Un descendiente para la bestia. [#5 De La Saga Heredero]

Kirk Salvatierra.

Kirk.

Puedo decir a boca llenas que nada ha sido lo mismo luego de que Itzel se marchará.

Una de las cosas que han cambiado es que he dejado de usar la máscara, porque ya no me importa lo que los otros piensan de mí. Otra cosa que ha cambiado es mi forma de ver la vida… antes para mí todos eran desertores, ratas miserables que buscaban aprovecharse de mi nombre y posición, pero ahora me da lo mismo si se acercan a mí por mi dinero.

—Kirk. Deberías tomarte un descanso.

—Pablo, si no quieres que te mandé a exprimir naranjas es mejor que hagas silencio.

Pablo rodó los ojos, para después tomar asiento a mi lado.

—Se que la extrañas.

—No se de que hablas, Pablo.

—Puedes engañar a todos los que están a tu alrededor pero no a mí. -trate de ignorar sus palabras, pero para mi desgracia él siguió torturándome. —Se que unos meses después de que ella se marchara, contrataste a un investigador para que le siguiera los pasos a tu esposa.

Deje de aparentar mirar los papeles para centrar mis ojos en Pablo.

—Ella todavía es tu esposa porque no presentaste ante el tribunal los papeles del divorcio, que ella redactó y firmó.

—Esa mujecita no tiene el derecho de dejarme.

—Oh, claro… haré que te creó que no presentaste la demanda de divorcio por orgullo.

Le brinde una mirada fulminante a Pablo, y volví a tomar el montón de papeles entre mis manos.

—Te pido de favor que me dejes a solas.

—¿Te incomoda que te diga la verdad? Porque si es así, eso comprueba mis sospechas.

—Me da lo mismo lo que pase con… esa mujecita.

Los ojos de Pablo brillaron luego de escuchar esas palabras. —¿Estas seguro que te da lo mismo lo que suceda con ella? Porque la información que manejo me dice todo lo contrario, Kirk.

Golpe la mesa con fuerza y ante esto Pablo ni se inmutó.

—¿Mail te esta pagando para que me amargues la vida?

—Deberias saber que yo no recibo dinero de cualquier persona. En ese ámbito soy bastante exclusivo.

—¿Entonces estas haciendo esto solo para molestarme?

Pablo negó.

—Lo hago para hacerte reaccionar.

—No tienes que hacerlo, Pablo, así que te pido que te retires de mi oficina, para ver si así puedo concentrarme.

Pablo se colocó sobre sus pies. Y justo cuando pensaba que iba a descansar de las palabras molestosas de él, volvió hablar.

—La amas Kirk, y tú muy bien lo sabes. Porque si no la quisieras no hubieras estado dispuesto a tomar el primer vuelo después de ver las fotos que ese detective de Itzel, riendo muy gustosamente con un hombre.

Luego de traer a recuerdo ese día, forme mis manos puños. Y apreté mi mandíbula ante el inminente disgustó que sentí.

—Ella no tiene derecho a reir con hombres, cuando todavía está casada conmigo.

—Cuanto más dures para correr hacia ella, más cosas te vas a perder de la vida de…

—¿De quién?

—Nada, olvida todo lo que te dije.

Pablo se apresuró en salir d ela oficina, y luego de que me encontrará solo golpee la mesa con fuerza. Para después llevarme las manos a la cabeza.

—¿Por qué no te puedo sacar de mi mente? ¿Por qué estas presente día y noche, a todas horas?

Posterior a esas palabras extendí mi mano hacia un cajón, lo abrí y tome lo que se encontraba en el cajón.

Apreté la braga entre mis manos, y en es momento me sentí el hombre más Maldito por dejarla marchar.

Muchas han sido las noches las que me he recriminado por dejarla marchar pero, todo sea por que ella logré sus sueños.

—Eres un maldito tormento, mujecita. Un tormento que me muero por volver a tener a mi lado. Por tener a mi lado, por besar, por tocar… por amar. Maldita mujecita provocadora, te metiste en cada poro de mi piel. Y me volviste adicto a tí.

Me coloque sobre mis pies luego de recitar esas palabras, y después de dar varios pasos sentí como todo a mi alrededor me daba vueltas, cerré los ojos esperando sentirme mejor pero eso nunca sucedió.

Y solo fue cuestión de segundos para que perdiera el conocimiento en plena oficina.

Me voy a morir, por culpa de esa mujercita…

(***)

Abrí mis ojos luego de sentir un fuerte olor a alcohol en mis fosas nasales. Y lo primero que vi fue el rostro de Pablo.

—Kirk, ¿Te encuentra bien?

—No hay nada de que preocuparte, Pablo. Porque ya has de estar acostumbrado a mis desmayos repentinos.

Me senté en el sofá.

—Deberia consultar a un médico…

—No sirve de nada consultar a un médico cuando me dará el mismo veredicto que los otros que he visitado.

—¿Cuál ha sido ese veredicto?

Antes de responder suspire.

—Dicen que embarace a alguien y que estoy compartiendo los síntomas con esa persona…

Pablo perdí el color después de escuchar esas palabras.

—Eh… yo creo que debería buscar a la señora porque quién sabe sí antes de marcharse le lleno la canoa.

—Ella no puedo irse embarazada porque en todos nuestros últimos encuentros utilicé protección.

—Bien sabes que esos métodos no son cien por ciento seguros, Kirk.

—Ella no se fue embarazada Pablo, así que no insistas con el maldito tema.

Me coloque sobre mis pies y camine hacia mi silla giratoria.

—¿Por qué no quieres ser padre, Kirk?

me acomode en mi silla, u evité mirar a Pablo a los ojos.

—Y no me puedes decir que no te agradan los niños porque bien sé que te vuelves todo un blandengue con mi hija. Así que suelta la verdad, y nada más que la verdad, Kirk.

—Me aterra pensar que mi hijo me vea como un monstruo. Y además de eso no quiero hacer que mi hijo pase malos ratos por ser hijo de una bestia. Moriría al ver a mi hijo der burlado por mi apariencia, Pablo.

—Bien sabes que puedes cambiar tu apariencia con un par de cirugías, Kirk.

—Estoy hartó de que esas malditas cirugías no me hagan nada, estoy harto de entrar al quirófano con al esperanza de volver a tener mi hermoso rostro, como para que después de salir de la recuperación vea que la cirugía no sirvió de nada. Prefiero quedarme así a que mis esperanzas nuevamente sean rotas.




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