Kirk
Sonreí con júbilo, para después llevarme la copa de vino a los labios.
—Por fin saldré de esa maldita mujer. Mañana es un día de victoria para mí.
Cerré mis ojos y deje que la música llenará mis oídos.
—Por fin volveré a ser un hombre libre.
Me deje llevar por la hermosa melodía que apaciguaba la estancia.
Pero para mi mala suerte la tranquilidad de la estancia acabo cuando mi madre ingreso a la habitación.
—¡KIRK…!
—¿Qué sucede madre?
—Tu esposa no aparece. -ante esas palabras me obligué a no soltar una gran carcajada.
—No te preocupes por ella mamá, porque ella ha de estar de fiesta no se donde… mañana quizas aparezca. -después de inquirir estas palabras me lleve la copa de vino a los labios.
—Kirk… deberías estar buscándola hasta por debajo de las piedras por que…
—¿Qué sucede?
—Si Bella no aparece las acciones de la empresa que antes me pertenecían irán a parar a las manos de Vince Carter, nuestra competencia. Tú enemigo.
La copa que antes mantenía sostenida por mis manos, resbalo de está.
—¿¡Qué…!? -pregunte con exaltación para después colocarme sobre mis pies. —¡¿Qué mierdas hiciste, mamá?!
Mi madre alzó su cabeza en posé desafío.
—Le cedí mis acciones a tu esposa, y ella hizo un acuerdo con Vince si ella desaparecía repentinamente.
No.
Mi empresa no puede caer en manos de ese traidor.
Así que por más que me moleste tengo que traer de vuelta a esta casa a mi maldita esposa.
—Cuando regrese tú y yo hablaremos seriamente madre.
—La culpa es toda tuya por no dar tu brazo a torcer.
—¿Qué parte de que no puedo da rmi brazo a torcer no entiendes mamá?
—Deja el pasado atrás hijo. Y céntrate en el presente, porque es el presente el que te garantizará tener un futuro lleno de amor.
—No quiero el amor, para ese maldito sentir no hay cabida en mi corazón.
Mi madre hizo una mueca antes de girar sobre sus pies.
—Encuentra a tu esposa antes de que esa sanguijuela metá sus narices a la empresa.
Imaginar que ese malnacido se apoderé de lo único bueno que me queda me hierve la sangre.
—Antes de dejarte entrar en mi empresa, te mató Vince Carter.
Tras emitir esas palabras me dispuse a caminar con bastante prisa hacia la salida de la estancia.
Y justamente al lado de la puerta me encontré con Mail, quién se encontraba hablando calurosamente con alguien.
—No se como rayos se desapareció… ¡no sé maldición…! Me distraje un momento y al otro ella ya no estaba. Cabrera, haga todo lo que este en sus manos para encontrarla.
Mail colgó la llamada, y cuando sus ojos se colocaron en los míos desvío la mirada.
—Kirk, perdí a tu esposa.
Ver a Mail tan afligido, desató en mí en la culpa.
Todo por mí culpa.
—En este momento has de estar odiándome.
—Mail…
—Se que no debí invitar a Bella de fiesta, pero al ver lo mal que la trataste no me pude resistir a invitarla para que se contentara un poco.
Mi primo se acercó a mí, y sin dudar me abrazó. Lo cual incremento el sentimiento de culpa.
—Mail, deja de lloriquear como nena cuando le arrebatan un juguete. Porque esa mujercita va aparecer.
—¿Estás seguro de que ella volverá?
—Sí, así que deja de lloriquear y ve hacer algo productivo.
Mail deshizo su abrazo.
—¿Abriste mi regalo?
—No, pero más tarde lo haré.
Ante estas palabras Mail asintió.
—¿A dónde vas?
—Iré a resolver unos problemas en la empresa.
El pescador sonrió, y esa sonrisa no me dio buena espina.
—Ve, tranquilo. -asentí no muy conforme. —Y si me entero de algo concerniente a tu mujer, te llamaré de inmediatamente.
—Como quieras…
—Ire a darme un reconfortante baño.
Mail se marchó con bastante prisa.
Y yo volví a retomar mi camino hacia la salida de la casa.
E inmediatamente la voz de Pablo inundo mis oídos. —Kirk.
—Se lo que me vas a decir así que ahorrate tus comentarios.
—Te dije que secuestrarla traería problemas.
—Ni me lo recuerdes, porque me enervó.
—¿Vamos a ir por ella?
—Claro porque por nada del mundo permitiré que ese gusano se quede con lo que es mío.
Pablo asintío, para después empezar a caminar hacia la cochera.
—¿Cuando regresa mi niña?
—Dentro de dos días. Aunque he de admitir que esa manipuladora está haciendo todo lo que se encuentra entre sus manos para volver antes.
A pesar del dolor de cabeza que estoy sintiendo en este momento, me atreví a sonreír.
—Extraño mucho a mi niña.
—Deberías ponerte en guardia y hacerle un par de niños a tu esposa, para ver si de esa manera logran dejar de pelear como perros y gatos.
—No quiero hijo, Pablo.
—Eso decía yo, y hay tengo a una hermosa princesa.
Negué.
—Yo con esa mujer, ni a la esquina.
Pablo se atrevió a sonreír.
—Aunque trates de negarlo se que en el fondo de tu corazón esa mujercita como la llamas se ha calado en lo más profundo de tí. Esa mujer, está logrando que la bestia poco a poco deje de luchar contra lo que siente.
—No siento nada por esa mujer.
—¿Entonces ese beso que fue?
Ante esas preguntas hice silencio porque no tenía palabras para contradecir a Pablo.
—Kirk, deja el pasado. En el pasado y céntrate en labrar un buen presente.
—¿Y si ella hace lo mismo que Ann? ¿Y si ella me traiciona de la manera mas vil y rastreara que existe?
—Ann, y tú esposa no son iguales. Solo basta con verlas para saberlo.
No conozco lo suficiente a Bella pero eso me basta para saber que ella no es igual a Ann.
Bella es única, pero no por eso me puedo volver arriesgar.
Pero no puedo arriesgarme a perder nuevamente.
No puedo.
—Vamos a por esa mujer.
—Mejor dirás que vallamos a por tu esposa.
Forme mis manos puños.
—Deja de hablar y céntrate en conducir el auto.