Después de salir de la cafetería, Alisa había pasado por la biblioteca para poder llevar algunos libros que necesitaba. Así que tomo su descanso allí, leyendo novelas románticas que no podía darse el lujo de comprar porque no tenía un trabajo estable y no quería molestar a sus padres pidiéndoles dinero. Eran lo bastante generosos para enviarle una cantidad cada mes para sus gastos personales, no podía ser egoísta y darse lujos que no podía costear aun.
Para eso existían las bibliotecas, eran la mejor amiga de las personas como Alisa que amaban la lectura. Estar en ese lugar le producía calma, la misma que necesitaba después de días largos y duros.
Historias de amor: Alisa quería vivir una historia de amor parecida a una de las tantas novelas que había leído. Claro que sin una villana tan malvada como se encontraba en ocasiones. Eso se lo dejaba a los actores de teatro, a los que les encantaba el drama. No soportaría tener una rival malvada tramando planes para hacerle daño solo porque se enamoro de un hombre…
Negó con la cabeza riendo por lo bajo y dejo esos pensamientos para después. Se concentro en la lectura, no podía seguir pensando en posibilidades, menos cuando un hombre se le acercaba y se ponía tan nerviosa que le costaba hablar.
Alisa estuvo tan inmersa en la lectura, que no noto que el tiempo se le había pasado muy rápido que de costumbre. Ahora tendría que correr si quería terminar a tiempo sus deberes. Y por supuesto, sabía muy bien que sería una larga noche. Tendría que pasar por unos víveres para no pasar hambre como le ocurrió otras veces. No podía creer que fue tan ingenua y no llevo comida esos días sabiendo que podía pasar muchas horas sin moverse. Tenía que ser más cauta en esos momentos. La madre de Alisa se preocupa por saber si ella se alimentaba bien y no podía parecer irresponsable respecto a ello. Además, que había sido difícil seguir estudiando con el estomago vacio. Quiso salir y no pudo hacerlo debido al clima, ese día llovió como si el cielo se fuera a caer.
Agarro los libros que necesitaba e hizo el procedimiento pertinente para poder llevarlos, incluyendo el libro de romance que no había podido terminar de leer, lo haría en cualquier momento.
Salió de la biblioteca y se dirigió a Melly’s; llevaría varias galletas y café para mantenerse despierta la mayor parte de la noche y terminar todo lo que tenía pendiente, no perdería tiempo como la última vez. La beca era su prioridad e iba a conservarla sin importarle estudiar hasta aprenderse todo de memoria.
Si iba al supermercado perdería más tiempo y no podía hacerlo, ya había perdido el suficiente en la biblioteca. Sería mejor ir al día siguiente y escoger con tranquilidad lo que debía comprar, con una lista bien hecha de lo que necesitaba. No podía comprar víveres al azar, no era su manera de hacer las cosas.
Suspiro y se acomodo el bolso en el hombro que había aumentado de peso por algunos de los libros que había introducido en él. Todavía no podía creer que estuviera sola por culpa de su nerviosismo hacia los hombres. Fue una completa tonta al no compartir tiempo con Madison y los amigos de su novio cuando se lo pedía. Pero, solo pensar estar cerca de ellos, la hacía sentir abochornada y nerviosa. Sabia por las historias de las chicas de la escuela, que los hombres intentaban acercarse a ellas solo para poder conquistarlas y después invitarlas a salir, y eso la hacía temblar de miedo.
Supo que hizo lo correcto y se sintió satisfecha en su momento, porque nunca le rompieron el corazón, no sabía qué era eso, no lo experimento y tampoco quería hacerlo, por el momento. Solo esperaba poder cambiar un poquito y que su nerviosismo se fuera, y quizás conseguir hablar con hombres en algún momento sin ponerse nerviosa ni enrojecer hasta la raíz del cabello.
Cerró los ojos y respiro hondo.
Ya no había vuelta atrás y no debía quejarse por lo que no quiso hacer. Tampoco podía devolver el tiempo, solo podía mirar adelante y tratar de cambiar por su propio bien o tendría problemas más adelante, cuando quisiera postularse para un empleo bien pagado.
Ingreso a la cafetería y fue directamente a la barra, esta vez no podía sentarse y perder más tiempo. Gabrielle, la chica que entregaba las órdenes le sonrió. Alisa se sintió nerviosa. La había visto varias veces en la misma clase que tomaban los miércoles, los demás días no coincidía con ella y no sabía la razón.
—Seis galletas con chispas de chocolate y un café grande, por favor —pidió Alisa buscando con dificultad dinero en el bolso. Una vez encontró el dinero necesario, levanto la cabeza y sonrió.
Recibió el pedido y se giro para irse lo más rápido posible, pero, tuvo tan mala suerte que su café término en la camisa de alguien que en ese momento estaba detrás de ella.
Los nervios se apoderaron de Alisa cuando levanto la cabeza y vio al hombre más guapo que había visto en la vida; tenía el cabello un poco largo en la parte de adelante y cubría un poco sus bellos ojos azules, unos espectaculares ojos azules que parecían un mar invitándote a hundirte en ellos, ojos que la miraban fijamente y una boca carnosa que invitaba a cualquier persona a poner sus labios sobre ella.
Alisa sintió que un montón de mariposas revoloteaban en su estomago haciendo estragos dentro de ella por ese pensamiento. Nunca había deseado besar a nadie y tampoco lo había hecho por obvias razones. Ahora un desconocido despertaba en ella pensamientos que jamás pensó tener.