Kirk.
Semanas antes.
Tres años.
Tres largos años sin ella.
—Kirk, no es por nada pero deberías considerar la idea de salir de la habitación.
—Metete en tus asuntos, Mail.
—No puedes seguir como vas . Porque al paso que vas terminarás rodando y no caminando.
Hice una mueca de fastidio para luego lanzarle una de mis almohadas a Mail.
—Deberias seguirle el rastro e ir por tu Bella, Kirk. O es que piensas esperar que el corazón de ella sea conquistado por otro hombre… -Mail me lanzó la almohada de regreso. —¿Dejarás que Itzel sea manoseada por otro que no eres tú?
Tan solo con imaginar la escena que Mail anteriormente planteó me dan ganas de destruir todo lo que se encuentre en mi paso.
—Ella todavía es mi esposa, y por nada del mundo dejaré que otro coloque sus manos en mi mujer.
—¿No presentaste los papeles del divorcio ante el juez?
—No, y nunca lo haré.
Me levanté de la cama y Mail aprovecho para lanzarse hacia mí.
—¡Ese es mi hombre, carajo…!
—Mail, deja de molestarme.
—No tengo nada más que hacer que molestarte.
Hice una mueca de fastidio.
—Deberias ir con tu prometida.
El pecador negó.
—Despues de que nos comprometimos ella está empeñada en que tengamos otro hijo.
—Se un buen futuro esposo y cumple los deseos de tu reina.
Mail negó.
—Con uno niño me basta y sobra, Kirk. Así que no necesito más hijos.
—¿Dejaras de follar por no dejar a tu mujer en cinta?
Antes de que Mail pudiera responder, la reina de la vida de Mail ingresó a la habitación.
No hay puerta que no sea abierta para la reina.
—Amor…
—¿Se puede saber por qué abandonaste nuestra habitación como un vil ladrón?
En este momento me encargué de sonreir con notable burla al ver como Mail perdía el color de su rostro.
Ver para creer.
Hace tres años atrás nunca imaginé que Mail, el pecador sería doblegado por su esposa.
—Yo…
La reina caminó hacia su prometido con bastante altivez, y cuando estuvo próximo a él, sonrió.
—Si estas considerando la idea de no tocarme para no embarazarme, descarta la idea porque estoy en cinta amado mío.
Mail abrió sus ojos como platos, y poco después los centro en el vientre de su mujer.
—¿Eh? -Mail pregunto con tono alarmante.
—Que ya no tienes que esmerarte en hacerme un hijo porque estoy en la dulce espera de dos bebés.
El pecador ante tal confesión tomó asiento en la cama y empezó a abanicarse.
La reina tomó asiento al lado de él.
—Gracias por hacerme la mujer más feliz, cariño.
—Yo, eh…
—Y para tu buena suerte son niñas. -el pecador abrió los ojos y negó.
Creo que pagaras todo lo que has hecho en esta vida Mail. Y con creces.
—Kirk.
—Muchas felicidades, primo. Espero que consideren la idea de nombrarme padrino de una de sus hijas.
—Deja de estar dándole cuerda a mi mujer, porque los bebés que esperamos serán niños. Unos preciosos niños, como lo es Marcos.
—Considerare tu petición, Kirk.
—¡Eh, no…!
—¿Estás negándole a Kirk el privilegio de ser el padrino de una de nuestras hijas?
—Seran niños, ¡NIÑOS…! Fuertes y valientes.
La prometida de Mail y yo compartimos una mirada cómplice. Las cual logró que soltaramos varias carcajada.
—No cariño, los bebés que llevo en mi vientre serán niñas, porque tu madre me lo confirmó.
La cara de Mail fue un verdadero poema al escuchar esas palabras.
—Estoy perdido. -susurró para luego lanzarse a mi cama.
—Te prometo que les enseñaré a ser niñas cultas y de casa.
—Por más que las instruyas por el buen camino una de ella sera mi copia exacta.
—No veas lo malo porque quizas tus nenitas no llegan a matar ni una mosca.
El pecador me dió una mirada fulminante y yo me encargué de sonreir.
Pobre de él.
Porque si resulta ser verdad que tendrá dos niñas, Mail la pasará realmente mal, no porque no le guste la idea de tener dos princesas corriendo alrededor de él, si no por lo celoso que es.
—Gracias por aceptarme en su humilde morada Aurora.
La mujer me brindo una gran sonrisa. —Eres bienvenido cuando gustes Kirk.
—Por mi te puedes ir y no regresar.
—No te daré ese gusto Mail. -el mencionado hizo una mueca de fastidio. —Volveré a colocar mis pies en está casa cuantas veces quiera porque seré el padrino de una de tus niñas. Y como padrino vendré a traerles regalos a mis princesas.
—Kirk, ¡No colmes mi paciencia…!
—Dejare tu humilde morada en este mismo instante.
Mail, rodo los ojos.
—Espero que no te vallas por culpa de Mail.
—¿Irme por culpa de Mail? Ni en los sueños más plácidos de él. Me marchó porque regresaré a la montaña a retomar el plan de reconquistar a mi mujer.
—Espero que la Bella te mande a freír espárragos.
Tras esas palabras de malos deseos Aurora golpeó el pecho de Mail con fuerza.
—¿Y eso porque fue?
—Por tu lengua viperina.
—¿Ahora lo defenderás a él?
El pescador se levantó de la cama. Y la reina le surgió los pasos.
—Lo defiendo cuantas veces me de la gana, Mail Salvatierra. Así que no me tientes porque recuerda que tengo poder sobre tí.
—Deja de amenazarme mujer, porque…
—¿Qué haras si no me da al gana de dejar de amenazarte?
Tanto Mail como su querida esposa se lanzaron miradas fulminante.
—Te acusaré con tu madre.
Aurora enarcó una de sus cejas. Para después darle una sonrisa de burla.
—No me tientes, porque bien sabes que puedo llamar a mi padre, querido mío. -tras esas palabras Mail tragó saliva. —Es mejor que me tengas contenta, que molesta porque soy capaz de hacer que el mismísimo rey venga a por tí, esposo mío.
Quien pensaría que el cazador seria cazado y dominado por su prometida.
—¿Quién fue que te enseñó a sacar las garras?