Un Caso Perdido

CUARENTA Y DOS

Hoy es el cumpleaños de Conrad y estoy emocionada por verlo.

Él detiene su auto frente a mi casa como todas las mañanas y se baja, recostándose en el lado del copiloto. Yo tomo todas mis cosas y corro a su encuentro.

Él sonríe y abre sus brazos. Yo me entrego en un gran abrazo, él me rodea y besa la coronilla de mi cabeza. Me separo y le doy un beso en la mejilla. — ¡Feliz cumpleaños! ¡Ya eres un adulto!

Conrad se acerca y me da un beso en los labios. —Gracias, hermosa.

Lo vuelvo a abrazar y él me da varios besos en la mejilla. Una vez más me separo y le digo: —Tengo un regalo para ti.

Niega. —No tienes que darme nada.

Me encojo de hombros. —No importa, igual te lo daré.

Tomo mi mochila y busco lo que he preparado por varios días. Le entrego la libreta y se la doy.

Es una libreta mediana, con un forro azul muy parecido al azul de sus ojos. Levanta una ceja y la abre. Lo primero que lee es un pequeño mensaje que le escribí.

“Conrad. Esto no es para el presumido, bobo y tonto Conrad que eventualmente logró enamorarme, esto es par el valiente, dulce, cariñoso y honesto Conrad que realmente eres. Conrad.  El chico que amo y que siempre amaré.”

Es tu cumpleaños y seré cursi solo por ti. Deseo con todo mi corazón, estar contigo en todos los cumpleaños que te queden. Quiero seguir investigando sobre nuestras teorías locas acerca del mundo y sus secretos. Quiero escuchar música cursi a tu lado. Quiero ir a la playa y dibujar corazones en la arena. Quiero ver tus hermosos ojos por el resto de mi vida.

Eres lo mejor que me ha pasado. Te amo. Espero que en esta libreta escribas todo lo que pienses. Tus sueños, tus temores, todo. Escribe sobre tus nuevos amigos en la iglesia. Escribe sobre tu abuela. Escribe sobre nosotros. Escribe sobre tu futuro, que sé será brillante.

Te amo.”

Conrad sonríe y fija su mirada en mí. — ¿Te he dicho que eras la mejor persona del mundo? —Se acerca a mí y puedo sentir el aroma de su colonia, una que yo le regalé hace unos días.

Sonrío también. —Como unas quinientas veces. —Conrad no solo me dice que me ama, también me lo demuestra a diario.

Abraza la libreta a su cuerpo y con una mano acaricia mi mejilla. —Toda mi vida, el resto de mi vida, estaré a tu lado Amalia Grey, la cerebrito más guapa del mundo —Sonríe derritiendo mi corazón.

Arrugo mi nariz y Conrad le da un toquecito.

—Deberíamos irnos ya —le recuerdo—, en la escuela seguro están esperándote para darte regalos y las chicas… —finjo estar celosa haciendo un gesto molesto—, te abrazarán.

Él se acerca y besa mis labios. —Me encanta cuando te pones celosa.

Ruedo los ojos. —No estoy celosa realmente —aclaro—. En realidad, eres tu quien se puso celoso de Matt hace unos días.

Abre la boca para defenderse pero no puede argumentar nada. Sus hombros bajan rendido. —No me acostumbro a ti y a Brown siendo amigos.

 

Después de reconciliarme con Matt fue como subirse a una montaña rusa. Al principio fuimos lento, nos saludábamos cordialmente en la escuela sin embargo, luego que nos reorganizaran en el orden que estábamos sentados y que él quedara justo a mi lado, nuestra amistad olvidada comenzó a despertar.

Es gracioso ver a la gente desconcertada por el hecho que él y yo nos hablamos. Antes, parecíamos enemigos y competir entre nosotros es lo que hacíamos. Ahora ya no me interesa estresarme para tener las mejores calificaciones y evitar que Matt me supere.

Una vez, en la clase de Arte, teníamos que dibujarnos en pareja. Mi pareja por cuestiones del universo terminó siendo Matt mientras que Jessica estaba con Conrad.

Matt seguía dibujando mis ojos demasiado grandes y yo exageraba sus cejas que son algo gruesas. Él trataba de dibujar algo sobre mi retrato y yo lo detenía. —Espera, dibújame un bigote, siempre quise tener uno.

Rodeé mis ojos. —Te verías raro, mejor una barba —le dije mientras trazaba una líneas sobre su mandíbula.

Conrad acerca su silla hacia nosotros. —Entonces… ¿ya no quieren matarse entre ustedes? —pregunta estirando su mano para tocar mi brazo.

Sacudo la cabeza.  —Tranquilo, no lo apuñalaré con mi lápiz —Conrad sonríe hacía mí.

Matt chasquea su lengua. —Momento cursi del día, con este van ocho —nos molesta mientras juzga con la mirada a Conrad y a mí.

Conrad lo ignora completamente, toma un mechón de mi cabello y juega con él. —Yo quería que tú me dibujaras, me gustan tus dibujos —se inclina un poco hacia mí—, eres muy talentosa.

— ¡Hall! —Jessica le grita desde el lugar que Conrad abandonó—, deja a tu novia en paz y terminemos con esto.

Él rueda los ojos. —No sé cómo la soportas —me dice.

Jessica no es insoportable, en realidad es una persona muy divertida. Hace un año jamás hubiera considerado ser amiga de alguien como ella, en parte por mis prejuicios, en parte por mi miedo a ser lastimada o utilizada. Por suerte ella fue paciente conmigo y lentamente le he abierto mi corazón al igual que ella lo ha hecho.

— ¡Escuché eso! —Jessica expresa ofendida y se acerca con nosotros fulminando con la mirada a Conrad.

Se queda un poco alejada de Matt ya que he notado que se pone nerviosa cuando él está cerca. Claramente le gusta, pero le gusta de verdad. Eso me lo ha dicho varias veces, me ha preguntado sobre Matt y me ha pedido que la ayude a conquistarlo pero no hay mucho que yo pueda hacer.

— ¡Amalia, dibujas tan bonito! —Jessica empuja a Conrad para poder ver el retrato que he hecho de Matt. Aún no está terminado pero ella me lanza varios cumplidos.

Conrad la empuja. — ¿Pretendes estar pegada a mi novia siempre? —le reclama.

Jessica bufa. —No seas toxico, Con. Deja a Amalia respirar —se inclina hacia adelante y baja la voz—, ¿Sabías que no dejaba de quejarse cuando tú y Matt fueron emparejados para esta tarea? No se calla nunca, cada vez que te reías te volteaba a ver. Ya no aguantó y por eso se acercó a ustedes.




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