Un Destino Prometido

*20*

Por ese hombre que se burló de ella siendo solo una inocente debutante.

William no obtuvo respuesta a su petición, prefirió no volverle a tocar el tema mientras bailaban, tan solo aprecio su dulce aroma, ese que sin duda quedaría impregnado en su ropa; en un momento sintió que Isabelle se aferraba a él sujetándolo de la parte trasera de su frac. Sentirla en ese momento tan indefensa hizo que su indiferencia física y emocional se hiciera a un lado para dejarse llevar por ese instante que seguramente no se volvería a repetir, aprovecho la situación que inconscientemente Isabelle había propinado y la abrazo, la abrazo con fuerza como si no quisiese que se fuera. Al notar ella esa calidez en su cuerpo se tensiono, pero William la hizo girar con movimientos y pasos lentos haciendo parecer que era solamente por el ritmo de la melodía y ella se calmara dejandolo nuevamente sentirla en sus brazos.

Este fue sin duda primer abrazo, si se le podía llamar abrazo claro, pero sin duda fue un acto esporádico que creo un instante de debilidad de los dos haciendo que fuese algo mágico, cálido y sincero, algo que no sentía desde hace más de cinco años.

El mismo sentimiento que odiaba recordar por miedo a sentirse débil nuevamente; como el día en que beso a Isabelle.

-Gracias Milady, se que aún me guarda recelo pero ¿Le gustaría ir al teatro conmigo mañana? - pregunto William a Isabelle cuando la llevaba de brazo, hasta donde se encontraba sin duda su nueva amiga -...Puede contestarme más tarde. -espeto al no escuchar voz alguna de Isabelle.

-Señora Hemsley, la dejo en buenas manos, con su permiso. - se retiró no sin antes dedicarle una mirada de súplica a Isabelle, su Isabelle.

-Sin duda alguna Milord.

Con nerviosismo Isabelle reverencio a william sin mirarlo a los ojos debido a sus nervios alterados, aún sentía el abrazo y el aroma de William en su piel.

-¿Milady le ocurre algo?

-No, si -Dayanne la miro aún más confusa -¿Como hace uno para decidir entre la razón y el corazón?

Dayanne no entendió nada de lo que decía, por otro lado Isabelle parecía estar dudando de algo... y al parecer tenía mucho que ver con aquel hombre que tanto miraba.

-Te refieres al Duque de Windsor, ¿Cierto?

-En parte si, pero... no hablemos de mis penas. -sonrió nuevamente como si no hubiese pasado nada, era bueno ser algo... calculadora aveces para no demostrar ciertos sentimientos.
 

Las miradas de reproche de la Vizcondesa hacia su hija por habérsela pasado toda la noche con Lady Isabelle no pasaron desapercibidas por algunos asistentes quienes giraron nuevamente su atención hacia la chica, esta vez eran comentarios menos soeces a diferencia de los anteriores eventos, algo que sin duda enojo mucho a la Vizcondesa, ya que quería que su hija fuera la única admirada esa noche, necesitaba que algún noble quedará prendado de ella, tenía que dejar atrás el mal sabor de boca que le había dejado el matrimonio anterior de su hija y aunque le hubiese heredado gran parte de su fortuna no cambiaba el que fuese un hombre ordinario.

-Dayanne, se supone que este baile era para que atraparas a un noble, no para que andarás por hay buscando amigas...

-¿Sin clase? -corto la frase que iba a decir la Viscondesa. - No creo que Lady Isabelle sea una mujer así, es cierto que no tiene la sumisión de una dama noble, pero eso no la hace menos que nadie y mucho menos una mujer sin clase, nadie puede asegurar eso sin antes tomarse la molestia de conocerla.

Ante esas palabras la Viscondesa no podía creer lo que acababa de escuchar, nunca le había refutado su adorada hija, y pensar que hasta ahora llevaba sólo unas cuantas horas de plática con esa Isabelle.

-Otra cosa madre, no estoy en la necesidad de casarme nuevamente.
- reprocho Dayanne pero las palabras de su madre fueron más fuerte que ella.

-¿Olvidas que aún estas obligada a hacer lo que te digamos? Aún tenemos derechos sobre ti, hija. -Se retiro con su característico toque de sutileza y elegancia, dejando a su hija con la palabra en la boca.

No quiero casarme, no quiero repetir lo mismo.

Pero no importaba, siempre hacia lo que ellos decían, ese era el protocolo de una dama, y no podía arriesgarse a ser una Paria, eso era doblemente peor que estar sometida a otro matrimonio sin futuro.

La velada había sido magnífica, la mayoría de asistentes salieron muy contentos; uno que otro caballero con intenciones de pretender a Dayanne, algo que le encanto a la vizcondesa; otros se quedaron con recelo a no obtener respuesta afirmativa del marqués para cortejar a isabelle y otros salieron de allí con algún secreto en común.

Eran pasadas las cuatro de la mañana cuando se retiraron Isabelle y sus acompañantes, el regreso fue silencioso debido a el agotamiento por el transnocho, sobre todo para el marqués quien sin quererlo se recostó sobre el costado del carruaje y quedó inmóvil a causa del sueño.

William aún no le encontraba explicación a los sucesos ocurridos en los últimos meses, jamás pensó que su socio lo iba a engañar de esa manera tan vil y menos que su hermanita estaba sufriendo de quien sabe que enfermedad y nadie lo había notado, que no podía estar con ella o al pendiente de ella por conseguir el perdón de la única mujer que los podía ayudar, si el hubiese sabido lo que sucedía jamas hubiera despreciado a Isabelle o dejado todo en manos de su socio, aunque seguramente hubiera sido lo segundo.




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