Un Destino Prometido

*32*

Quién hubiera pensado que la sombra de londres lograría planificar su fiesta de compromiso en tan poco tiempo, ni ella hubiese apostado por ello, Isabelle sonrió para sí y bajo las escalinatas del brazo de su ahora prometido. El futuro enlace fue anunciado por su padre desde el balcón de las escalas, fue algo muy corto, pero todos entendieron que el estado de salud del marqués no era el mejor y aceptaron que se fuese a descansar tan pronto como el compromiso fue público.

—Gracias Isabelle — susurro William mientras se aferraba al brazo de su prometida — No me alcanzara la vida para agradecerte lo que hiciste por mí. — y por su hermana

—No fue nada Milord

Las personas se apilaron alrededor de ellos evitando que pudieran seguir hablando, besos y saludos, la mayoría falsos fueron recibidos por la pareja, William se sentía orgulloso en ese momento, su vida fue cambiada drásticamente desde el día que su padre falleció y por primera vez desde aquel día se sentía feliz por la decisión que su padre había tomado de buscarle esposa, sin duda Isabelle  no lo atraía solo por su belleza.

—Que locura allí dentro  — replicó William — la personas suelen ser muy atosigantes.

—Lo son y lo serán, al menos hasta que te cases —respondió Carlos con cierto pesar — y a todas estas porque estás acá y no con tu prometida.

—Sus amigas la acapararon, no me dejaron siquiera objetar — se recostó a espaldas de los barandales del balcón que daba al jardín —pero me aseguraron que me la devolverían tan pronto empezará el baile.

—Pues amigo, tienes tiempo libre — palmeo la espalda de William y se acomodó igual que él.

Desde ahí, podían ver parte del salón, Isabelle había querido que las grandes ventanas estuviesen abiertas de lado a lado, con los sucesos ocurridos en otras ocasiones estaba algo prevenida con ello.

—Sabes, me siento intranquilo — confesó William — toda esta calma no es buena.

—Pensé lo mismo y por eso aproveché  para hablar con la doncella de la casamentera.

—¿Lograste algo?

—Si, costó mucho... — William lo miro con sorpresa — esfuerzo lograr que confiara en mí para contarme la vida de su ama.

—y con ese esfuerzo ¿Que conseguiste? — pregunto con cierto tono de sarcasmo, pero Carlos torció los ojos haciendo que William riera.

—A la casamentera la estuvo frecuentando un caballero por algunas noches

—¿Te dijo quién? — las alarmas de William se encendieron nuevamente

—No supo explicar quien era, ya que siempre iba cubierto con una capa negra, pero si me dijo que por su voz era alguien jóven y extranjero.

A William le quedó sonando lo del extranjero — ¿Cuántos extranjeros hay en londres ahora?

—¡Yo que se! William estamos en plena temporada, es normal que lleguen muchos — William y Carlos se miraron y dirigieron la vista al salón.

El infeliz que le hablo en el balcón

Como habían sido tan estúpidos, dejaron a Isabelle en la boca del lobo y sin saber realmente que era lo que quería, caminaron rápido hasta que vieron a Dayanne y Christine hablando con una pareja, miraron a todos lados y no estaba Isabelle.

—¿Donde esta Isabelle? — pregunto con voz fuerte, las jóvenes quedaron heladas ante la evidente preocupación de los dos. .

—Es...está con su padre, el marqués la mando a llamar con un sirviente.

—¡No! — era mentira porque el padre la mandaría a llamar con un sirviente cuándo podría haber mandado a su doncella o ayuda de cámara, no y no eso era una trampa, salio rápidamente dejando a las damas sorprendidas y preocupadas.

—¿Sucede algo?— pregunto Dayanne tomándole el brazo a Carlos antes de que se fuera tras William.

Su mirada fue puesta en los ojos preocupados de la jóven, quien se negaba en soltarlo sin que le explicará primero —y grave, pero ahora debo ir con William — replicó Carlos haciendo que ella retrocediera y lo soltará, Christine apretó los brazos de Dayanne, querían salir tras ellos pero, sabían que sólo sería para hacer estorbo.

Quizas había alertado a los invitados por su forma brusca de salir del salón, pero el temor de que le ocurriera algo a Isabelle fue más grande que las habladurías de las personas, de eso se encargaría luego.

—¡Isabelle!

Al menos se había grabado el camino al cuarto del marqués pero un ruido lo hizo desviarse y dirigirse a la otra ala, al fondo alcanzo a ver un resplandor en una de las últimas habitaciones, a paso lento se asomo y pudo ver a Isabelle recostada sobre la cama, la tomo de su cabeza y trato de despertarla, en eso vio en la cómoda una nota con letras rojas.

Esto es solo una muestra de mis alcances, a la próxima no seré tan condecendiente.

PDTA: ya sabe que le ocultaste lo de la enfermedad de su padre ¿Será que se disgusto?

Con cariño el Conde de Norgaud.

¡Maldito!

William volvió a llamarla, esta vez con resultados positivos, Isabelle abrió los ojos y de inmediato sus ojos se llenaron de lágrimas, unas lágrimas llenas de miedo y dolor.

Había subido de manera inmediata cuando el sirviente le había dicho que su padre la necesitaba, hasta ahora se había fijado que no conocía a ese hombre antes, no estaba entre sus empleados, el haber usado a su padre fue un gancho perfecto para que ella no protestará nada; al llegar al pasillo que conectaba a la habitación de su padre fue acaparada por un hombre quien la arrastró hasta donde estaba ahora, la había tirado sobre la cama, al ella levantarse y salir corriendo fue sujetada por la cintura, un escalofrío recorrió su cuerpo cuando hablo cerca a su cuello, en ese momento se sintió pérdida, los sirvientes estaban ocupados en el primer piso, nadie la escucharía, tuvo miedo como nunca antes

—No luches, hoy no vengo a hacerte daño Milady.

—Suelteme por favor — las lágrimas bajaban sin descanso sobre sus mejillas. 

—Si te suelto te irás, y si te vas no podré decirte lo que tengo que decirte.




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