Un Destino Prometido

*37*

El galopar del caballo alertaron a William quién estaba reunido en la biblioteca con el administrador de la hacienda de Devon, él cuál le estaba sugiriendo ciertos cambios para los establos, pero al escuchar el golpe de la aldaba dejo de prestar atención y se levantó rápido dejando al administrador solo y estupefacto, se dirigió a grandes pasos a abrir la puerta principal.

-!Milord! - ni el semblante de sorpresa de su lacayo lo hizo caer en cuenta de que se había rebajado para abrir la puerta. Era bien sabido que lo más bajo de un noble entre otras cosas era el abrir las puertas de su hogar y más aún a un miembro de la servidumbre.

-¿Que noticias trae? - preguntó restando importancia al tartamudeo de su lacayo que en su afán por entregar la misiva no coordinaba sus palabras.

Recibió la carta y agradeció al lacayo enviándolo a descansar por tres días, algo que alegro al hombre quien llevaba varios días lejos de su familia.

-continuemos con la reunión luego, ve a descansar, yo le avisaré cuando lo atenderé - informo William al administrador de la hacienda de Devon tan pronto como entro a la biblioteca, el hombre solo asintió y se limitó a obedecer a su patrón, dejándolo solo.

Lord Neville

Pido disculpas de antemano por no haberle contestado la anterior misiva, pero mi salud a estado un poco baja por estos días, comprenderá usted que ya no soy tan jovial como lo fui en antaño.

Pensé que cuando me recuperará y volviera a londres podría hablar personalmente con usted, pero al ver a su lacayo en la hacienda con otra misiva, me di cuenta lo importante que debe ser para usted está información y aunque aún no cuento con fuerzas para levantar siquiera mi cabeza de la almohada, le pedí a mi hijo que escribiera lo que tengo que decir acerca del condado de Nordgau.

En mi juventud conocí a un gran amigo en Escocia, él provenía de la baja Alsacia de Francia, su nombre era Nathan Louis Lecrec, conde de Nordgau, era menor que yo por muchos años, pero la amistad y los negocios nos acercaron mucho, casualmente Nathan estudio con tu padre cuando tú abuelo decidió que enviarlo a Francia a estudiar era lo mejor, allí él y Nathan congeniaron casi al instante, aunque por razones desconocidas y porque tampoco quise indagar sobre el suceso cuando me entere, tu padre y él tuvieron un altercado, al punto de retarse a duelo, afortunadamente ninguno salió herido de muerte, luego de eso Nathan viajó a Escocia con su familia, allí nos conocimos y hasta el día de hoy, cinco años después de la muerte de Nathan, no supe porque había sido esa disputa.

No sé si le sirva de algo lo que acabo de decirle, pero es lo único que sé, de esa familia.

Mis respetos

Sir Rudolf 
 

-!MALDITO INFELIZ! ¿QUE ES LO QUE QUIERES? ¡TE ROBASTE TODO MI DINERO, AHORA QUE MAS QUIERES!

La desesperación se apoderó de William al saber que el que estaba detrás de todo era al que  en cierto momento consideraba amigo y socio.

Todo lo que estaba en su escritorio cayó con fuerza en el piso, las botellas de licor y vasos golpearon en la pared enviando fragmentos de vidrio a todos lados de la habitación, el líquido derramado lo había absorbido la alfombra, su pulso y respiración habían aumentado de manera alarmante, había tomado la carta arrugandola fuertemente con la mano como si ese papel tuviese la culpa.

-¿Se encuentra bien Milord? - pregunto su mayordomo tras la puerta preocupado por el alboroto.

-¡MANDA A PREPARAR EL CARRUAJE YA!

Consternado por la actitud de su amo dudo por un segundo, pero temía que si no obedecía sería echado de la mansión, así que se apresuró a cumplir la orden y de inmediato estuvo listo el carruaje para partir.

Estaba a días de su enlace, y sabiendo la identidad del maldito que quería dañar a Isabelle, no podía tomar las cosas con calma, Francis tenía un lado obscuro, y él debia estar preparado e ir un paso delante de él.

William entro al piso de soltero de Carlos sin siquiera saludarlo cuando esté le abrió la puerta, Carlos lo miro extrañado por su actitud, pero prefirió no decir nada y esperar a que él hablara, si, eso era lo mejor.

—Francis — Carlos lo miro sin entender lo que quería decir decir

—¿Que sucede con...? — guardó silencio al ver la mirada preocupada de William. — es él ¿verdad? — William asintió — ¡como no nos dimos cuenta!

—Ahora todo tiene sentido, él muy maldito se burló de nosotros. — golpeó la pared.

—Pero, ¿Realmente que es lo que quiere? No entiendo porque hace todo esto. — espetó Carlos sirviendo coñac en dos vasos, necesitaban alcohol para serenarse, al menos ellos funcionaban así.

—Toma, esto lo escribió Sir Rudolf — entrego la carta arrugada y Carlos la leyó en silencio, tratando de entender lo que el papel tenía — ¿tú padre conocio al padre de Francis?

—Al parecer si, y la verdad no sé si se trate de venganza o simple concidencia. — William miraba el vaso con coñac

—Pero, ¿Porque un hijo tomaría venganza de lo que sucedió años atrás con su padre? — Carlos no lograba entender nada, ya sabían quien era el culpable de todo, pero ahora quedaba una pregunta al aire el ¿Porque?

—Tendría que ser algo delicado a la hora que se  enfrentarán a duelo.  — William camino a la ventana y dirigió su mirada hacia la calle lodosa, producto de una corta lluvia. — llama al investigador, describe como es Francis y que nos ayude a buscarlo por cielo y tierra si es necesario, yo iré a ver a Isabelle.

—De acuerdo ¿Que le dirás? — pregunto Carlos

—Todo hasta donde se, ella tiene que estar alerta y saber a qué atenerse, además de... Que es culpa mía que esté en peligro.

—Pudiste ser un gran canalla con ella, pero no te eches culpa está vez de algo que no sabemos, primero hay que averiguar si es solo concidencia que sus padres se conocieran.

—Tienes razón amigo y... gracias por lo que haces por mí. — William se acercó y dió una suave palmada en el hombro de Carlos, este con el corazón lleno de culpas solo se limitó a sonreír.




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