene muchas chicas detrás de él pero según yo, no tiene novia. Realmente no podría asegurar eso, quizás sí está saliendo con alguien pero por lo menos no se le ve tomándole la mano a nadie en los pasillos como la mayoría de las parejas.

Matt trata de zafarse y yo miro toda la escena por el rabillo del ojo. —Gracias... Kelly.

Ella lo suelta pero se inclina hacia él. — ¿Qué te pasó? Faltaste varios días pensé que te había pasado algo malo.




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