Kirk.
Acaricié mi rostro mientras me observaba en el espejo y fue tanto el dolor que sentí me atreví a golpear con fuerza el espejo.
-¡HIJO!
Rodé mis ojos en cuanto escuché la voz de mi madre.
¿Cuando llegará es el día que mi madre dejará de pensar que me auto enviaré al mundo de los desvividos?
Estoy cansando. Hartó de todo.
-Vete, madre. -inquirí en cuanto mamá entro al cuarto de baño.
Mamá con rapidez hacia mí e hizo que mis ojos hicieran contacto con los de ella.
-No me iré. -respondió con decisión
Posterior a estas palabras, tomó mi mano entre la de ella.
-Deja de lastimarte, Kirk. Deja de provocarme dolor.
-Soy un monstruo madre. Un adefesio.
Los ojos de mi madre se cristalizaron.
-Eres hermoso hijo.
Negué, porque la palabra hermoso a esta altura de juegos me quedaba bastante grande.
-Quiero estar solo.
-Hijo.
-Dejame solo mamá.
-Te dejare solo pero no cometas una locura.
-No te preocupes madre, porque no te dejaré sola.
Mamá me dió una mirada fugaz antes de encaminarse a la puerta de salida de mi habitación.
-Te amo, Kirk. Nunca lo olvides.
No puedo olvidarlo, porque me aferró a esta vida miserable por ella.
Coloque mis ojos en mi mano ensangrentada, y fue casi imposible no desear golpear mis nudillos contra la pared.
-Por ella me mantengo con vida, por mi madre.
-¡Tío, Kirk...!
Abrí mis ojos al escuchar al voz de mi princesa. Y me apresuré en abrir la llave del lavabo.
-¡Tío...!
Lave mis manos con bastante prisa, y me atreví a soltar una tremenda maldición.
-¡Tito...!
-¡Voy, cariño...!
Cuando me deshice el excesos de sangre tomé una toalla de mano y empecé a hacer presión en la herida para que dejará de sangrar.
-¡Tío...!
Aún con la toalla en mi mano lastimada salí del baño antes de que la pequeña curiosa entrara en mi baño.
-¿Tío, por qué no respondías?
Le di una pequeña sonrisa para después colocarme a la altura de ella.
-Estaba recogiendo un espejo que se rompió.
La niña asintío.
-Debes de tener cuidado tito.
-Lo tendré pequeña... ahora dime para que me buscabas con tanta urgencia.
La pequeña de cabello rubio, hizo un puchero. Y esto me pareció de lo más tierno.
-Papi, dice que tenemos que irnos a casa de la abuela. Pero yo no quiero...
-Paola, princesa.
-No tío, no quiero ir.
La pequeña se lanzó a mis brazos, mientras negaba.
-Debes ir a visitar a la abuela, cariño.
-No quiero. -susurro mientras me abrazaba con fuerza.
-Si vas a visitar a tu abuela te prometo que en cuanto regreses pintare el cuadro que tanto deseas.
-¿Pintaras a la bella y la bestia?
Esto es el colmo.
Pero haré todo para sobornar a esta pequeña manipuladora.
Aunque eso signifique pintara la bella y la bestia.
-Sí, princesa.
-Ire a decirle a papá que me ayude a preparar la maleta para ir a donde la abuela.
La palabra manipuladora le queda muy pequeña a está niña.
Antes de poder decir algo, escuché varios toques en la puerta.
Levanté mi cabeza y al colocar mis ojos en la puerta observé a Pablo.
-Paola.
-Papi, quiero ir a ver a la abuela.
-¿Y ese cambio repentino?
-Deseo ir a ver a la abuela, papá.
Pablo entrecerró sus ojos.
-¿Qué le prometiste Kirk?
-¿Yo?
-No, la virgen María.
Paola deshizo nuestro abrazo para correr hacia su padre.
-Papi, el tío Kirk no me prometió nada, así que deja de buscar culpables y vamos de una vez por todas a casa de mi abuela.
Pablo entrecerró sus ojos.
-Ve a por tu maleta Paola.
-¡Pero...!
-Pero nada jovencita.
La niña hizo contacto visual conmigo antes de salir.
-Nos vemos en unos días tío.
Posterior a estas palabras me guiño un ojo.
Pobre de mí, de su padre.
Porque cuándo ella tenga más edad nos sera imposible contenernos a las pretensiones de esa hermosa niña.
La pequeña Paola se marchó de la habitación, caminando con un gargo que a muchas modelos les encantaría tener.
Pobre de nosotros.
-¿Con que te extorsionó?
-¿Por qué me preguntas eso?
-Por qué conozco a mi hija a la perfección, Kirk. Así que suelta la lengua.
-¿Averiguaste dónde está la insipida de tu mujer?
-No, y no me interesa saber nada de ella.
Las mujeres de etse tiempo lo único que buscaban es el maldito dinero. O alguien con gran verga que las haga venir como perras.
-Aunque no quieras saber nada de ella deberías saber que Paola preguntara por su madre.
-En cuanto pueda le dire la verdad.
-Le dirás que la mujer que le dió la vida se largó con un maldito millonario en cuanto pudo, dejandonos solos.
Pobre de mi manipuladora, porque ella no merecía que su madre la abandonará a su suerte.
-Kirk.
-Dime.
-Tengo que decirte algo de lo que me enteré hoy.
-Suelta la lengua.
-La señora está empeñada en encontrarte una esposa.
Solté un gran suspiro luego de escuchar esas palabras.
-No me casaré nunca, en la vida, Pablo.
-Deberias dejar esos absurdos pensamientos atrás y disfrutar de tú vida.
-Me llaman la bestia, Pablo. Soy un adefesio, un ser que infunde temor y repulsión con solo mirarme.
-No eres una Kirk.
-Lo soy y siempre lo seré.
Me coloque sobre mis pies.
-Pablo, déjame a solas por favor.
-Kirk, no quise...
-Se que tratas de guiarme por el buen camino, según tú. Pero yo no quiero dejarme guiar por ese camino. No quiero que vuelvan a engañarme o utilizarme como Ann lo hizo. Así que prefiero ser una bestia despreciable. Un ser carente de humanidad, y lleno de maldad pura.
-Kirk.
-Elijo ser este hombre, elijo ser un maldito desalmado.
-¿Fue por el engaño de ella que te convertiste en lo que ahora eres?