Un descendiente para la bestia. [#5 De La Saga Heredero]

Capítulo 1: Dolor.

Itzel

No te quiero Itzel. Entiende de una vez por todas que solo fue sexo. Las palabras de él se repetían con demasía en mi cabeza. Y fue imposible evitar que las lagrimas descendieran por mi mejilla.

Me duele. Me Quema, me arde.

—Te perdí hijo mío. -susurre con voz rota. —Perdi por confiar en él, por entregarle mi corazón, por creer en príncipes y princesas. Por vivir en un mundo de fantasía.

Joshua nunca se mostró ante mí como lo que en realidad es.

Nunca se quito la careta de oveja.

Joshua, se vistió de cordero siendo un maldito lobo feroz. Me endulzo la píldora, y yo como niña tonta le di lo que él andaba buscando.

Mi cuerpo.

En muchas ocasiones pense que después de entregarme en cuerpo y alma a Joshua nos casaríamos y seríamos felices por siempre.

Cuan equivocada estaba. Porque Joshua en cuanto tuvo la oportunidad me había abandonó a mi suerte en un hotel de mala muerte, y también me dio pastilla abortiva tras saber que en mi vientre gestaba a su hijo.

El mató a nuestro hijo.
Se deshizo de él de la forma más cruel que puede existir.

Coloque una de mis manos en mi vientre y me permití llorar. —No te protegí como debía. Por confiar en él, tú ya no estarás a mi lado.

No merezco vivir, no merezco vivir sabiendo que por creer fervientemente en él, mi hijo no está a mi lado.

Lo siento por papá, mamá y por Alexandra.

Pero no quería seguir viviendo.

No cuando no servi para proteger a mi hijo.

Merezco morir.
Merezco ir con mi bebé.

Me levanté de la cama, y con decisión camine hacia el reducido baño de la habitación.

Abrí la llave de la bañera, y cuando está estuvo llena entré en ella.

Las lagrimas descendieron de mi rostro, sin que pudiera detenerlas.

La culpa y algo más están bloqueando mi mente.

Así que solo puedo pensar en irme al mundo de los desvividos.

Extendí mi mano hacia la tapa del toilet, y de allí tomé la navaja que le robe al encargado de la recepción del hotel.

Ya no importa nada.
Porque nada me va a doler.
Nada me volverá lastimará.

Con decisión hice el primer corte en mi piel, e inmediatamente vi como la sangre empezó a salir a borbotones.

—Perdoname papa. Perdóname mamá, perdón hermana.

Hice otro corte, esta vez más profundo.

—Perdoname Alex. -susurre antes de soltar la navaja y de cerrar mis ojos. —Perdoname mi príncipe.

Cerré mis ojos, recargue mi cuerpo en la bañera y espere que la muerte acudiera a mi llamado.

—¡ITZEL…!

Entre abrí mis ojos luego de escuchar la voz de mi padre inundar el lugar.

—P-papá. -susurre entre mis labios y antes de que mi padre se acercará a mí sentí como la oscuridad tomaba parte de mi vida.

—Perdón. -murmure con voz débil, antes de perder el conocimiento.

Entre abrí mis ojos, y la imagen del rostro decepcionado mi padre me llenó los ojos.

—P-papá.

—Te di todo lo que deseaste. Pude el mundo a tus píes… ¡Y TÚ DECIDES RETRIBUIRMÉ CONTÁNDOME LAS VENAS…

Apreté mis ojos de ojos de mi padre. Y él me obligó a mirarlo, tras de apoderarse de mi mentón.

—¿Por qué lo hiciste Itzel? ¿Es que acaso lo que hecho por tí no ha sido suficiente? -para este punto la voz de mi padre se rompió.

—Perdoname, papá.

Antes de que mi progenitor pudiera expresar alguna palabra, la puerta de la habitación se abrió dejandome visualizar a un doctor, quién al verme se acercó con rapidez hacia mí.

—Señorita…

—Doctor, ¿le puede dar el alta a mi hija?

—Eso no se va a poder señor, quizas mañana sí pero hoy no se puede.

—¿Por qué…?

—Tenemos que realizarle una limpieza a su hija.

—Que yo sepa las heridas ya estan perfectamente curadas doctor…

Agaché mi cabeza y apreté con fuerza la sana de la cama.

—Su hija sufrió un aborto señor.

Papá perdió el color de su rostro y sus ojos se cristalizaron. Y en cuestión de segundos las lagrimas estaban descendiendo de sus ojos.

Decepcioné a mi padre.

—¿A-aborto? -verbalizo papá tartamudeando.

—Sí y al parecer no fue involuntario.

Las lagrimas empezaron a salir de mis ojos.

—Haga lo que tenga que hacer, doctor.

Mi padre después de inquirir esas palabras se limpió las lagrimas con rabia y sin mirarme camino hacia la salida.

Si con lo de mi intento de suicidio papá se sentía desepcionado de mi, ahora con mi supuesto aborto voluntario ha de estar despreciandome.

Cerré mis ojos con fuerza y me acurruqué en la cama en posición fetal.

De ser la princesa de mi padre pasé a ser la villana de la historia.

—Perdoname papá, perdoname mi rey.

(***)

Tal y como el doctor había dicho, me dieron el alta médica al día siguiente.

Así que en este momento me encontraba siendo traslada a mi castillo por los hombre mi padre.

Alce mi cabeza y coloque mis ojos en la fría noche de este día.

Nunca me ha gustado la oscuridad.

Nunca he le tolerado por un trauma que sufrí en mi infancia, así que prefiero el día que la noche.

El auto se detuvo abruptamente, y no me quedo de otra que mirar al conductor del vehículo.

—¿Qué sucede? ¿Por qué se detuvo el auto?

—Son órdenes del señor, señorita.

Fruncí mi entrecejo, abrí la puerta del vehículo y salí de el.

En cuanto me encontré fuera del auto el frió golpeo mi cuerpo y yo instintivamente abrace mi cuerpo como pude.

—Padre.

A lo lejos distinguí a mi papá fumándose un puro.

Di varios pasos hacia él, y mientras más me acercaba más me dolía.

Porque mi papá solo fuma cuando tienes algo atravesado en al garganta que no puede sacar con fácil.

Y para mí no es muy dificil deducir que en este momento ese algo que le molesta a mi padre soy yo.

Cuando estuve al frente de mi padre este giro sobre sus pies.




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