Un descendiente para la bestia. [#5 De La Saga Heredero]

Capítulo 24: Sola.

Itzel.

Varios pasos después las lagrimas descendieron de mis ojos, y fue imposible detenerlas.

Me limpié las lágrimas con pesar, para después empezar a caminar con rapidez.

—Itzel.

Detuve abruptamente mis pasos, en cuanto escuché la voz de Elsen.

—Elsen…

—Itzel, cariño… me equivoqué con la predicción que hice sobre ustedes. -negue. —Pensé que la bestia sería tu lugar seguro pero al parecer me equivoqué.

Elsen agachó su cabeza.

—No te equivocaste, porque Kael Salvatierra será mi lugar seguro.

Elsen alzó su cabeza y colocó sus ojos en mí.

—¿Quién es Kael?

—El descendiente de la bestia. Mi hijo.

Los ojos de Elsen se abrieron como platos.

—¿Estas embarazada…?

—Sí.

Elsen sonrió para después lanzarse abrazarme.

—Me encantaría acompañarte, Itzel.

—Es mejor que te quedes con Kristen.

—Itzel, tengo que cuidar de tí.

—Yo puedo cuidarme sola Elsen. -ella negó. —Te prometo que estaré bien.

—No permitiré que te vallas sola.

—¡Elsen, entiende…!

—Ya te dije que no permitiré que te vallas sola. Así que está decidido… te acompañaré, estaré a tu lado en todo momento y cuidaré de Kael como si fuera mi propio hijo.

—Elsen, yo puedo cuidarme sola.

—Que no, te dije.

Abracé con bastante fuerza a Elsen, y ella me devolvió el abrazo con la misma intensidad.

—Antes de marcharme me gustaría hablar con Mauro. ¿Traes tu teléfono contigo?

Elsen asintió.

Deshicimos el abrazo y Elsen se apresuró en buscar su teléfono. Para luego extendermelo.

Lo tomé entre mis manos y tras hacerlo me dirigí a la sección de llamadas, busque el número de Mauro entre los contactos. Y antes de marcar el número, suspiré.

Me lleve el teléfono al oído y el característico timbre del llamada inundo mi cabeza. Tras varios timbres, Mauro respondió la llamada.

—Hola, Elsen.

—Soy Itzel, Mauro.

—Itzel, hija… no sabes la alegría que me causa escuchar tu voz.

—La alegría es mutua Mauro. -tras esas palabras de fondo escuché la inigualable voz de mi padre. —? Cómo está todo?

—Peor que antes cariño, pero hay vamos.

Hice una mueca.

—Llamo para despedirme de tí. -luego de esta declaración Mauro hizo silencio. —¿Mauro, estas hay?

—¿Qué pasa, Itzel? ¿Por qué te despides?

—Me marchó al extranjero.

—¿Pero cómo…? Si tú no tienes el dinero para hacerlo.

—Es difícil de explicar, Mauro.

—¿Qué hiciste, Itzel?

—¿Yo…? Nada. ¿Por quién me tomas Mauro?

—Itzel, no te marches…

—Ya es muy tarde Mauro.

—No… Itzel.

—Gracias por cuidarme todos esos años… te prometo que en cuanto vuelva me pondré en contacto contigo.

Antes de que él pudiera decir alguna palabra colgué el teléfono. Para después entregárselo a Elsen.

—Mauro, no se quedará tranquilo hasta que hables con él.

—Para cuando él quiera detenerme ya estaremos casi llegando a nuestro nuevo destino.

Elsen asintió. Para luego abrázame.

—Itzel, ya es hora…

Alce mi cabeza y coloque mis ojos en Kristen.

—Kristen.

—No tengas miedo, Bella.

—No lo tengo, es que…

—No niegues que tienes miedo, cuándo lo puedo ver presente en tus ojos. Así que es mejor que me digas lo que te atemoriza.

—No quiero dejarte sola.

—No estaré sola, hija.

—Y sí…

Kristen se acercó a mí.

—Estoy segura que no me moriré antes de conocer a Kael.

—Prometeme que lucharás para ver al descendiente de tu hijo.

Kristen colocó una gran sonrisa en sus labios, para después responder. —Te lo prometo.

—¿Qué pasara con la separación?

La madre de la bestia trago saliva, para después encogerse de hombros.

—Kristen, yo…

Antes de que pudiera terminar escuché la voz de Kirk justo detrás de mí.

—No te daré ni un centavo de mi dinero.

Formé mis manos puños y negue.

—Nunca me ha interesado tu dinero, Salvatierra.

—No parece, mujecita.

—¡Kirk…! -Kristen reprendió a la bestia, y el muy descarado hizo caso omiso a las palabras de su madre.

—A otro ratón con ese queso, mujecita.

—Piensa lo que te venga en gana, Salvatierra… por que eso me tiene sin cuidado.

Kirk sonrió, para luego caminar hacia mí.

—¿Por qué no te largas de una vez por todas?

—Eso iba hacer, pero tu llegaste a importunar con tu presencia.

La bestia me brindo una mirada fulminante. Y yo se la devolví con la misma intensidad.

—Itzel, el helicóptero las está esperando…

—Ya voy, Kristen. Solo deja que me despida de tu hijo.

—Ya yo te dije lo que tenía que decirte… así que te puedes ir.

—Claro que si, Salvatierra. Ahora la que falta por hablar soy yo… y no me iré de este lugar sin patearte las bolas.

—Largate de una vez por todas y déjame en paz.

—No me ire sin dedicarte unas cuantas palabras. Así que has silencio y abre muy bien tus oídos…

Di varios pasos hacia él y Elsen y Kristen se colocaron al frente de mí.

—Di lo que tengas que decir y lárgate…

—Eres un estupido por dejarme ir… y mucho más por elegir a esa… mujercita que fue capaz de traicionarte pir encima de mí, que soy tu esposa… pero, ¿Qué se puede esperar de tí…? Espero que por lo menos intentes ser feliz con tu mujer, Salvatierra.

—¿Dé que mujer hablas, Itzel?

—De la mujer que tu hijo ama -Kristen enarcó una ceja luego de escuchar esas palabras. —Ann es la mujer a la que según él no le doy ni por los tobillos por ser tan perfecta.

La bestia colocó sus ojos en su madre para luego negar.

—No quiero a otra mujer que no sea Itzel en mi casa.

—Madre por sí no lo sabes la casa también es tan tuya como mía, así que yo puedo llevar a quien me de la gana, y cuando me de la gana.

—Si llevas a esa mujer, te juro por lo más sagrado, que es la memoria de tu padre que la sacan muerta.

Kristen matando a alguien.




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