Un Destino Prometido

*14*

Pasaron varios días desde su reunión con el duque y pese a que no había vuelto a visitarla no pasaba día que no recibiera una carta de el donde le relataba su día casi minuto a minuto, Isabelle se preguntaba como tendría tiempo de poder escribir casi tres hojas diarias; En una de esas cartas le contaba los avances que había tenido en el manejo de los negocios de su padre, además de que ya le enviaban invitaciones a eventos, y esta vez como el duque de Windsor, no como marques, eso le alegraba a Isabelle pero sabía que todo lo que estaba haciendo William era solo para enamorarla "nuevamente" le daba alivio saber que ella tenía el poder en las manos para dominarle, pero aún no lo haría, todavía no era el momento.

Tres días buscando a Carlos por todos lados y no obtenía respuesta ninguna, no podía buscarlo ella misma ya que provocaría uno que otro comentario que no estaba dispuesta a enfrentar aunque poco le importaba claro, pero estaba su padre, a él no le convenía que su recién cambiada hija presentara un escándalo tan grande como buscar a un hombre; por eso enviaba a su doncella a buscarlo, pero no encontraba nada, era como si hubiese desaparecido a propósito, no dejaba de pensar en él y eso la inquietaba, ya que él se había convertido en algo importante en su vida, un amigo, un amigo que era prohibido para las mujeres algo que realmente para ella era una absurda norma.

No podía hacer más para localizar a Carlos, oraba en las noches para que se encontrara bien, no podía evitar pensar en el en ciertos momentos.

Estando en la salita de té y su ama de llaves entro sin avisar aparentemente y la encontró hablando sola.

-Lady isabelle se encuentra usted bien?- la miró con preocupación a pesar que ella le había dado una respuesta afirmativa, decidió no seguir insistiendo - le ha llegado este sobre de la familia Wadlow - la ama de llaves entrego el sobre y se retiro sin decir mas; ella era una señora de alrededor 45 años y había estado con ellos desde hacia 20 años pasando por varios puestos antes de ocupar ese, era una mujer muy callada y muy leal, aunque no sabían mucho de ella porque solo hablaba lo estrictamente necesario.

- Gracias Sra Bennet - tomo el sobre y lo abrió sin mucho cuidado rasgándolo en dos, era una invitación para un baile en honor de la llegada de la viuda Hemsley, hija de la vizcondeza de Astor; una joven de 23 años quien había quedado viuda hacia un año y su madre quería celebrar su regreso y terminación del luto, ya que su suegra como condición para que la joven heredara las riquezas de su difunto esposo, la interno por un año en un convento para que no fuera a dañar el apellido de su hijo, un comerciante, quien murió a causa de la caída de su caballo al salir a cabalgar en las cercanías de su mansión.

-Hay estaré - dio un suspiro, en el fondo esperaba poder asistir con William, pero era algo que seria difícil ya que por uno que otro rumor sabia que odiaba asistir a eventos sociales.

Tocaron esta vez la puerta antes de entrar y era nuevamente la señora Bennet - me disculpara nuevamente lady Isabelle por mi intromisión, pero a llegado esta carta - Isabelle frunció el ceño, ¡ dos invitaciones en el mismo día! no era posible, aun no era temporada.

-Gracias señora Bennet y no se preocupe - al ver que el sello se dio cuenta que se trataba del conde, sus manos se volvieron algo torpes, tanto tiempo sin verlo y por fin noticias de el.

Lady Isabelle

Ante nada os pido mil disculpas por ausentarme sin siquiera despedirme, pero tenia que viajar urgentemente para atender unos asuntos familiares muy delicados en el condado de york, solo espero que se encuentre bien, para mi su ausencia me afecta de una manera que no pensaba que existiera, extraño sus platicas y bromas, espero no demorarme para verte nuevamente

Posdata: Espero y mi amigo haya sabido tratarla como una verdadera dama, una a la cual debería tener el mundo a los pies, espero no me olvides pronto.

Carlos Guillermo

La extrañaba! Por Dios el conde la extrañaba.

-cálmate Isabelle, es solo una carta y ademas de tu amigo, amigo - murmuraba para si misma, no era posible que se emocionara mas por la carta del conde que por las del mismísimo William.

¡No!

Tenia que centrarse que diantres le estaba pasando, ella era toda una dama y no tenia permitido tan siquiera llegar a pensar en dos hombres al tiempo, tenia que hacer penitencia por ello, claro, sin que nadie se enterase.

Habia durado tanto tiempo en el saloncito que no se había percatado que los sirvientes habían comenzado a encender las velas y las lamparas de aceite, no le gustaba las noches y menos en los últimos días, ya que su padre salia últimamente muy a menudo al club.

Salio de allí y camino por los pasillos de la gran casa hasta llegar al vestíbulo, allí se encontraba su padre colocándose el abrigo

-¿Hoy también iras padre?

-Si, hoy jugaremos poker, ademas tengo que divertirme antes de morirme - tenia que ir añadiendo indirectas para cuando tuviese el valor necesario para contarle y no la tomara tan de sorpresa

-No le veo la gracia padre, que Dios te perdone ante semejantes palabras - se persigno, pero no dejo de darle un abrazo a su padre antes de marcharse, el era todo para ella, no sabia como podría vivir sin el.

El Marques estaba tomando lo mas tranquilo que podía las palabras de su medico, en el fondo su mas infinita preocupación era su única hija, pero sabia que todo tenia un principio y un fin, un circulo que tarde o temprano daba la vuelta completa para iniciar nuevamente, y esta vez era el final de el y el inicio de su niña, a quien esperaba dejar en muy buenas manos.

-Marqués tenga usted una buena noche - una voz conocida lo saco de su pensamiento.

-Excelencia, no esperaba encontrarlo en estos lugares - el duque se avergonzó un poco, ya que usualmente esos clubes lo frecuentaban hombres de mayor edad.




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