Un Caso Perdido

CUARENTA

Estaba frente a la puerta.

Matt se ha mudado un par de veces, cada vez que la cuenta bancaria del señor Brown aumentaba, ellos buscaban una casa más grande. Fue hasta después de la muerte de la madre de Matt, que su padre finalmente dejó el barrio que no llenaba sus expectativas ni su nueva clase social y compró esta casa. Es grande, se ve espaciosa y muy lujosa, bueno, eso me imagino.

No he estado aquí antes.

Dudaba si llamar a la puerta o esperar que Matt bajara, quizás podría llamarlo al teléfono. La verdad, no sé si solo debería irme.

Mi teléfono comienza a sonar y contesto. — ¿Amalia? —Pregunta Matt—. Los de la entrada avisaron que tenemos visita, ¿Ya estás aquí?

—Sí… —Respondo insegura de lo que estoy haciendo.

Él me avisa que bajará y en unos instantes abre la puerta. Ya no está vestido con la ropa que llevaba, tiene unos pantalones a cuadros sueltos y una camisa grande negra con una impresión de Michael Jordan.

—Ah… ¿Está todo bien? —Matt pregunta incómodo. Seguro se pregunta qué rayos hago en frente de su casa a esta hora—. ¿Es por Conrad? Ah, su padre ya está en casa con él, seguro tienen mucho de qué hablar.

Estaba segura que el padre de Conrad saldría pero no estoy aquí por eso.

Es difícil para mí abrir mi corazón con Matt, es realmente difícil, sin embargo, tomo valor porque tengo que hacer esto ahora o nunca más lo haré. —Tengo que hablar contigo —pido viéndolo a los ojos.

Las palabras del padre de Matt regresan a mí. Sé que es momento de hacer las cosas bien. Sé que tengo que hacer esto.

Asiente. —Bien, ¿Quieres pasar? —pregunta moviendo sus ojos lejos de mí.

Le digo que sí y él sugieren que hablemos en la sala de estar pero le explico que me gustaría un lugar donde no pudiera escucharnos alguien más, en este caso, su padre.

Justo como lo imaginé, su casa es de techos altos, muebles finos y cuadros con pinturas extrañas. Nada comparada a su antigua casa donde todo se sentía más familiar y hogareño.

Matt me guía por las escaleras y entramos a su habitación. Es amplia y está pintada de verde menta, el color favorito de Matt. Su escritorio está perfectamente ordenado y nada en toda la habitación parece fuera de su lugar, todo limpio y reluciente.

—Puedes sentarte en el escritorio… o… en la cama. —No me mira a los ojos cuando dice lo último.

Hace años él y yo jugábamos sobre su cama o sobre la mía, pero bueno, eso fue hace mucho tiempo atrás y ahora ya no somos unos niños. No solo eso, ahora ya no somos amigos.

Camino hasta la silla del escritorio pero no me siento. Me doy la vuelta para verlo y le confieso: —Vine porque necesito decirte algo. —Lamo mis labios pues los siento bastante deshidratados—. Necesito que sepas que, conociendo a mi mamá ella nunca te pidió perdón. Así que yo lo hago.

— ¿Perdón? —Pregunta juntando sus cejas.

—Perdón por haber cumplido todos los caprichos de tu mamá. —Aclaro mi garganta—. Matt, yo… lamento haberme alejado completamente de ti. No puedo mentir y decir que eso que pasó en el campamento no me dolió, lo hizo. Eras mi mejor amigo y lo menos que esperaba de ti era que hicieras algo… aunque ahora sé que hiciste algo.

Así es.

Matt no me dijo toda la verdad.

 

~  ❋✿✿❋ ~

 

Lo hizo su mamá.

Hace años, luego de lo del campamento me la topé fuera de mi casa, creo que ella estaba buscando a mi madre pero ella estaba ocupada en el trabajo y yo estaba sentada en el pórtico.

Se veía demacrada, los ojos cansados y demasiado delgada. No pensé que una mujer tan hermosa como ella pudiera parecer una zombi pero supongo que en ese momento, ella estaba pasando por lo más fuerte de su depresión.

Se me revuelve el estómago recordar que esa fue la última vez que la vi con vida.

Ella me saludó y se acercó a mí con una sonrisa, acarició mi cabello y a pesar de querer alejarme de ella, no lo hice. Estaba profundamente herida por lo que había hecho su hijo y no quería tener ningún tipo de contacto con su familia.

— ¿Puedo sentarme contigo? —Preguntó con una sonrisa débil.

No. Quería que se fuera pero realmente ella no tenía la culpa de nada.  —Sí. —Respondí sin ganas.

Ella no dice nada por varios segundos mientras coloca su delgado cuerpo a mi lado, hasta que finalmente cuenta: —Matty me dijo algo… ¿Pelearon?

Más que eso. —No —respondí con un tono serio.

Ella coloca su mano sobre la mía. —Amalia, Matt te quiere mucho.

No es cierto. Alguien que te quiere no te hace algo así.  —Él… —No lo podía decir. No podía, era su hijo y seguramente no me iba a creer.

Ella suspira. —Escucha, él estuvo llorando cuando regresaron del campamento. — ¿Qué? —. Me dijo algo, no entendí mucho pero me dijo que falló en protegerte y lo único que hizo fue avisarle a un guardia pero… ¿Qué pasó? Es solo que, no comprendí mucho y él no quiso tocar el tema.

Me quedé callada porque no sabía si creerle o si solo estaba tratando de limpiar la imagen de su hijo.

—De todas formas, ustedes son los mejores amigos. —Agrega, levantándose lentamente como si le costara mucho esfuerzo hacer algo tan sencillo—. Solo… espero que siempre puedan superar los problemas juntos.

Me pongo de pie y ella me da un abrazo.

—Siempre te consideré como una hija, Amalia. —Su voz se quebró pero aclaró su garganta y peinó mi cabello una vez más. Yo no sabía que esa era la última vez que ella tocaría mi cabello de esa forma que a mí me gustaba, porque siempre me recordaba lo suave que naturalmente tenía el cabello—. Cuida de Matty, ¿sí?

Asentí, sin saber exactamente porque me estaba pidiendo eso.

Eventualmente, lo entendí.

Quería volver a hablar con Matt y preguntarle sobre lo que me dijo su madre ese día pero, poco después de ese momento con ella, avisaron que había muerto.




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