Un Chico Llamado Amor

EPÍLOGO

 

 

Kyle se coloca a mi lado luego de la ceremonia de graduación.

Miro a mi alrededor como esperando que Max aparezca por última vez, como su gran final pero nunca ocurre eso. Max está a muchos kilómetros de aquí, con profesionales y obteniendo la ayuda que necesita.

Creo que nunca sabré qué realmente ocurría con Max en su mente. He leído un par de artículos por internet, he escuchado conversaciones de mis padres cuando piensan que estoy durmiendo, he visto videos de casos similares pero nada de eso es suficiente para tener todas las respuestas.

Por ahora lo único que sé es que Max se obsesionaba con chicas desde que era pequeño. Eso es raro, sí, pero es algo que pudo terminar muy mal. Con ellas y conmigo.

Según una conversación que papá tuvo con el señor Richards mientras yo estaba supuestamente en mi habitación pero en realidad estaba escuchando todo lo que decían, él afirmó que Max nunca abusó de nadie ni las tocó pero sí intentó hacerlo. Cuando escuché eso, mi corazón se detuvo y los recuerdos de aquel día en la escuela volvieron.

También admitió que no sabía qué hacer con él, después de todo era su hijo y solo quería lo mejor para Max. Quería que viviera una vida normal y que tenía la esperanza en que si no hablaban de ello como si fuera un problema, ya se le pasaría.

No funcionó.

No pude escuchar nada más pues luego ellos se fueron a la parte de atrás y bajaron el tono de su voz. Después de ese día mi papá ya no volvió a ver al señor Richards, al menos no en mi casa. Candy, Max y él nunca volvieron a estar cerca de mí y yo me quedé con muchas preguntas.

Mis padres me han contado lo poco que saben ya que el señor Richards ya no le compartió más información a nadie. Lo último que papá escuchó decirle fue que prometía llevar a Max con psiquiatras, terapeutas o con quien fuera necesario para que él cambiara.

Papá afirma que esa promesa fue genuina, que simplemente lo sabe.

Después de las vacaciones y de la confrontación por la carta de Candy con el señor Richards y mis padres, Max no regresó a la escuela. Primero pensé que estaba castigado y volvería pero no sucedió. Mi papá me contó que el señor Richards le envió un correo electrónico avisándole que se mudaron de nuevo y que supuestamente Max irá a un centro especial para que lo ayuden con lo que sea que le está sucediendo en su cerebro.

A veces me pregunto si alguna vez llegaré a olvidar todo lo que pasó, si podré eliminar todo lo negativo que siento por él después de casi arruinar mi vida por completo. No lo sé. Puede que sí, un día muy lejano me olvide de él, puede que no.

Aunque para ser honesta, por unos instantes me he llegado a sentir mal por él. Creo que le tengo lastima. Si eso ocurría desde que él era niño significa que algo lo empujaba a ese tipo de actitudes y, ¿Nadie se dio cuenta? ¿Por qué no escucharon a Candy? ¿Por qué los adultos permitieron que creciera de esa forma? ¿Ignoraron sus acciones? ¿Dejaron que cada vez fuera peor? ¿Culpaban a las chicas y no a él?

Max es responsable. Max es el verdadero culpable y Max era consciente de lo que estaba haciendo pero, ¿Qué hubiera cambiado si el señor Richards o su madre hubieran intervenido en lugar de solo voltear el rostro y fingir que Max no necesitaba ayuda?

Esto nunca fue sobre si ellos creían en la salud mental o no, esto es sobre como su hijo pudo llegar a hacer algo terrible porque en su mente él estaba siempre en lo correcto. En su mente era justificable. En su mente las chicas estaban pidiendo su atención. En su mente él nunca tuvo la culpa.

¿Qué estaban esperando para intervenir?

¿Y si hubiera dañado a Candy?

¿Y si alguien se hubiera vengado de él?

No tengo idea qué pensar. No siento pena por Max, el Max de ahora, pero sí por él de niño. Pudieron detenerlo en ese momento, pudieron cambiar el rumbo de esta historia. Max estaba rodeado de adultos y fue su hermana menor quien tuvo el valor de hablar sobre “el secreto familiar”

Tal vez si Max no hubiera sido así, él y yo realmente seríamos amigos. Creo que entre todo lo extraño y malo que hay en él, hay partes que están bien. Recuerdo que al comienzo de todo tuvimos conversaciones decentes y normales. Recuerdo cuando lo conocí, parecía un chico más.

Deseo jamás volver a verlo, que nunca más intente dañar a nadie, que no vuelva a lastimar a otra persona.

Pero, realmente, deseo que cambie.

 Si él cambia y mejora, también evitará que haya más víctimas de sus acciones.

Kyle toma mi mano. — ¿En qué piensas?

Lo miro y sonrío. —Nada.

Veo a mis padres hablar con los padres de Jenny, quien va de la mano con Javier Martin, su nuevo novio. Ella me mira y levanta la mano con una sonrisa en su rostro. Respiro profundo. Hace un año soñábamos con este momento y ahora no estamos al lado de la otra, pero aún hay amor.

Sacudo mi mano de regreso. Me tira un beso y ambas reímos, Javier se inclina para susurrarle algo y nuestro momento acaba.

Tendremos otros. Algún día, lo sé.

Kyle mira a su alrededor. —Ven aquí —pide y me lleva fuera del gimnasio. Ambos llevamos nuestras togas y birretes, él se ha peinado hacia atrás y tiene la frente descubierta. A decir verdad, se ve muy bien.

Llegamos al fondo del pasillo y nos sentamos en una de las escaleras para el segundo nivel. La escuela está vacía, únicamente asistieron el día de hoy los estudiantes que iban a estar en la graduación.

Kyle toma mi mano y la acaricia. —Lily, ¿tienes planes para la tarde?

Sonrío y niego con mi cabeza. —No, solo pasar el rato con mi novio, ¿Y tú?

Kyle se acerca a mi rostro y besa la comisura de mis labios. —Pasar el rato con mi novia.

Me inclino hacia él y beso sus labios. Él toma mi mejilla y me devuelve el beso, acaricia mi mentón con su otra mano. Yo sonrío en medio del beso mientras pienso en lo inesperado que es este momento. Estoy besando a alguien que es mi novio, alguien que nunca pensé que iba a llegar a querer tanto.




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