Un descendiente para la bestia. [#5 De La Saga Heredero]

Kirk Salvatierra.

Kirk

Después de que la sensación sofocante se extenderá por mi rostro, el lider de los enmascarados soltó una gran carcajada.

—Nos vemos en el infierno, Kirk Salvatierra.

Antes de que pudiera hablar, sentí un fuerte golpe en mi cabeza, y poco después todo se volvió negro.

Antes de perder la consciencia, la imagen de una mujer posando para mí sonriente, inundó mi cabeza.

—Ven a mí, musa.

Me removí incomodo, y tras sentir dolor n mi rostro abrí mis ojos.

Tras abrir los ojos lo primero que esto vieron fue a mi madre, quién estaba llorando. —Hijo.

—¿Qué paso mamá?

—Kirk…

—¿¡Qué pasó!?

—Sufriste un atentado, hijo.

Posterior a esas palabras mi mente empezó a recrear todo lo que había sucedido.

Hombres enmascarados.
La sensación de que mi rostro se estaba quemado.
La risa de ese hombre.
Y mis gritos desesperados.

Todo llegó a mi mente como sí de una tormenta de información se tratará.

—Dame un espejo mamá.

Mi madre negó. —Hijo.

—Por favor, mamá.

Mi madre hizo una mueca antes de empezar a buscar en su cartera con bastante prisa.

Después que encontró el espejo, me lo extendió y yo con bastante temor lo tomé entre mis manos.

Refleje mi rostro y me fue imposible no derramar varías lágrimas al ver mi rostro deforme.

—Una bestia, un monstruo.

—No hijo, no eres un monstruo.

—Lo soy mamá, ¡LO SOY…!

Con gran rabia lance el espejo al suelo.

Mi madre se acercó a mí y tomó mi mano entre la de ella. —Kirk, hijo. No eres un monstruo.

—Eso lo dices porque eres mi madre.

—Kirk…

La voz de mi madre fue interrumpida por la intromisión de alguien a la habitación.

Y para mi desgracia ese alguien es Ann.

—Kirk.

—¿Qué haces aquí?

La traidora se acercó a mí, y al ver mi rostro hizo una mueca la cual trató de disfrazar con una sonrisa.

Esa rata asquerosa.

Estoy cien por ciento seguro que está traidora tiene algún que ver en lo que me pasó.

—Me quedaré a tu lado si te casas conmigo, Kirk.

—Prefiero quedarme solo que tenerte a mi lado.

Mi madre entrecerró sus ojos. —Kirk… ¿Por qué le hablas así a tu novia Ann?

—Vete, traidora.

—Kirk olvida lo que pasó y hagamos borrón y cuenta nueva.

—¡¿QUÉ PARTE DE QUE TE VALLAS NO ENTIENDES?!

—¡KIRK…! ¿QUÉ RAYOS TE PASA? Esa no es la forma que te enseñé de tratar a una dama.

—Esta mujer no es una dama, ella es una meretriz.

—¡KIRK…!

Obvié el llamado de advertencia de mi madre, para seguir despotricando en contra de Ann.

—Apartaté de mi vista si no quieres que te saque como lo que en realidad eres.

—Me quedaré a tu lado si te casas conmigo, Kirk.

—Primero me corto el pene antes de volver a copular en tí.

Los ojos de ella se cristalizaron.

—¿Qué rayos pasa aquí?

Mamá logró captar mi atención.

—Esa mujer a la que consideras una santa, me engañó con el que consideraba mi mejor amigo, se revolvió como una perra en las sábanas de nuestra cama. -posterior a estas palabras mi madre coloco sus ojos en Ann. —Me vio la cara de idiota, madre. Tú querida Ann no es más que una vil mujerzuela.

—Y-yo…

—Cállate, Ann.

—¡Kristen, y-yo…!

—¡CÁLLATE…! -mamá gritó con todas sus fuerzas.

Y con esto logró que Ann retrocediera.

—Kirk…

—No te quiero aquí Ann, así que ten un poco de dignidad y márchate.

—Yo te amo, Kirk.

—Yo no. -inquirí sin dudar.

Ann empezó a llorar a mares.

—No te quiero volver a ver nunca más en la vida Ann. Largate de una vez por todas de esta habitación de hospital y de mi vida para siempre.

—Perdoname Kirk. Perdón por fallarte.

—Vete.

—Siempre seras el gran amor de mi vida.

—¡Largaté…!

Ann, giro sobre sus pies e inevitablemente empezó a caminar.

—¿Por qué no me dijiste que ella te engaño?

—Porque no lo vi conveniente madre.

—Kirk, hijo.

—Madre, ve por el doctor por favor.

Mamá ante estas palabras asintió.

—Te prometo que tu rostro volverá a ser como antes mi amor. Dare todo lo que tengo para que así sea.

Mamá le dió un fuerte apretón a mi mano.

—Ve por el doctor mamá.

Sin protestar mi madre camino hacia la puerta de salida de la habitación, la abrió y salió de la estancia.

Tras encontrarme solo en la habitación las palabras que había dicho ese maldito hombre llegaron a mi mente.

“—Tú te condenaste a este infierno Kirk, y me da gusto saber que no saldrás de él nunca. Estas destinado a vivir lo que te quede de vida de manera miserable. Tú mismo te condenaste a este infierno Kirk, y me da gusto saber que no saldrás de él nunca. Estas destinado a vivir lo que te quede de vida de manera miserable.”

Suspiré cansado y me permití cerrar mis ojos.

Una bestia.
Una vida miserable.

Eso es lo que me espera si no puedo deshacerme de esta maldita cicatriz que se toma más me media mitad de mi rostro.

Siete años después.

Mire con tristeza las fotos que tenía en mi teléfono.

Y solte un gran suspiro.

Ese maldito logró acabar conmigo.

Ese maldito me convirtió en una bestia. En un ser que infunde temor, y repugna.

Ese desgraciado.
Ese maldito desgraciado.

Deje de maldecir al hombre cuando mi madre entró a la habitación.

—Kirk, hijo. Deseo que me acompañes a la fiesta que organizo el club.

—No ire a esa maldita fiesta donde de seguro seré el maldito payaso.

—Pero hijo…

—¡NO QUIERO MAMÁ…!

—Se que estas así porque me negué a pagarte la operación, pero debes entender que no puedes entrar en un quirófano cinco veces en un año.

—Puedo entrar hasta diez veces que me de la maldita gana, pero no… tú te niegas a que vuelva verme como antes. ¡TE NIEGAS A QUE ME QUITÉN ESTÁ MALDITA CICATRIZ DE LA CARA…!




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