Un Caso Perdido

DIECISÉIS

Después del momento incomodo en el restaurante en donde Conrad aparentemente trabajaba, no he podido dejar de pensar en su rostro. He visto la cara de Conrad muchas veces. Burlándose, riéndose, con una sonrisa egocéntrica y pretenciosa pero jamás así. Con miedo. Triste. Humillado. Todas esas emociones juntas.

Sigo odiándome cada vez que pienso en él pues no debería importarme en lo más mínimo. Básicamente es una persona mala, llena de complejos que utiliza para dañar a otros. Bueno, eso creía antes pero, cada vez que trato de forzarme a creer que es malo, recuerdo el día en el gimnasio donde no dejábamos de reír. Recuerdo la vez que Steven me retó y durante toda la partida, nunca lo vi burlarse de mí. Cuando me ayudó después de caer en las escaleras. Así también recuerdo cuando salió de la oficina del director, con el rostro de cachorro regañado.

Tal vez no es tan malo como parece o quiere parecer.

Pero igualmente, ¿Qué puedo hacer? No pienso que quiera hablar de sus problemas personales con alguien como yo, alguien que ha sido su compañera de detención y alguien que constantemente pelea con él.

Se me encoje el corazón y no puedo evitar considerar llamarlo por teléfono o localizarlo de alguna forma pero, no tengo su número y no creo que quiera hablar conmigo.

Bueno, tal vez me estoy preocupando de más. Genuinamente no sé qué tal se comporta con su padre, quizás Conrad es una pesadilla en casa y su padre solo está harto de él… aunque eso no me lo llego a creer realmente. Ese hombre da miedo, pareciera que está a punto de lanzarte algo en la cabeza solo porque cometiste un mínimo error.

Mis pensamientos me distrajeron de mi lista de compras. Ayer olvidé algunas cosas por comprar así que tuve que venir a la tienda de conveniencia a unas cuadras de mi casa. Veo el papel arrugado una vez más solo para confirmar si me han pedido leche descremada o deslactosada.

“deslactosada”

Tomo el litro y me muevo a la parte de los bocadillos. Mientras caminaba por los cortos pasillos de esta tienda de conveniencia, alguien entra. Sigo con mis asuntos hasta que al cruzar al último pasillo donde están las bebidas frías, casi me topo con alguien.

Conrad.

Tiene una pequeña cortada en el pómulo, se ve como si la sangre se le hubiera secado. Con esa chaqueta negra y los pantalones oscuros, le sentaría bien esa marca sino fuera real. Pero como seguramente se ha peleado con alguien, retiro la idea de que encaja con su look de chico malo. Él me mira asustado y yo me quedo parada sin saber qué hacer. Esto es incómodo e inesperado. ¿Qué se supone que haga?

Es la primera vez que me fijo en un detalle como esto pero, Conrad tiene un lunar pequeño cerca de la oreja. No sé porque me fijo en eso pero supongo que es mejor que verlo a los ojos.

—Oye —habla primero pero no dice nada más.

Veo detrás de su hombro. —Tengo que irme —Necesito alejarme.

No quiero involucrarme en su vida personal, claramente no me compete y no puedo ayudarlo. Además, a veces me incomoda estar en situaciones donde no sé qué hacer o decir. No lo conozco lo suficiente como para preguntarle nada, así que huir es mi mejor opción.

Trato de pasar a su lado pero me detiene. —Espera —voltea a su alrededor cerciorándose que no haya nadie más que nosotros—, mira, lo de ayer… —pero no termina la frase, él mismo se frena y deja que la última palabra flote en el aire.

De nuevo, lo veo actuar diferente por primera vez. Se ve temeroso, inseguro y demasiado incomodo, como si estuviera listo para salir corriendo. No sé porque pero preferiría que soltara uno de sus comentarios sarcásticos a que actúe de esta forma.

—No digas nada… por favor —me pide.

Es la primera vez –creo- que le escucho decir “por favor”.

—No… yo no, no le diré a nadie —igual no tengo a quien contarle.

¿Amigos? Básicamente no tengo, ¿Familia? Dudo que me pongan atención para escucharme hablar sobre un compañero de la escuela. Además, si tuviera a alguien, no me interesaría contarles algo así.

Conrad asiente. Sin decir nada más, se da la vuelta y camina hacia la caja registradora. Seguro decir eso para él fue difícil, basado en su personalidad que ha dejado mostrar en la escuela.

Regreso a mis asuntos y decido por llevar una soda para más tarde. Mientras yo pienso si llevar Sprite o Coca Cola escucho como la señora en la caja registradora le explica a Conrad que no le alcanza para llevar ambas cosas.

—Dejaré esto —responde. Pocos segundos después se abre la puerta y él sale.

Yo termino mis compras y me dirijo a pagar. Mientras empaca mis compras veo lo que Conrad tuvo que dejar. “pomada cicatrizante” la curiosidad me gana y la tomo. Seguro era para esa cortada.

La vuelvo a dejar en el mostrador y la empleada me pregunta: — ¿Eso es todo?

Vuelvo a ver la pomada.

Termino de pagar todo de prisa, salgo del lugar y lo alcanzo, no había caminado muy lejos. Conrad camina sin prisa, lento y con la mirada hacia abajo.

Alcanzo su hombro y tiro suavemente de él para que voltee a verme. —Ten —le extiendo la pomada pero él no la toma.

Se sorprende de verme de nuevo, seguro estaba deseando no volver a verme después de lo que pasó en el restaurante pero mueve su mirada hacia mi mano que sostiene la pomada que dejó en la caja y enarca las cejas.

El viento sacude su cabello al igual que el mío. Ambos tenemos que quitarnos los mechones de la frente. Otro pensamiento raro se me viene a la mente: “Es una pena que le hayan dado en el rostro” vaya, no sé porque estoy pensando en eso.

Me observa y suelta un poco molesto: —No necesito tú lástima.

Vaya, hasta cuando no está en su mejor momento se comporta así.

De las pocas veces que he hecho algo bueno por él o siquiera, amable, siempre me acusa de tenerle lástima. ¿Acaso no puede simplemente agradecer? Parece que siempre está a la defensiva.




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