Un Destino Prometido

*16*

Cómo se esperaba el día del baile de bienvenida en honor a la viuda Hemsley llegó, fue un evento donde solo fue invitada la crema y nata de la sociedad, y como no se iba a celebrar su llegada si era la única hija mujer y fuera de eso la menor de los viscondes de Astor, los cuales eran una de las familias más respetadas e influyentes, para ellos su título de menor rango no significaba menos porque su poder económico llegaba a ser incluso más grande que el de un duque.

Aunque no solo por ser hija única celebraban su llegada, sino porque ahora era una joven viuda heredera, si, para esta sociedad una viuda de convertía en foco de atención para las damas y caballeros, de las mujeres porque tenían de que hablar durante sus visitas de te, las viudas eran centro de críticas para esas damas nobles, si una de esas viudas se les veía hablando era algo muy ofensivo que no mostrará respeto a su difunto esposo y si al contrario no hablaba alegaban que era una mujer de poca clase al no socializar, si salía de casa era una desvergonzada y si se quedaba en casa era una mojigata y así con todo lo que hiciese o dejara de hacer, todo era comidilla para esas damas aristocráticas que en ocasiones tenían una doble moral pero aparentaban una vida según las normas de la sociedad lo exigía. Para los caballeros una viuda se convertía en objeto de lujuria y fornicación, para la mayoría de hombres una mujer que ya había tenido marido era carente de valor y por ende pocas veces era tomada en cuenta para contraer segundas nupcias, y mas si está fuese ya mayor de treinta años.

Pero para la vizcondesa el hecho que su hija aún no superase la edad donde dictaminan su fertilidad, le hacía ver un destello de tranquilidad, ya que de esta manera podría buscarle un marido acordé, quizás algún noble, ya que su anterior matrimonio se había comprometido con un nuevo rico, y para la sociedad ellos eran hombres insignificantes carentes de título nobiliario y sin nada que aportar a la sociedad, la unión con Joseph fue algo que no le agrado a la vizcondesa, pero no tuvo más remedio sino aceptar.

—Se ve intranquila milady— expreso Karen, la doncella que tenía Dayanne viuda de hamsley desde su matrimonio con Joseph, era una señora de unos treinta y cinco años, cabello negro, ojos cafés y tez morena, provenía de Alemania, se había vuelto su mejor compañía durante su matrimonio ya que Joseph se la pasaba viajando o trabajando fuera de casa.

—A decir verdad, si, usted sabe cómo es la sociedad, no sé si me acepten tan fácil.

—Usted es una mujer de intachable reputación señora, dudo que reciba un rechazo parecido al que le ocurrió al contraer nupcias con el señor Hamsley — espeto su doncella sinceramente, ella consideraba a su señora como una de las mejores damas que pudiesen existir en esa época, siempre había una muestra de respeto y cordialidad que muchas damas nobles carecían.

—Lastimosamente las damas nobles no piensan como tú Karen, a veces ellas suelen ser crueles y solo son guiadas por estereotipos que sus antecesores han inculcado. — bajo un poco la mirada al saber que su madre en cierta época era como esas damas, al menos el casarse con Joseph la había cambiado de cierta forma, no un cambio radical, pero al menos ya era prudente al hablar.

—Para mi concepto está usted más que lista Milady — la joven miro con agrado a su señora de pies a cabeza, hacia un año que no usaba otro color que no fuese negro en sus atuendos —, ¿Le parece si llamo a la viscondesa?

—Por favor, si no le avisamos se enojara.

Dayanna era una joven dama criada como lo estipulaba la sociedad "sumisa", nunca llevo la contraria a sus padres, siempre hizo lo que ellos pedían sin refutar, fue criada para complacer al que fuese su esposo, en el caso de ella un comerciante, ¿porque? No sabía, nunca pregunto porque un hombre sin título la pidiera en matrimonio y sus padres no objetaran nada, pero ella no preguntaría, para ella sus padres siempre hacían las cosas de la manera correcta.

Tan pronto como su doncella salió, se quedó mirando la figura que mostraba el espejo, desde que su esposo había fallecido un año atrás, su apariencia había cambiado por completo, ya no estaba tan delgada, pero su color de piel se había tornado más pálida sería quizás porque no le permitían salir de sus aposentos, sus mejillas aún seguían siendo rosadas, sus delgados labios se veían rojos por el tono tan pálido de su piel, su cabello castaño brillaba como nunca; en el convento solo usaba aguas con hierbas para lavarse y debía permanecer con el cabello cubierto.

—¡Oh cariño! Que hermosa te ves, me encanta como luces — exclamó la viscondesa al entrar a la habitación de su hija, al verla con ese vestido gris plata, que dejaba un poco expuesto sus hombros y seguramente haría que muchos caballeros se imaginarán que había más allá de ese minúsculo escote en su pecho que no le restaba belleza, al contrario, se mostraba como una mujer digna de admirar.

—Si usted lo dice madre, de seguro así es — respondió haciendo que sus mejillas se ruborizaran mas.

—Claro que es así y no es porque lo diga yo, ya verás que vas a conquistar a más de un caballero hoy. — Dayanna abrió los ojos como platos al escuchar a su madre, no quería contraer matrimonio nuevamente, al menos no ahora pero... Quien le decía a la viscondesa que no.

—no... No es un poco apresurado —a la viscondesa se le desencajo la mandíbula a oír los disparates de su hija, quien se retracto a ver su expresión.

—En absoluto es apresurado, querida, mírate hay que aprovechar que eres joven aún y que puedes darle a algún caballero herederos, si no es ahora no será nunca y no quiero que seas viuda para siempre -tomo a la joven del brazo y salió con ella al salón donde se daría aquel baile - Karen, te puedes ir a descansar, cuando te necesite mi hija nuevamente te llamaremos.

La doncella asintió y se dirigió a los cuartos de servicios, seguramente sería llamada en la madrugada para asistir a su señora, daba gracias que al menos su trabajo le permitía descansar un poco, no como a las del servicio que seguramente pasarían la noche en vela, pero no sería muy cortés no ayudarles, así que busco su delantal y fue a las cocinas para poderles ayudar en algo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.