Itzel
Durante el recorrido por la empresa la bestia se portó diferente conmigo, pero todo cambio al llegar a casa.
—Tienes prohibido salir de casa.
—Esos cambios tuyos me tienen harta.
—Dame el divorcio.
—No te lo daré, bestia. Así que tendras que aguantarme por el resto de tu vida.
La bestia entró a la casa azotando la puerta.
Y yo ante esto sonreí.
Seguí de cerca los pasos de la bestia, y justo cuando se iba a poner a subir las escaleras alcé mi voz.
—¿No me daras un beso de buenas noches?
Kirk detuvo sus pasos, para colocar sus ojos en mí.
—Vete al mismísimo infierno.
—Gracias carino, tu también ten un bonito y reparador sueño. Y si no es mucho pedir sueña conmigo completamente desnuda.
Mi esposa me lanzó una fervientemente mirada para después retomar su camino.
—Si quieres me puedes esperar desnudo para que empecemos a explorar nuestra sexualidad.
Kirk volvió a detener sus pasos.
—Brincos dieras, pero lamentablemente decirte que no te saldrás con la tuya, porque yo no estoy dispuesto a meter mi verga en tí.
—No seas un mal esposo, Kirk… y dame aunque sea un probadita de todo eso que te cargas. -para este punto la bestia formó sus manos puños y empezó a descender de las escaleras. —Te prometo que seré suave contigo…
Sin temor me coloque a los pies de las escaleras, esperando que él descendiera de las escaleras.
—Además del dinero, ¿es sexo lo que buscas?
Me relamí mi labio inferior, antes de responder.
—Si me ofreces tu cuerpo podemos llegar a un acuerdo, mi amor. -la bestia abrió sus ojos como platos. —Esperame desnudo en la habitación, y quizas así te pueda dar el divorcio.
—No caeré en tu juego absurdo.
—Pues entonces atente a las consecuencias.
—Me importa poco tus malditas consecuencias.
Mi esposo coloco sus iris en mí, y me miró fijamente.
—¿Sabes lo que estas tratando de hacer?
—Comprar tu cuerpo, no es algo del otro mundo esposo.
—Sexo, todo lo haces por sexo.
—Si me dejas probarte, quizás las cosas entre nosotros podrían cambiar.
—No caeré en tu juego.
Oh, bebé.
Eso está por verse.
—Bestia, cariño. Me gustaría mostrarte un par de bikinis que compré. ¿Te gustaría darle el visto bueno?
Caminé hasta estar a solo un escalón de la bestia. Y no dude en colocarme de punta, para llegar a su cuello.
Aspiré el rico perfume de Kirk.
Oh, Dios. Este hombre me encanta a un grado arrollador.
Lo quiero para mí, pero para eso se que tendré que luchar contra la inseguridad y el dolor que le causaron hace años.
—Hueles de maravilla, bestia.
—A-Alejate de mí. -pidio con voz entrecortada.
Es bueno saber que con un poco de acercamiento entre nuestros cuerpos logro afectarte, bestia mía.
—¿Cómo será tu toque, en mi piel desnuda?
—Alejate…
—No quiero alejarme de ti.
La bestia trato de alejarse de mí, pero antes de que pudiera hacerlo tomé entre mis manos su corbata.
Coloque mis iris en los de él, y por un corto segundo el mundo se detuvo entre nosotros dos.
Miré sus labios y me fue imposible no desear besarlos.
La bestia por su parte se encontraba mirando fijamente mi rostro.
Acerqué mis labios hacia los de él, y ante esto la bestia me sorprendió al tomar la iniciativa de acercar su labios a los mios.
Cuando nuestro labios estuvieron a punto de rozarse, escuchamos ruidos perteneciente al estúpido de Mail.
La bestia sacudió su cabeza para después deshacer el agarre que mantenía en su corbata.
No.
Adiós oportunidad de comerle la boca a este monumento de hombre.
—Ahora puede der que te hayas escapado de mí, pero para la próxima me aseguraré de que no hayan moros en la costa.
—No habrá próxima vez.
—No cantes victoria tan pronto. -él ante estas palabras hizo una mueca, la cuál renovó el deseo de comerle la boca. —Esperame desnudo en la habitación, mi amor.
Un borracho Mail caminó hacia las escaleras y para mi desgracia empezó a gritar. —¡Bella…! E-Eres hermosa. Cásate conmigo… huyamos a una isla nudista, ¡vamonos lejos de Kirk…!
—Creo que hoy no podras esperarme desnudo, bestia porque tu primo te necesita, pero mañana no te salvas.
—Callate.
—Me puedes callar comiéndome la boca.
—Bella… quítame las ganas que tengo de tí.
Ante esas palabras Kirk rodó sus ojos.
—Nos vemos mañana, querido.
Me dispuse a empezar a subir las escaleras, pero antes de poder continuar Kirk colocó una de sus manos en mi brazo.
—¿A dónde crees que vas?
—A la nuestra habitación.
Posterior a estas palabras la bestia negó.
—Tú no iras a ningún lado, porque la que lidearas con Mail serás tú.
Enarque una ceja.
—¿Yo por qué?
—Por que me da la maldita gana. Así que ve a por tu borracho.
—¡BELLA, HUYAMOS DE ESTE LUGAR…!
Antes de poder reaccionar la bestia empezó a subir las escaleras con cierta prisa.
—Bella…
Golpeé con fuerza las escaleras. Y cuando coloque mis ojos en Mail, esté sonrió.
Y como el gran idiota que es calló de brunces contra el suelo.
—Auch…
Me apresure en bajar las escaleras, cuando vi un hilo de sangre en el suelo.
Este se ha matado.
—¡Mail…!
—Oh, bella. Lo que hago porque Kirk no me mate.
Enarque una ceja, para después golpear la cabeza de Mail, justamente donde él se había golpeado.
—¡ME ESTAS QUERIENDO DECIR QUE INTERRUMPISTE MI GRANDIOSO BESO, SOLO PARA QUE KIRK NO TE GOLPEARA…!
—Tuve que hacerlo, Bella. Perdóname.
Volví a golpear a Mail, pero en está ocasión lo golpee con más fuerza.
—Bella, es que no ves que me estas golpeando donde me acabó de golpear.
—Deberia buscar una sartén para abrirte la cabeza.
—¿De dónde has sacado ese lado malévolo, Bella?
—Tu lográs sacar lo peor de mí, pecador del diablo.