El resto de nuestro verano fue así.
Nosotros trabajando durante el día, Conrad yendo al gimnasio en las tardes y yo forzosamente acompañándolo mientras que termina, luego nos íbamos al parque por un helado o a mi casa para ver una película de las “25 películas que tenemos que ver durante el verano” esa lista que hicimos una tarde luego que él me confesó nunca haber visto “Greese” y yo le dije que no había visto Star Wars.
Los fines de semana igualmente nos veíamos, los sábados íbamos al centro comercial normalmente por la tarde ya que yo limpiaba la casa en la mañana y creo que él tiene cosas que hacer. Luego los domingos, vamos a la iglesia. Curiosamente él ha sido el que sugiere ir últimamente, creo que le está gustando.
Hoy es viernes por la tarde y vamos a ver la última película de la lista. “Parasito” esta la agregué yo, me gusta mucho. Es una película coreana bastante popular sobre una familia pobre y una rica. La familia pobre hace todo tipo de cosas para lograr trabajar con la familia rica y eventualmente suceden una serie de acontecimientos inesperados. Una gran película. No podía creer que Conrad no la haya visto antes.
—Oye… ¿Te acuerdas de Justin? —Me pregunta mientras destapa las latas de Coca Cola.
Llevo el tazón con las palomitas de maíz. — ¿Justin?
Asiente. —El hombre que nos habló una vez fuera de la iglesia.
Tomo una palomita y me la llevo hasta la boca. —Ah, sí. ¿Qué pasa?
Él enciende la televisión y se deja caer en el sofá. —Bueno, es que, me puse a leer el panfleto que nos dio y es como una mini biografía de él. Cuenta que sufrió abuso físico en su infancia por sus padres y que padeció de cáncer… yo, me pareció interesante y fui un día con él.
Conrad toma su bebida y desvía la mirada hacia la pantalla, la cual sigue en el menú de inicio.
—Él… fue realmente amable.
Honestamente, me alegra que Conrad haya ido solo a ese lugar. Me alegra que pueda conectar con alguien más y que encuentre algo para que pueda comenzar a sanar. — ¿Cómo es eso? ¿De qué hablan?
—Ah. —Aclara su garganta—. Bueno, él contó su historia… su papá solía golpearlo con una vara de metal y su mamá lo encerraba en el baño el día entero cuando él hacía algo “malo” —suspira—. Él tenía solo seis años.
Mi corazón se rompe. Odio que maltraten a los niños, no lo merecen en absoluto. —Eso es horrible.
—Lo es. —Conrad niega—. Y luego tuvo cáncer… pero ahora él es genuinamente feliz y lucha contra el maltrato infantil y tiene una organización para eso, ¿Sabes? Es genial, el hecho que pudo salir de todo eso. Es genial.
Sonrío levemente. —Sí, es asombroso.
Conrad sonríe para sí mismo. —Creo que, de alguna forma… me dio esperanza.
No dijo nada más sobre el tema pero su sonrisa no desapareció. Ahora que podríamos decir que él y yo tenemos algún tipo de amistad, me hace feliz que haya encontrado a una persona con la cual se pueda identificar y que le brinde esperanza. No merece seguir sufriendo.
Esa tarde vimos la película y a Conrad le gustó mucho. Hablamos de los detalles y Conrad me dijo que está interesándose por el cine coreano.
La pasamos bien, luego de la película salimos y dimos unas vueltas mientras hablábamos de todo. Conrad tenía su mano muy cerca de la mía cuando caminábamos y una pequeña parte de mi quería que nos tomáramos de las manos pero eso no pasó.
Después de caminar por unos veinte minutos, él me dice que regresará a su casa. Me despido de él sacudiendo la mano y él hace lo mismo.
Unos quince minutos después, recibo un mensaje de él.
“Entonces… ¿Cuándo veremos el exorcista?”
Ruedo los ojos y lo llamo.
Y hablamos por una hora entera.
Así fue ese verano, él y yo no podíamos dejar de hablar. Siempre discutiendo sobre qué Efecto Mandela era real y cual no, sobre las mejores películas de los últimos años, los mejores restaurantes del lugar y de cualquier cosa que se nos ocurriera en el momento.
No quería que el verano terminara porque algo en mi me hacía pensar que él dejaría de actuar así. Una vez que regresáramos a la escuela, él volvería a ser el deportista creído que solo busca atención y yo sería la estudiante reservada y alejada de todos.
No sé si estaba lista para eso.
Aunque hoy, todo se sentía como una de esas películas clichés y básicas donde los protagonistas no dejaban de sonreírse bajo la luz de la luna con una canción ochentera de fondo.
Pero como todo en la vida, esa sensación no era más que un contraste de lo que iba a suceder el domingo.