Un Cielo Para Mi (libro 2)

CAPITULO 1

Santiago!

Estoy en el aeropuerto tratando de pasar a la zona de embarque me agarran entre dos hombres y me prohíben pasar, Julián y Manuel tratan de calmarme, escucho como Valeria me habla pero no me importa nada quiero ver a Avril, siento algo frío en las muñecas me han esposado, me llevarán detenido…

Estoy sentado en la comisaria pensando como pude ser tan estúpido, como pude  permitir que esto pasara, perdí lo único bueno  que tenía en mi vida, no sé a dónde se fue Avril…

Siento como  unas lágrimas recorren mi mejilla, me las seco y escucho como alguien se aproxima abren la puerta de la celda.

  • Santaana? – levanto la vista y allí está un señor mayor luce algo cansado.
  • Si?

- Su abogado logro exonerarlo,  ya puede irse. – solo logro asentir.

 Qué sentido tiene estar en libertad cuando no existen razones para ser feliz, cuando mi  cielo sencillamente se esfumo, se nublo, ya no está.

Camino pesadamente por el pasillo hasta una oficina donde me entregan mis pertenencias, las llaves de la casa, mi celular al prenderlo allí esta ella sonriendo en el fondo de pantalla, mi billetera y la medalla de oro de Avril. Firmo la salida y al caminar me consigo con todos.

Están sentados esperando por mí, Julián, Manuel, Valeria y Virginia 

  • Santiago, estas bien? – me pregunta Valeria mirándome de pies a cabeza Abrazándome.
  • Vamos a comer algo... – me dice Julián Mientras me da palmadas en la espalda.
  • Discúlpenme pero no, quiero irme a casa.
  • No dejaremos que te vayas así, no lo permitiremos. – dice Manuel.
  • Lo siento de verdad, pero quiero irme tomare un taxi, gracias por todo. – les digo.

Julián se atraviesa en mi camino y no me deja pasar, me siento tan abatido que no tengo fuerzas ni siquiera para mover a Julián sencillamente opto por dejarme caer en una de las sillas, Virginia y Valeria se sientan a mi lado.

  • Manu que te parece si buscas la camioneta? – dice Virginia.
  • Voy – responde Manuel.
  • No puedes dejarte vencer así Santiago – escucho a Julián hablar.
  • Horita no Julián, vamos a casa, comamos algo y descansemos luego hablaremos con él, si? – dice Valeria.
  • Está bien, ya Manuel está afuera vamos...

Siento como Valeria y Virginia me obligan prácticamente a pararme y me guían hasta la camioneta, pasamos todo el camino a su casa en silencio cuando las rejas se abren veo al fondo del sendero la casita donde Avril viva, eso me parte el corazón en un instante el saber que ya ella no se encuentra allí, que toda esta casa percibe y siente su ausencia, así como la sentirá mi vida, Valeria parece darse cuenta de mis pensamientos porque me aprieta la mano y sonríe tristemente gesticula “Dale tiempo”. Logro asentirle.

Ya en la casa, luego de sentarnos a comer en silencio y de prácticamente obligarme a comer, decido dejarlos a todos en la sala, tengo que irme lo más pronto  posible de esta casa, todo acá es Avril, hasta el aire que respiro.

Estoy en toda la entrada sentado en los escalones, siento como alguien se aproxima y se sienta a mi lado, es Manuel.

  • Hola – dice con suspiro, se queda esperando que le responda, al ver que no lo hago continua
  • Dale tiempo, tal vez los dos en este momento de sus vidas necesitan esto, ella necesita madurar, experimentar, crecer y tú tienes que solucionar algunas cosas en tu vida, trabajar en ti, durante estos meses vi a Avril caer en lo más bajo que puedas imaginarte, no era ella dejo de ser quien era se volvió oscura, triste, nublada, cuando decidió irse fue como si todo volviera a la normalidad pero luego todo volvió a hacer lo mismo, no sé qué paso entre ustedes, pero si están hechos el uno para el otro así será, no habrá nadie que lo impida tarde o temprano juntos estarán.
  • Quiero irme de aquí Manuel podrías llamar un taxi por favor.
  • Quédate Santiago ya es tarde... – dice Valeria a nuestra espalda.
  • De verdad quieres que me quede aquí, donde todo me recuerda a ella, esta casa, esas rosas, ustedes y hasta el aire. Quiero estar solo, y sé muy bien que ninguno de ustedes me dirá a donde se fue así que por favor llámame un taxi dormiré  en un hotel.
  • Hicimos una promesa Santiago por más que sepamos que esto está mal no podemos traicionar a Avril, lo siento. – dice Julián
  • De verdad lo sientes­? Julián nunca estuviste de acuerdo con lo nuestro así que de verdad no mientas. – le digo mientras me levanto.
  • Si lo siento, porque sé que la amas, sé que ella te ama y por culpa de ustedes dos están en esta situación nunca en mi vida había conocido a personas tan estúpidas, tan orgullosas como ustedes dos de verdad. – me dice gritándome.
  • Dale tiempo, Santiago, déjanos hablar con ella, tal vez necesitan distanciarse. No lo sé – dice Valeria.
  • No quiero, no puedo, la necesito conmigo, ella es mi vida y si ninguno de ustedes me va a ayudar lo mejor es que me valla de aquí, no puedo quedarme aquí – les digo llorando.
  • Está bien, ningún taxi, yo te llevo a un hotel – dice Julián.
  • Ok!




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