Venecia, tres meses después
La luz se filtraba por las cortinas y caía directamente sobre la cama, pero esto no hacía que el hombre allí acostado se levantase, últimamente se la pasaba trasnochando más de la cuenta, sus obligaciones lo estaban consumiendo cada vez más, pero hoy había decidido no madrugar, estaba realmente frustrado, agobiado y cansado, por más que hiciera no podía reponerse de todo lo que al llegar a Venecia se había encontrado. Se le dificulto mucho conciliar el sueño pero cuando sintió que su cuerpo realmente estaba descansando, un llamado a su puerta haría que este caballero librara otra batalla más en su vida y esta vez sería decisiva.
Señor William, señor William — decía el mayordomo cada vez con el tono de voz más alto — SEÑOR WILLIAM.
— ¿quién es? Quiero dormir — levanto la cabeza y la luz del sol hizo que no pudiese abrir totalmente sus ojos, pero respondió lo más claro que su voz le permitía.
—soy Spencer señor, que pena molestarlo mientras descansa, pero es tiene una visita. — la verdad le daba cierto pesar despertarlo, sabía que no había dormido bien los últimos días pero no le quedaba otro remedio. — parece que es importante, viene de Inglaterra.
— ¿Quién es el que ha llegado, como se llama? — abriendo la puerta para que su mayordomo entrara.
—Me dijo que se llamaba Alan Walker el abogado personal de su padre.
—Entiendo, acompáñalo a mi despacho y dile que iré enseguida.
No tardo nada en arreglarse y dirigirse inmediatamente al despacho, le preocupaba realmente que el abogado de su padre viajara desde tan lejos y más sabiendo que él le había dejado las cosas claras.
—Buenos días señor Walker, ¿Cómo ha estado? — saludándolo cordialmente con un apretón de mano. — no pensé que nos veríamos nuevamente.
—Buenos días señor Neville, me encuentro muy bien, gracias por preguntar. — respondiéndole al apretón de manos. — ¿no lo interrumpo?
—No se preocupe, hoy me tome el día, — hizo un ademan con la mano para que tomara asiento.
— ¿desea algo de beber? — señalando la variedad de bebidas que tenía en un estante
—No gracias, estoy bien así. — toma su maletín y saca unos documentos —quisiera saber cómo va su negocio, si no es molestia, claro está.
—No creo que su visita sea solo para preguntar mis situación financiera ¿o sí? —expreso frunciendo el entrecejo en signo de enojo. — si eso es a lo que vino, lo siento, perdió su valioso tiempo, no deseo hablar de mi negocio con nadie.
Realmente William era muy celoso con su negocio, estaba radicado en Inglaterra pero su socio lo había convencido de que era más apropiado llevarlo hasta Venecia, y realmente le había funcionado esta ciudad marítima era de gran ayuda en cuanto a la exportación de sus productos y en solo cinco años habían multiplicado el dinero de manera irracional, pero a su llegada de Inglaterra hace ya tres meses se encontró con la sorpresa de que su socio y mejor amigo le había robado todo su dinero dejándole un enorme hueco en su economía, se le estaba haciendo difícil recuperarse de esa caída, pero eso era algo que no iba a revelarle al abogado de su padre.
—La verdad señor Neville, no solo me preocupa su estado financiero, el cual es grave como lo veo en los informes, que me han facilitado. — Fue directo y cruzo sus manos mientras se recostaba en su sillón.
¿Cómo diantres sabía su verdadero estado financiero?, se suponía que solo él lo conocía, dejaría en la ruina a quien le revelo los datos, este abogado era una piedra en el zapato y seguro que no descansaría hasta que el aceptara la herencia y su condición.
— ¿Quién le dio esos datos y con qué fin quiere saber mi condición financiera? — pregunto molesto, su frente ya había empezado a sudar.
—se acuerda que su padre dejo en claro que usted es el único que puede hacer uso de la herencia, — todavía con los brazos cruzados, y habiendo logrado captar la atención de William, continuó — pues bueno, su hermana también se encuentra perjudicada y también sé que por su situación financiera no se podrá encargar de ella como se debe.
Este hombre tenía razón en lo que estaba diciendo, pero eso no hacía que se sintiera menos humillado ante lo que estaba insinuando, como se atrevía a decirle que no iba a ser capaz de cubrir las necesidades de su hermana, quizás no podría dar un dote como el que había destinado su padre, pero de seguro podía dar una cantidad decente así le costara prescindir de su casa.
—y usted vino hasta acá solo para hablar de mi hermana, yo le dije que yo daba el dote necesario
— ¿dote? Yo no viaje hasta acá solo por un dote. —al parecer William no comprendía que la visita no era por algo tan simple. —la verdad es que Lady Emma se encuentra en delicado estado de salud y no ha podido recibir ningún tratamiento, su hermana necesita viajar a Barcelona donde según mis contactos hay medicina y médicos especializados que la pueden tratar, su salud cada vez empeora. Es por eso que me preocupa su estado financiero y como está la situación sé que no puede cubrir los gastos de su hermana sin quedar en la calle.