Un Destino Prometido

*6*

Isabelle había regresado a Londres  dos semanas atrás y consigo trajo varios baúles con hermosos vestidos y prendería nueva, incluso Christine había logrado que anexara a su nuevo guarda ropa unas batolas de dormir, ella se había opuesto a eso al ver lo insinuantes que eran, pero ella con su astucia había conseguido que se llevara consigo tres de estas. Al llegar a casa su padre se había mostrado muy complacido al ver la alegría en el rostro de su hija, hacía varios años no la veía tan entusiasmada por un guardaropa, como ese día, le había mostrado uno a uno los vestidos, sombreros y prendería, ocultando claro las batolas, hubiera sido un escándalo que él le viera esa clase de ropa.

 El marques para lucir a su hija en sociedad le había sugerido que organizara un baile para celebrar su quincuagesimo cumpleaños, quería que Londres olvidara lo ocurrido meses atrás con William Neville, sabía que la ciudad estaría pendiente de cada movimiento que hacia su hija desde que su matrimonio se canceló y que mejor para aquietar esos malos comentarios que su hija se mostrara radiante ese día y mostrara que era una mujer mucho más hermosa que aquellas que habían hablado de ella criticando su apariencia y además que podía a llegar a tener muchos pretendientes.

****

Isabelle llevaba gran parte del día escribiendo las cartas para los invitados y no lograba bajar la lista y su mano se encontraba adolorida de tanto escribir, por momentos se preguntaba si su padre le había dado la lista de todo Londres, ya era pasado el mediodía y no llevaba más de la mitad de los invitados, la fiesta seria en dos semanas y no sabía cómo iba a hacer para organizar todo y que quedara perfecto, su padre le había dado muy poco tiempo.

—Permiso Lady Isabelle — entro el mayordomo e hizo un gesto en son de respeto —, es que la solicita Carlos Guillermo Browning, Conde de Waterford — Isabelle frunció el ceño y miro a su doncella la cual también quedo sorprendida por la visita.

—De acuerdo Jacob, dile que lo atenderé enseguida. — recogió rápidamente todos los sobres del escritorio y los coloco dentro de unos de los cajones, no quería que el conde se enterase del baile, sabía que no le diría a William de además que a él no le importara lo que ella hacía de su vida, pero quería ser precavida en eso.

—Buenas tardes damas — la saludo quitándose el sombrero e inclinando la cabeza— Lady Isabelle, gracias por atenderme. — dijo el conde mientras dio un recorrido visual al estudio donde estaba ella, era muy poco usual que una mujer recibiera a alguien allí, por lo general siempre se recibían en la sala de té.

—De nada conde y dígame ¿a qué se debe su visita? — pregunto con cierta apatía y lo invito a tomar asiento.

—La verdad es un asunto muy delicado, se trata de lady Emma. — respondió mientras se acomodaba en el sillón.

¿Y ella que tenía que ver con lady Emma? Eso era algo que le concernía al hermano no a ella, además el dichoso compromiso se había cancelado para que dijera que era por parentesco.

—No entiendo ¿Qué tengo que ver yo? — pregunto colocando los codos sobre la mesa y apoyando su barbilla en sus puños cerrados.

—Lo que pasa es... — tomo aire para poder continuar, lo que iba a decirle era sumamente privado y si William se enterase seguro lo colgaría. —Lady Emma está enferma y William ha quedado en ruina y no puede costear ningún tratamiento para ella, el medico ha dicho que hay que llevarla a Barcelona lo antes posible para que comienze con un tratamiento con medicina avanzada, pero como le he dicho William está en la ruina y... no puede costear nada sin que se quede literalmente en la calle.

¿William arruinado? Esto ha de ser un castigo divino pensó Isabelle, aunque no se alegraba nada de la situación pero reconocía que se lo merecía por haberse portado así con ella, le daba pesar con Emma ella tan solo era una chiquilla, no le ponía más de diecisiete años, y su vida ya peligraba.

—No veo en que pueda ayudar yo. — alzo una ceja y hablo lo más fría que pudo para disimular su preocupación por la joven. — explíqueme conde, la verdad no entiendo.

—Sé que lo que le voy a decir sonara inapropiado o incluso, lo tome como un insulto, pero hablando con el abogado del duque la única manera para ayudarla es... que se case con William y así hacer valer la herencia y poder enviarla a Barcelona. — explico tratando de que Isabelle tomara a bien lo que le había propuesto, aunque sabía que en las condiciones que habían terminado los dos lo dudaba. —No hay otra manera para ayudar a Lady Emma.

Isabelle abrió los ojos de par en par, no podía creer lo que estaba escuchando, jamás había pensado en eso, es más, llego a pensar que lo que le iba a proponer era que su padre les prestara el dinero o incluso que les devolviera el dinero que el duque les había dado, pero eso, eso era imposible de creer seguro era una broma o quizás fuera verdad que él estaba en ruina y había usado a Emma como excusa para que ella aceptara casarse por simple lastima y luego la desecharía obteniendo así el título y su herencia, ya que no había una clausula impidiendo la anulación del matrimonio.




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