𝐓𝐫𝐞𝐬 𝐚ñ𝐨𝐬 𝐚𝐭𝐫𝐚𝐬...
—¡Cariño llegaremos tarde!.— gritó Rodrigo desde la planta baja, aquella noche asistirían a una cena que habían hecho en honor a él, por haber salvado la vida de la mujer y bebé de un senador de España.
—Ya, no te desesperes. Estoy lista.— dijo Annie mientras bajaba las escaleras, él elevó su vista y la observó con todo el amor y admiración que sentía por ella. Su vientre de 35 semanas de gestación con aquel vestido esmeralda, su piel blanca como la porcelana, su cabello marrón , toda ella era perfecta ante él y la veía cómo una diosa, estaba locamente enamorado de ella. Acortó la distancia y le extendió su mano para ayudarla a bajar los últimos escalones. — Estás preciosa cariño.— besó el dorso de su mano y luego acarició su vientre. — Seré la envidia de toda la fiesta.— sonrió ampliamente, provocando en ella un sinfín de emoción, hacía seis años que estaban juntos y siempre se sentía, como una quinceañera cuando Rodrigo, le regalaba aquella sonrisa que la había enamorado la primera vez que lo vio.
—Y yo tendré que sacar mis garras para alejar a esas ojitos alegres que quieren tocar a mi esposo.— bromeó con él mientras caminaban a la salida.
— Si cariño, hazlo, tienes mi autorización, verte así me prende a un nivel uuufff.— mordió suavemente el lóbulo de su oreja antes de abrirle la puerta de su auto. Ella subió y antes de que cerrará la puerta le dejo en claro aquello no era mentira.
— Usted no juegue con las hormonas de una embarazada doctor Whition.— él subió del lado del conductor y le guiñó un ojo con coquetería, puso el auto en marcha y partieron hasta su destino.
Cuando llegaron al lugar donde los habían citado Annie abrió los ojos enormes, aquella casa parecía un palacio como los cuentos de hadas, ingresaron a la fiesta, ella sujetando el brazo de su esposo, mirando en todas las direcciones aquel ostentoso lujo, habían más personas de las que se habían imaginado. La suave melodía sonaba por todos lados.
— Madre mía Rodrigo, esto parece más una presentación a un político o algo así, más que una fiesta de agradecimiento.— él sonrió y le palmeo suavemente la mano que estaba enredada en su brazo.
— Tranquila cariño, que tú aquí te vez como una perla preciosa.— intentó hacerle saber que ella no debía sentirse inferior, ellos no eran millonarios, pero no tenían porque sentirse menos, tenían un excelente estilo de vida.
Siguieron caminando entre la gente, hasta que el senador los encontró, le sonrió al doctor y luego le palmeo la espalda.
— ¡Que alegría tenerlos aquí!, sean bienvenidos a su fiesta.— dijo con entusiasmo. — Es su fiesta doctor, asique disfrute de la velada.— pasaron toda la noche hablando, bailando y comiendo las delicias que habían para comer. La noche era mágica, Annie se sintió orgullosa de su esposo y feliz por estar viviendo aquel maravilloso momento, junto al amor de su vida.
— Estoy muy orgullosa de ti amor, mira hasta donde has llegado, en el gran doctor que te has convertido. Esto es el sueño que siempre tuviste.— dijo con entusiasmo mientras esperaban su auto, ya era pasada las dos de la mañana, la fiesta había culminado.
— Nada de esto seria posible sin ti cariño.— Rodrigo besó suavemente sus labios y sonrió, aquella mujer era su gran pilar, quien siempre confío en él.
Su auto llegó y partieron de aquella enorme propiedad. Tomó la autopista mientras seguían hablando de su noche, de todo lo que habían visto y hablando con diferentes personas, reían de ciertos comentarios que recordaban.
—Siento que voy a explotar y este revoltoso no deja de moverse.— comentó unos segundos después, Rodrigo estiró su mano y acarició su vientre.
— Deja tranquila a mamá pequeño sabandija.— dijo entre risas al sentir como el pequeño se movió. Sujetó el timón con sus dos manos después de que Annie lo reprendiera por soltarlo. Iba con precauciones aunque a esa hora no había tanto tráfico, la serenidad de la noche y el viaje fue interrumpido por dos autos negros que salieron de la nada, uno se colocó atrás y otro delante de su auto, Rodrigo intento pasarlo, para seguir su camino, pero estos se los impedía.
— Cariño, toma el móvil y llama a la policía.— dijo con apuro. Ella hizo lo que él mandó con apuro, algo no estaba bien y temía por ellos, la mente de Annie fue a todos sus escritos, ella era una escritora muy reconocida, temía que al fin su pasado la encontrara. Miró a Rodrigo cuando sintió el impacto del choque que le daba el auto que iba detrás de ellos.
— ¡Carajo!.— gritó el doctor, sintiéndose desesperado, no comprendía porque estaban haciéndole aquello, él no tenía enemigos, pero se sentía culpable al no poder librarse de aquellos delincuentes y protegerlos de la maldad. En su mente solo se cruzó que eran pandillero que les querían robar, pero nada cerraba en la mente de Rodrigo.
Mientras que en la mente de Annie pasó su pasado como una película, se aferró a su vientre y dejó salir sus lágrimas.
— La policía ya viene.— dijo con voz temblorosa.
— Todo estará bien cariño, confía en mí.— ella sabía que él sería capaz de dar su vida por ella. Pero algo en su pecho le decía que su hora había llegado. Un impacto más fuerte que el del hacía unos minutos fue el que los sacó de la autopista y los estrelló contra un enorme árbol. Annie gritó a causa del dolor que sintió en su vientre, mientras Rodrigo sintiendo aún la adrenalina logró salir del interior del vehículo. Fue hasta la puerta del acompañante y comenzó hacer fuerza para abrirla.
— ¡Tranquila cariño, te sacaré!.— Annie observó el rostro de su amor, encontrándolo ensangrentado y lloró, lloró por el dolor que estaba sintiendo y por ver al hombre de su vida así. La puerta hizo un sonido sordo y logró abrirla. La sacó con cuidado y la recostó sobre la fría tierra. — Tranquila, la policía dijo que venía en camino, estarás bien.— su voz se quebraba al verla tan lastimada, un corte en su frente y sus manos.
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Editado: 28.06.2024