Un descendiente para la bestia. [#5 De La Saga Heredero]

El heredero del pecado [6 de la saga Heredero]

Una simple y pura monja será la presa de un gran depredador.

-A esa mujer la pervierto yo a como de lugar. -murmuro el hombre mientras observaba la pantalla de su portátil, en la cual se mostraba el video de cámara de seguridad de la habitación de la mujer que él quiere para él. —La convertiré en mi puta.

Susurró para después llevarse la copa de vodka a los labios.

-Te haré pecar. Te haré venir. Te haré tantas cosas que cuando termine contigo serás tan puta como las demás.

(***)

Los chicos buenos van al cielo, pero los chicos malos bajan el cielo para ti.

Aurora.

Me coloqué a la par de Sor Caridad y traté de sonreír. Aunque más bien fue una mueca porque para nada me gustaba lo que la hermana Selenia decía.

-Gabriela está postrada en cama hermana Caridad, y su último deseo es que una de nosotras la acompañe antes de partir de este mundo.

Ambas monjas colocaron sus ojos en mí. A lo que yo negué con la cabeza.

-No puedo hermana. No quiero volver a esa casa.

Las dos monjas se atrevieron a sonreír.

-Hermana Aurora estoy segura de que lo que sucedió esa noche fue una equivocación. Y que no volverá a pasar.

Si como no.

Estuve a punto de perder el control. Estuve a punto de pecar.

-No quiero volver a ese lugar madre, impóngame un castigo por mi negación, pero yo no volveré allí.

-Lo siento hermana, pero usted es la única que puede ir con Gabriela.

No. No...

Su vuelvo a pisar esa casa ese hombre no descansará hasta verme destruida.

-Por favor madre, no me obligue a ir. Se lo pido.

-Lo lamento hermana, pero usted es la indicada.

Me dejé caer en la silla y varias lágrimas salieron de mis ojos.

-Si coloco un pie fuera de este convento madre, estoy segura de que no regresaré nunca más, aunque luche por mantenerme en el camino del señor.

-Si en tu destino esta no regresar, no lo harás. Porque los planes del señor son perfectos.

Sor Caridad limpió mis lágrimas y me dio una pequeña sonrisa.

-Sor Caridad. El señor Salvatierra vino a buscar a la hermana Aurora.

No.

-Por favor madre, no me envíe a ese lugar. Se lo pido.

-Levántese Aurora.

Me negué a cumplir las palabras de la hermana Sor y esta golpeó mi hombro.

-Obedece Aurora. Obedece porque yo sé lo que hago.

La hermana Selenia anunció la llegada de ese hombre y todos los vellos de mi cuerpo se erizaron.

-¿Ya decidieron quien me acompañará?

Su voz.

Esa voz profunda y oscura me hace sentir tantas cosas, de las cuales no tengo formas de describir.

Me obligué a no mirarlo porque no podre soportar la sonrisa de burla en sus labios.

Me niego a dejar que él haga lo que quiera conmigo.

-Señor Salvatierra ya hemos decidido quién acompañará a su madre hasta el día de su deceso. -Sor Caridad colocó sus manos en mis hombros. —La hermana Aurora lo acompañará hasta el último día de su madre.

Levante mi cabeza y mis ojos vieron la satisfacción que él sintió luego de escuchar estás palabras.

-Perfecto hermana

Le agradezco de todo corazón lo que están haciendo por mi madre, no tengo con que pagarle.

Me coloqué sobre mis pies y los ojos del hombre se colocaron en mí.

-Volver a verla es un placer para mi señorita.

El muy cínico extendió una de sus manos hacia mí y yo con mucho pesar la acepté.

-No puedo decir lo mismo señor.

-¡Aurora...!

Sor Caridad exclamó a lo que yo me encogí de hombros.

-Discúlpela señor.

-No se preocupe hermana, que ella y yo tendremos todo el tiempo para llevarnos bien.

Esas palabras están cargadas de doble sentido.

Eso es lo que me aterra.

Una vez resignada salí de la oficina de Sor Caridad y con gran pesar caminé hacia la salida del monasterio.

Pero antes de que pudiera salir escuché la voz de mi amigo el sacerdote.

-Escuche que te marcharas Aurora.

-Tengo que irme Kurgan.

-Este lugar no será lo mismo sin ti.

-Y yo no seré la misma sin presenciar tus bellas oraciones. -él hizo una mueca. —Gracias por estar cada vez que lo necesite Kurgan, gracias hermano por cuidarme y guiarme por el camino del bien.

-En cuanto pueda iré a visitarte, hermana mía.

Trate de sonreír, pero lo que logre fue hacer una mueca.

-¿Interrumpo algo?

Escuché la voz de ese hombre detrás de mí y no me quedo de otra que suspirar.

-Para nada señor.

El hombre observó a Kurgan y tras escanearlo sonrió.

-Es hora de marcharnos hermana.

Llego el momento que más temo. Llego la hora de marcharme de este lugar.

-Tu equipaje ya está en el auto del señor Aurora.

Y yo que pensaba demorarme una hora preparando la valija.

-Vamos -el hombre inquirí estas palabras para después abrir la puerta.

Tragué saliva a después de colocar mis pies fuera del monasterio.

Siento que tras salir de aquí nada será lo mismo.

Y esto lo confirmo el hombre luego de salir del lugar.

-Bienvenida sea al pecado señorita Aurora.

Cerré los ojos con fuerza y negué con la cabeza.

-Ya te tengo entre mis manos y no te dejaré hasta que seas tan puta como todas las mujeres a las que pervierto. Caíste en las garras del máximo pecador. Caíste en las garras del pecado, monja de mierda.

¿Dios, qué será de mí?

¿Dios, qué será de mí?

Nos leemos.

Kim C 💚




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