Un descendiente para la bestia. [#5 De La Saga Heredero]

Capítulo 8: La naturaleza de la bestia.

Itzel.

En cuanto el juez anuncio que Kirk me podía besar,la bestia soltó un gruñido bestial, para después largarse del jardín con bastante prisa.

Tras esto el juez me dio una mirada que reflejaba compasión.

—Usted ha de saber que no todos los matrimonios de esta índole empiezan bien, señor juez. Pero le aseguro que mi matrimonio con la Kirk, terminara de maravilla.

Después de estas palabras, gire sobre mis pies.

Y entre las pocas personas que se encontraban en el jardín, busqué a la bestia.

Pero para mi mala suerte no distinguí a mi ahora esposo.

—¿Buscas algo Bella?

La voz de Mail me hizo maldecir en mis adentros. Pero ni modo. Tengo que aguantarlo.

—Busco a mi marido, ¿lo has visto?

—La bestia ha de estar invocado a todos los demonio, para que te largues de su vida. Y no dudaría en pensar que él acudirá a practicantes de magia negra para matarte.

Enarque una ceja.

—Deja la maldita palabrería y dime donde está la bestia.

—¡Que no se joder…! ¿Acaso piensas que soy el niñero personal de tu marido?

—No sería raro que fueras niñero de la bestia.

—Te deje pasar lo del agua, pero si sigues tendré que cobrarte de alguna manera… y estoy bastante seguro de que no te gustaría ver de lo que soy capaz, Bella.

—No eres capaz de hacer nada, más que follar a descerebradas que caen en tu absurdo juego.

Mail, sonrió levemente.

—Eres una joyita, Bella… -Mail extendió una de sus manos hacia mi rostro, pero antes de que pudiera tocarme retrocedí. —Una joyita que lastimosamente no puedo corromper.

Ya sabía yo, que este engendró del mal está más que loco.

—Pobre de tí, si colocas tus manos en mí.

—Pobre, con el corazón roto y enamorada hasta los huesos, terminarás cuando la bestia te aparte de su lado.

Pobre, no creo.
Con el corazón roto y enamorada hasta los huesos, creo que sí. Pero ya no hay nada que hacer.

—Por lo menos yo sí tendré un poco de diversión extramarital antes de envegecer.

—¿Me llamaste viejo?

—No, como crees… -inquirí con ironía. —Si no te molesta iré a ver a mi marido.

—Kirk, se gano la lotería contigo.

—Es grandioso que alguien reconozca que soy lo mejor que pudo llegar a la vida de la bestia.

Mail sonrió levemente. Para después agregar varias palabras. —Se gano la lotería porque tendrá el placer de hacerte trizas, pequeño demonio.

—Si él lo intenta, saldrá perdiendo.

—Me mudaré con ustedes unos días para presenciar aunque sea el inicio de su guerra.

—Te quiero lejos de Kirk, si le vas a llenar la cabeza de pura mierda.

—Oh, pequeño demonio… no solo le llenaré la cabeza de mierda, haré que la bestia haga alusión a su nombre.

Apreté con fuerza la falda de mi vestido.

Contuve mis ganas de borrarle la maldita sonrisa que tenía a golpes.

—No te metas en mi camino, Mail Salvatierra, porque cuando me lo propongo puedo ser un grano en el trasero.

—Fuiste tú quién declaró la guerrera al hecharme agua helada encima, Bella.

—Lo hice porque tú te lo buscaste… ¿o es que te parece poco presentarte en la casa de tu primo ante el llamado de éste, para tratar de sacarme del medio ofreciéndome sexo sin compromiso y dinero?

—Ante una buena petición y tus buenas nalgas no me quedó de otra que aceptar la locura que Kirk me propuso.

—Eres un enfermo, Mail.

—No hay que estar enfermo para disfrutar sin tapujos el sexo, Bella.

—Lo estas, y de eso no hay discusión.

Mail hizo una mueca de fastidio antes de sacar de sus bolsillos un puro.

—Debiste aceptar lo que yo te ofrecía, Bella.

—No quiero lo que tú me puedes ofrecer, Mail. Quiero lo que Kirk me puede dar, de él lo quiero todo.

—Terminaras siendo exterminada como una cucaracha.

—Si eso llega a pasar por lo menos tendré la convicción de haber entregado mi alma y corazón en el campo de batalla.

Posterior a estas palabras retome mi caminata.

Se que estoy arriesgándome por algo que no sé si es seguro.

Estoy consciente de que puedo salir lastimada de este matrimonio, pero aún así no pierdo la esperanza de que todo terminé de manera diferente.

—Itzel, hija.

La voz de Elsen me obligó a salir de mis pensamientos, así que detuve mi paso.

—Elsen… ¿has visto a la bestia?

—Sí, hace un rato lo vi marcharse a toda prisa hacia la cochera de la casa.

Si piensas que vas a escapar de mí estas muy equivocado.

—Elsen, iré a por mi ahora esposo.

—Pero…

—Disfruta por mí de la fiesta, querida.

Antes de que ella pudiera detenerme retome mi andar con más rapidez.

Caminé lo más rápido que el vestido de novia me lo permitió.

Una vez que estuve al frente de la cochera, observé a la bestia a punto de salir de la casa.

No te vas a escapar de mi con tanta facilidad bestia.

Primero muerta antes que dejarte ir a quién sabe dónde.

Así que no me quedo más que correr hacia el control de la puerta y presionarlo para que las puertas de la cochera se cerraran.

—¡¿Qué diablos haces?!

—Estoy impidiendo que te marches, bestia.

—¿Ahora también quieres controlar mis salidas?

—Sí, porque no permitiré que te vallas a gozar a lo lindo, cuando no hace prácticamente ni treinta minutos de que nos cansamos.

Kirk se bajo del auto, y caminó hacia mi con paso decidido.

—No me voy a quedar aquí, presenciado está ridiculez. Así que quita tus manos de ese botón si no quieres que te rompa los brazos.

¿Romperme los brazos?

¡Ja…!

—No me hagas reír a carcajadas, bestia.

—¡Quítate…!

—No retirate mis manos de ese botón, así que obligarme.

El furioso hombre se acercó peligrosamente a mí, pensando que con una mirada fulminante y esa aura oscura me amedentraria.

—Apartate si no quieres ir a parar al hospital.

—Si me envias al hospital, haré que te cobren una suma exorbitante y también haré que pases varios días en la cárcel.




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