Itzel.
Odio con todo el corazón las despedidas.
Y mucho más despedirme de las personas que quiero.
No quiero irme, pero tengo que hacerlo.
Elsen acarició mi rostro, para después darme un fuerte abrazo.
—Te voy a extrañar Elsen.
—Y yo a tí princesa, pero lo mejor es que te marches.
La abrace con fuerza y juntas nos fundimos en un caluroso abrazo.
—En cuanto pueda vendré a visitarte.
— No tienes que hacerlo, Itzel.
—Lo haré, porque en estos tres años te has ganado mi confianza y cariño.
Elsen empezó a llorar.
—Bella…
La voz de la señora logró que alzará la cabeza para observarla.
—Digame.
—Tenemos que irnos.
Posterior a esas palabras abrace con fuerza a Elsen.
No la quiero dejar sola.
—Señora.
—¿Dime?
—Como primera petición quiero que le de un trabajo a Elsen en el que ella no realice con demasía esfuerzo físico.
—Itzel, no…
—Claro que sí Elsen.
Ella empezó a llorar mientras me abrazaba con fuerza.
—Tengo el trabajo perfecto para ella, bella.
¿Por qué me dice bella si estoy muy lejos de ser una belleza?
—¿Nos vamos? -preguntó con una sonrisa en sus labios.
—Ire a recoger mis cosas. -Elsen pronunció estas palabras mientras sonreía.
Me encargué de deshacer nuestro abrazo para que ella fuera a por su ropa.
—Señora yo…
—No te preocupes bella, porque yo haré todo lo que se encuentre alcance de mis manos para ver a mi hijo de una vez por todas felizmente casado.
¿Cuál será el misterio que envuelve a ese hombre como para que su madre tenga que buscar con desesperación a una mujer para que se case con su hijo?
—¿Por qué le buca una esposa a su hijo?
La sonrisa de la mujer se desvaneció. Para adoptar una posé sería.
—Mi hijo es un tanto especial.
—¿Batea para el otro bando?
—No.
—¿Entonces que pasa?
Antes de la mujer hablar, ambas escuchamos la voz de Elsen. Y poco después la vimos con una pequeña maleta.
—En cuanto lleguemos sabrás el porque de las cosas.
La mujer giró sobre sus pies e inmediatamente caminó hacia el auto último modelo.
—Itzel, hija. ¿Estás segura de querer casarte con el hijo de esta señora?
—Sí, aunque tenga que sacrificar mi vida para lograr lo que quiero.
—Gracias por ayudarme.
—Estare contigo en las buenas y las malas, Elsen. Y la que debería estar agradeciéndote soy yo.
Le extendí una de mis manos a Elsen. —Vamos…
—Espero que este camino te lleve a tu felicidad.
—Lo dudo mucho.
—Quizas después de todo, tu futuro esposo y tú se lleven bien.
—No, Elsen. Porque presiento que este matrimonio será un verdadero infierno.
Elsen tomó la mano que le ofrecí y me dió un leve apretón de manos.
—Hasta la bestia más horrenda tiene un corazón que vale oro Itzel. Así que dolo tienes que tratarla con delicadeza para que los verdaderos sentimientos salgan a relucir.
—¿Por qué me dices eso?
—Porque necesitaras recordar mis palabras, algún día.
—Bueno, si tú lo dices.
Elsen y yo empezamos a caminar hacia la salida de la casa, y en el momento en que íbamos a salir gire mi cabeza hacia la modesta casa en al que viví tres largos años.
—Gracias por ser mi refugio por estos tres años.
—Gracias a tí por llegar a mi vida, Itzel. -Elsen apretó con fuerza mi mano. —Vámonos, Itzel.
Posterior a esas palabras ambas salimos de la casa.
Espero que el camino que voy a tomar sea la gran fortuna de mi vida.
Espero poder regresar a casa.
A los brazos de mi familia.
Al castillo de la reina.
A mi dulce hogar.
(***)
Abrí mi ojos como platos en cuanto el chofer aparco el auto en frente de la que sera mi casa desde este día.
Esta casa el idéntica a la mía.
—Bienvenidas seas Bella a tu nuevo hogar.
Mis ojos se cristalizaron luego de escuchar esas palabras.
El chófer abrió la puerta del auto y extendió una de sus manos hacia la señora.
Quién no dudo en aceptar la mano del hombre.
Cuando la mujer estuvo afuera del auto, el hombre extendió su mano hacia mí.
—Bienvenida señorita.
Acepté la mano que él me ofreció, y me dispuse a salir del auto último modelo.
—Bella…
—¿Por qué me dice Bella, si ni nombre es Itzel?
—Por qué mi hijo y tú reencarnarán la historia de la bella y la bestia.
¿La bella y la bestia?
—¿Qué quiere decir con eso?
Antes de que ella pudiera responder se escuchó un gran grito y posteriormente dos disparos hacia el aire.
—No tengas miedo bella. Porque él ladra pero no muerde.
La bestia.
—No le tengo miedo y nunca se lo tendré.
—Oh, querida. Sin duda alguna eres perfecta para el papel de esposa.
—¿Cuándo es la boda?
—Estaba pensando que podría ser dentro de un mes.
Negué. —Quiero que la boda sea mañana mismo, señora.
—Pero y los preparativos.
—La mismo diablo con los preparativos, porque su hijo no quiere una boda y yo tampoco así que no hay que ponerle tanto empeño a eso.
—Entonces mañana será su enlace, Bella.
—¿Cuál es la cantidad que esta dispuesta a darme?
—Quinientos mil dólares.
—Quiero un millón de dólares, señora.
La mujer sonrió.
—Eres muy astuta Bella.
—Una mujer precavida vale por dos.
Un nuevo grito volvió a llenar mis oídos.
En en vez de correr despavorida al auto empecé a caminar hacia la casa.
Si mi futuro dependerá de casarme con este sujeto entonces tendré que sacar mis armas de guerra porque esta bestia no va ceder.
Me tomé el atrevimiento de tomar entre mis manos el pomo de la puerta y girarlo, le hice un poco de fuerza a la puerta para abrirla. Y cuando está estuvo abierta mis ojos escanearon la casa por completo.
Me apresure a entrar a la casa.