Itzel.
Abrí mis ojos y los primeros que inundo mi cabeza fue la maravillosa noche que Kirk y yo tuvimos.
Mi bestia, hace gran alusión a su nombre en la cama.
—Caíste en mis garras Kirk.
Luego de verbalizar estas palabras gire mi cabeza hacia la almohada en la que Kirk coloco su cabeza después de terminar nuestra función de placer, y para mi sorpresa encontré una rosa roja.
Tomé la rosa entre mis manos y no pude contener los gritos de felicidad.
Él… ¡Ah!
—Hola.
Una dulce voz llamo mi atención.
Coloque mis ojos en ella y visualice a una pequeña niña.
—Hola.
—Papi, me dijo que eras la esposa de tío Kirk, ¿es es cierto?
Le brinde una gran sonrisa, para después asentir.
—¿Una esposa puede hacer niños?
—Sí, pequeña.
—Entonces yo quiero que hagas una niña y dos niños. ¡Por favor…! ¿Cuando estarán listos?
—Pequeña vaquera, detén tu caballo porque vas muy rápido.
La niña ladeo la cabeza.
—¿Qué es una vaquera?
—Es…
Kristen me interrumpió antes de que pudiera explicarle a la niña.
—Nena, cariño. Tu papá te espera.
La niña dudo por un segundo para después marcharse a toda prisa.
Kristen por su parte ingreso a la habitación, y por la sonrisa que mantenía en sus labios tengo la sospecha de que escuchó lo que sucedió anoche.
Desvíe mis ojos y senti mis mejillas sonrojarse.
—Bella.
—Yo…
—Creo que deberías hacerle una dulce visita a mi hijo en la empresa.
Tras escuchar esas palabras coloque mis ojos en los de Kristen.
—¿Crees que él querrá verme?
—Si después de la función de anoche no te quiere ver tendremos que tomar cartas en el asunto.
Abrí mis ojos desmesuradamente.
—Kristen.
—Oh, querida. No tienes porque avergonzarte.
—Es que yo…
Kristen tomó asiento en la cama.
—Se que sientes vergüenza, pero no debes de sentirla Itzel. No cuando este es el medio para darme la mayor bendición que puedo tener después. Itzel, gracias por llegar a nuestras vidas, por querer sin reparó a mi hijo y por ser el medio que traerá al desendiente de Kirk a este mundo. Gracias por darme la esperanza de ver un nieto antes de morir.
Me lancé a los brazos de Kristen para dar un fuerte abrazo.
—Hare todo lo que esté en mis manos para cumplir el deseo de conocer al desendiente de Kirk.
—Entonces manos a la obra. Porque un niño no se hace sola. -Kristen deshizo nuestro abrazo tras esas palabras. —Te ayudaré a pulir más el diamante para que vuelvas loco a Kirk.
—Kristen…
—¿Dime?
—¿Por qué ese cambio tan drástico de Kirk?
La sonrisa que Kristen mantenía en su rostro se borró.
—¿Por qué de la noche a la mañana Kirk, decidió acudir a mi lecho? ¿Será que me hizo su mujer bajo las influencias de algo…?
La madre de la bestia se sentó en la cama, y evito mirarme.
—Bella, tengo que confesarte algo.
—Soy todas oídos.
—Desde hace varios días le pedí a Elsen que colocará un poco de afrodisíaco en la bebida de Kirk.
Enarque una ceja.
Con que afrodisíaco.
—Por eso fue que él se metió a mi cama…
—Sí, pero estoy segura de que él deseaba meterse en tu cama.
—Sea como sea, Kirk Salvatierra se metió a mi cama, así que vamos avanzando.
Kristen colocó sus ojos en mí para después sonreir.
—Sin duda alguna hice una gran elección al elegirte como la esposa de mi hijo.
—Bendito sea el día en que apareciste por esa puerta.
—Eres un sol cariño.
—Y tú mi luna.
Abracé a Kristen y ella me devolvió el abrazo con gran intensidad.
—Vamos a pulir ese diamante.
—¿Harás magia en mí?
—Cariño, ¿Dudas de mis habilidades?
—No, pero no estoy muy confiada en que…
—Deja todo en mis manos y veras como mi hijo no se resiste a tus encantos.
Le brinde una sonrisa para después envolverme en la sabana.
—Ire a bañarme, para que hagas tu magia.
Me dirigí al baño y tan solo fue entrar para ver los estragos que la bestia causo en mi cuerpo.
—Poco te faltó para devorarme, Kirk.
Sonreí sin ningún reparó. Para después acaricar mi hombro, donde la bestia me dejó una marca.
—De bestia pasaste de ser un vampiro sediento de sangre, Kirk. -tras estas palabras deje caer la sábana, para después entrar en la bañera.
Una vez acicalada, envolví mi cuerpo en la toalla. Y me permití salir de la habitación.
—Tengo todo listo para dejarte como la diva que eres.
Kristen me extendió un vestido, el cuál no dude en hacerle una crítica constructiva.
—Kristen, no creo que deba colocarme un vestido de diez dedos sobre mi rodilla.
—Lo que no se exhibe no se vende, así que colócate ese vestido y ve a cazar a mi hijo.
—Pero…
—Ve a colocartelo sin discutir una sola palabra, Bella.
Tomé el vestido y tras darle una mirada de desaprobación gire sobre mis pies.
—Pense que yo estaba loca pero tú te has ganado el trono Kristen.
—Es un honor para mí reemplazarte, Bella. Te prometo que haré todo lo que esté entre mis manos para llevar con orgullo mi título.
Me atreví a rodar mis ojos.
Y yo que pensaba que la que está loca de atar soy yo…
Deshice el agarre que mantenía sobre mi toalla, y la retire de mi cuerpo.
Entrecerré mis ojos observando el minúsculo vestido que Kristen me busco.
—Kristen, estoy segura que Kirk se molestará tras alegar que por ser su esposa no debería estar vestida con un trapo que apenas me cubre las nalgas.
—¡¿Dé cuando a donde mi hijo te gobierna?!
Me mantuve en silencio porque las palabras que Kristen ha dicho son más que ciertas.
Kirk Salvatierra no me gobierno y nunca lo hará.
Sin darle más vueltas al asunto me coloque el vestido, y al verme en el espejo abrí mis ojos con desmesura.
—Kristen porque este vestido muestra el trasero que ni en suelos tendré.