Un descendiente para la bestia. [#5 De La Saga Heredero]

Capítulo 35: Buenas noches señor Salvatierra.

Itzel.

Tengo un plan trazado. Y espero que salga excelente.

En cuanto me baje del auto, mi dulce caramelo se acercó a mí bastante eufórico.

—¡Mami, mami…!

—¿Qué sucede mi amor?

—El abuelo dijo que me llevará a pescar y que iremos a conocer.

Estoy completamente segura de que el gran Isaac Kemers, está planeando entrarle a mi hijo por los ojos su preciado legada.

—¿Puedo ir mami?

—Puedes ir pero… esta rotundamente prohibido acercarte demasiado al mar.

Mi caramelo asintió.

—Ve a pro tus cosas.

Sin tener que decirle más, Kael me dió un fuerte abrazo para luego correr en dirección a la mansión.

Por mi parte me dediqué a seguir los pasos de Kael, pero antes de salir de la cochera distinguí a mi padre.

—Itzel. Yo…

—No tienes que decir nada papá, porque ya te perdone.

—No merezco ser perdonado por tí, cuando en el pasado te deje abandonada a tu suerte en aquel lugar oscuro.

—Otra persona no te hubiera perdonado, pero yo no soy otra persona, yo soy Itzel Kemers. Y estoy consciente de que para obtener lo que tengo ahora tenía que pasar por ese dolor, porque atravez de eso llegue a los brazos de mi amor, y ahora tengo un precioso niño al que amo con todas mis fuerzas.

Los ojos de mi padre se cristalizaron.

—Dejemos todo en el pasado y empecemos a construir un hermoso futuro juntos.

Le brinde una pequeña sonrisa a mi padre y esto termino de desatar sus lágrimas.

—No te merezco.

—Quien debe agradecerte soy yo papá, porque hoy no estuviera aquí si no hubiera sido por tí y por Mauro.

—Te amo hija.

Tras él verbalizar esas palabras mi padre se acercó a mí. Pero se detuvo a tan solo unos pocos pasos de mí.

Acorté los pasos que nos separaban, y tomé la iniciativa de abrazarlo. —Yo también te amo papá.

Mi padre y yo nos fundimos en un fuerte abrazo.

—Aunque me hayas perdonado nunca podré perdoname por haberte dejado a tu suerte aquel día.

—No te recrimines padre porque gracias a eso hoy soy quién soy, una joven artista que le falta tan solo un año para matricularse pero que ta ha alcanzado bastante visibilidad entre las nuevas promesas del arte. Una madre enamorada de su caramelo y una mujer que ama con todo su corazón a su futuro esposo ante Dios y los hombres. Todo lo que sucedió aquella noche estaba escrito padre, porque mi destino termina en los brazos de mi bestia. Así que deja de culparte, papá. Porque gracias a tí y a mi querida Kristen hoy soy inmensamente feliz al lado del hombre al que amo.

Mi padre hizo su abrazo más fuerte, mientras sollozaba.

—Te amo, mi amor.

Antes de que pudiera responder escuché las voces de Kael y otros niños.

—¡Abuelo…!

—Lo reclaman señor Kemers.

Luego de esas palabras papá y yo nos separamos.

Los niños rodearon a mi padre.

Y dos de ellos llamaron por completo mi atención.

—Alessia, bonita.

La niña me regalo una pequeña sonrisa, la cuál creció luego de que Agapios apretará con fuerza su mano.

—Agapios…

El niño también me sonrió.

—¡Vamonos de pesca…! -exclamo mi padre poco después tomó la mano de Kael y Ángel. —Si nos disculpas hija, iremos a por un gran pez para la cena.

Le guiñe un ojo, y ante eso papá sonrió.

Los niños soltaron un gran grito eufórico, para después empezar a caminar bastante felices.

Y entre ese nubarrón de felicidad vi algo que me dejo con la boca abierta.

—Agapios y Alessia están unidos por el hilo rojo. -susurré. Y poco después empecé a recitar las palabras que me llegaron a la mente. —Su amor será tomado a prueba en muchas ocasiones, pero todas esas pruebas seran superadas con éxito porque el hilo rojo que los une es inquebrantable.

Cuando ellos se perdieron de mi vista sentí una brisa fria golpear mi cuerpo.

—El hilo rojo del destino se perpetuara por la eternidad en los descendientes Salvatierra. Y no habrá nadie que pueda destruir lo que el hilo rojo y el destino unan para toda la eternidad, más allá de la muerte.

(***)

Cuando fue la hora de la cena baje las escaleras, me dispuse a caminar hacia la sala y para mi sorpresa observé a mi querido Kirk acostado en el sofá.

—Bestia.

—Dejame en paz.

—¿Después de que insististe tanto en obtener una recompensa ahora la rechazas?

—Estoy cansado, Itzel.

Me acerqué a él, y para molestar empecé a trazar círculos sobre su pecho.

—Elsen y yo preparamos deliciosos platos para tí.

—No me apetece.

—KIRK, TE LEVANTARAS DE ESE SOFÁ, IRAS A CENAR CONMIGO Y NO REPLICARAS EN NADA…

Kirk coloco sus ojos en mí.

—¿No ves que estoy descansando?

—Lo veo, pero también veo que seras hombre muerto si no haces lo que te pido.

La bestia soltó un sonoro suspiro.

—Pobre de mí, porque no tendre paz.

—Es bueno que sepas que tendrás paz conmigo a tu lado, mi amor. -Kirk volvió a rodar sus ojos. —Ahora levanta tu precioso trasero del sofá y acompañame a cenar.

La bestia se levantó del sofá con la cara larga pero aún así empezó a caminar.

—Asi me gusta, Kirk. Lo mejor que puedes hacer convertirte en un manzo corderito, porque ser una bestia no te funcionaria conmigo.

—Eres…

—La mujer de tu vida.

Él hizo silencio y se dedicó a caminar hacia el comedor.

Me apresuré hacia él, tomé su mano y le di un fuerte apretón.

—Te deje el dichoso pastel de chocolate en el refrigerador.

—Más tardes recibirás tu recompensa, querido. -inquirí, pero lo que él no se imaginaba es que decía esas palabras con dobles intenciones.

Pobre de él. Porque según lo que tengo pensado Kirk tendrá uan venganza bastante justa por lo que me hizo.

Unos cuantos pasos después Kirk y yo ingresamos al comedor.

Y él al ver todo lo que había preparado para él, coloco sus ojos en mí.




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