Un Chico Llamado Amor

VEINTICUATRO

Funcionó.

Cuando estaba en clases me aseguré de colocar la nota sobre todas mis cosas, lo suficientemente notoria para que esa persona la viera. No tengo la menor idea quien es Amor porque nunca noté que alguien estuviera muy cerca de mí para que tomara la nota y dejara otra.

Aunque hubieron varias oportunidades donde ese chico pudo acercarse, por ejemplo: cada vez que guardaba mis libros en el casillero me tardaba en caso volviera a estar cerca como aquella vez.

Cuando fui al baño en biología y en literatura, dejé mi mochila lo suficientemente abierta para que la pudiera ver. Esas clases fueron al final del día y para entonces, se me había olvidado revisar si algo había cambiado, en especial porque Max estaba cerca y Jenny también.

Pero la nota estaba al fondo de mi mochila y la que yo dejé entre las hojas de mi cuaderno con la esquina doblada hacia afuera, mostrando mi letra “chico que se llama Amor” ya no estaba. La había tomado.

Lo que le escribí fue: gracias por tus notas, ¿en serio te llamas amor? Ojala yo pudiera responderte de alguna forma.

Y él contestó:

“En la biblioteca hay un libro que nadie lee, se llama La Odisea, es famoso pero tiene polvo. Déjalas ahí, yo lo haré también.

Posdata: Se fuerte y valiente.”

No debí sentirme tan feliz cuando leí su respuesta, esta vez no estaba usando su lapicero de brillos, era uno común pero su letra era la misma por lo que comprendí que la había escrito después de leer mi respuesta.

Vuelvo a leer la nota, leo la posdata y mi sonrisa se aparece. Me agrada que aun en esta respuesta, él me escribió algo para animarme. ¿Quién podrá ser? Necesito saber más.

Tomé otra hoja de mi libreta y me apresuré a sentarme en el escritorio, escribí:

“¿Hola? No respondiste mi pregunta, ¿te llamas amor? ¿Te gusta estar en anonimato? ¿Por qué escribes de la Biblia? Como sea, gracias… aunque, ¿es al azar? ¿No soy la única? Muchas preguntas, lo siento”

Sonrío al ver lo que escribí, me siento algo tonta haciendo esto. “Amor” debe ser un seudónimo y él puede ser cualquiera. No descarto que sea una broma o un tipo de experimento, pero no puedo esperar a llegar a la escuela para dejar la nota en ese libro.

La Odisea, recuerdo leerlo pero no recuerdo mucho de la historia. Sé que no me encantó, tal vez a ese chico sí le gusta.

— ¡Lily! —Mamá me llama así que guardo todo en mi mochila y la dejo a un lado de mi cama.

Bajo rápido, últimamente no está muy feliz conmigo, piensa que estoy en una etapa de rebeldía o lo que sea que Max le ha hecho creer. Bajo y me encuentro con ella parada cerca de las escaleras. — ¿Qué pasa?

Hace una seña con la mano. —Iré a la tienda, ¿quieres algo en especial?

Niego. —No, estoy bien.

Asiente y mueve su mano con las lleves entre los dedos. —La comida ya está lista, sírvele a Oliver cuando venga.

Junto mis cejas. — ¿De qué hablas? ¿Cuándo venga? —normalmente ella va por él—. Pensé que tú ibas por Oliver también.

—No, tengo que ir a sacar una cita para el dentista, luego pasaré a tomar algo con Diane —una de sus amigas—. Max pasará por Oliver, se ofreció hace unos días que estaba aquí y lo llamé.

— ¿Llamaste a Max para que fuera por mi hermano? —Arrugo mi nariz—, ¿No crees que eso es raro?

Rueda los ojos. —No empieces, Lily.

Mamá nunca ha llamado a Jenny para pedirle ningún favor. No es como si Jenny se ha ofrecido para eso pero me parece tan extraño que le tenga tanta confianza en tan poco tiempo.

Mamá se va y yo corro de regreso a mi habitación, tomo mi teléfono y cuando estoy a punto de llamar a Penny, me detengo. No debería usarla a ella como mi guardaespaldas. Sé que realmente me cuida pero no quiero que las cosas se salgan de control una vez más, como la vez que la besó.

Tengo que poner mis limites, tengo que vencer el mal con el bien, aunque no estoy segura a qué se refiere eso.

Bajo a la sala de estar y espero diez minutos, que es cuando llega Max junto con Oliver. Los veo desde la ventana, Oliver está hablando sobre algo mientras mueve sus manos y ríe, Max asiente con una sonrisa.

Se aceran y tocan el timbre, camino para abrir la puerta. —Hola Oliver.

Él me da un abrazo. —Lily, hola —se aparta—. Lily, ¿tenemos Coca Cola? Tengo sed.

—Sí, ahora te doy —le digo y caminamos hasta la cocina. Ignoro a Max.

Oliver deja su mochila sobre una silla y espera a que le sirva un poco, le entrego el vaso y él comienza a beber rápidamente.

Max aparece ahí, con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón. —Hola Lily.

No lo miro. —Hola.

—Oye —su tono de voz es diferente, como más apagado—. ¿Puedo usar el baño?

Ahora si lo miro. — ¿Desde cuándo pides permiso para hacer algo?

Levanta sus hombros. —Estoy intentando ser mejor.

No le creo. —Como sea, ve, ya sabes dónde está.

Asiente y sale de la cocina. Oliver deja el vaso y se limpia la boca con su brazo. —Lily, ¿Por qué odias a Max?

—No odio a Max. —No sé si eso sea verdad.

Oliver baja su rostro y hace un puchero. —Él es bueno conmigo, Lily, él me escucha y no se aburre, me da dulces y… —rasca su cabello—… también me defendió de esos chicos grandes.

Mis cejas se levantan. — ¿Qué chicos grandes? —me inclino hacia él—. Oliver, ¿Qué chicos grandes?

Muerde su pulgar. —Habían unos chicos que se burlaban de mí, suelen jugar cerca de donde estoy y cuando salía a esperar que mamá pasara por mí, se reían de mí.

— ¿Por qué? —Automáticamente examino su cuerpo con mis ojos—. ¿Qué te hicieron? ¿Desde cuándo?

Hace una mueca. —Desde hace como un mes y nada, se reían y una vez… me escupieron.

— ¿Qué? —Lo atraigo hacia mí tomando sus hombros—. ¿Por qué no me lo dijiste?




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