Un Destino Prometido

*40*

Había venido a la mansión Windsor con un propósito y ese era averiguar algo acerca de esa imagen, pero lo que estaba logrando era aprender que su cuerpo no solo temblaba a unos cuantos besos, también lo hacía a las caricias y al aliento de William rozar su piel expuesta, después de despojarse de las prendas pesadas, Isabelle solo quedaba con un corset ajustado y sus bombachas.

William no dejo de contemplar a Isabelle dispuesta sobre su cama, sus senos escapan del corset, era algo demasiado puro para un ser tan mezquino como él.

—¿Estás bien? —preguntó dándole unos cuantos besos en su escote y a su vez soltaba los cordeles del corset, ella solo se limitó a gemir

—Si quieres puedo parar — dijo esperanzado a qué su respuesta fuera negativa, su cuerpo deseaba tomarla ya.

Isabelle se arqueó y gimió más fuerte a sentir como se apoderaba de sus pezones y eso bastó para que William continuará con su exquisita tortura, mordía, besaba y chupaba a cada seno por igual, Isabelle solo podía gemir y esperar a que él no parará, deseaba más.

William nunca había estado con una señorita, pero no necesitaba ser un experto para saber cómo tratarla a ella, se apoderó nuevamente de sus labios y se sorprendió cuando ella un poco torpe quizo deshacerse de las prendas que la apartaban de él.

—¿Lo hago yo? — preguntó levantándose de la cama y parándose frente a ella.

—yo... Quiero hacerlo. — necesitaba grabarse cada centímetro de piel y que mejor que desnudarlo ella.

William tomo sus manos y las acercó a sus prendas, ella lentamente fue quitando cada capa superior, al sentirlo desnudo no pudo evitar quedar embrujada por el olor de su cuerpo, el sudor limpio con una mezcla de bergamota se adentro a sus fosas nasales exitandola aún mas, tocó cada músculo, cada lunar, cada parte expuesta, la grabó en sus dedos y en su memoria.

Ahora estaban los dos expuestos en la parte superior, y a pesar que quisiera saber que había más allá, le daba miedo no saber a qué atenerse, pero ya no podía dar marcha atrás.

William se inclino quedando a la altura de las caderas de ella, beso su cadera por encima de la tela, Isabelle se retorció invitándolo a continuar. La tela rozó sus piernas al caer y ella pudo ver en los ojos de él un brillo inusual, un brillo hambriento, uno que no había visto nunca antes, William quizo tumbarla sobre la cama pero ella lo detuvo.

—Faltas tú — él sonrió, se levantó y desabrochó sus pantalones, los quito arrojandolos a algún lado de la habitación junto con sus calzones, Isabelle abrió sus ojos al contemplar por primera vez su masculinidad, quizo tocar pero retrocedió de inmediato.

—A partir de hoy soy solo para tí, puedes tocar cuanto quieras — su voz estaba ronca y su mirada parecía la de un lobo en plena caza.

Isabelle temerosa tocó sintiendo su miembro duro William gimió y se acercó a ella haciendo que lo soltase, está vez logro su cometido de tumbarla dejándola indefensa, abrió sus piernas y se detuvo un momento a contemplarla, la volteo a mirar por si ella dudaba.

—Lo que va a suceder, es normal entre las parejas, pero no puedes decirle a nadie — mintió un poco, no era normal que las parejas compartieran la intimidad de esta manera tan mágica y exitante, la sociedad aristócrata pensaba que las relaciones sexuales entre los matrimonios solo eran para concebir, no para buscar un mutuo placer, así guardaban está exquisitez solo para los hombres, aunque muchas parejas compartían una vida sexual muy activa en clandestinidad.

Isabelle ahogó un fuerte gemido al sentir la boca de William en sus partes, se llevó la mano hasta allí tratando de cubrirse, pero William se llevó un dedo de ella a la boca provocando más espasmos en el vientre de ella.

—William...

—No temas — susurro antes de volver a posicionarce en el centro de ella.

Isabelle apretó las sábanas conteniendo los gemidos, no quería que la servidumbre escuchará

¡Que vergüenza!

Más vergüenza sintió cuando el introdujo un dedo allí abajo, ¡Santo cielo! Si ni siquiera sabía que él podía besarla allá, y ahora hasta le metía los dedos, pero, que la perdonarán sus padres pero no podía negarse a este placer, un placer combinado con la vergüenza de yacer desnuda con un hombre, uno al que nunca dejo de amar.

—¿Me detengo? — preguntó nuevamente, pero está vez así ella dijera que si no creía que él pudiese parar.

—Siento cosas — William sin dejar de introducir sus dedos se le acercó a su oído.

—Esto mi vida, se llama hacer el amor, y lo que sientes es producto de todo el amor que está guardado en ti, y el que yo siento por ti, este placer lo sentirás cada vez que yo te toque.

William hundió un poco más su dedo haciendo que Isabelle gritara por el dolor y el placer que le produjo, saco sus dedos dentro de ella y se posicionó entre sus piernas apoderándose nuevamente de sus senos, Isabelle levantaba la pelvis buscando calmar el calor que sentía en sus partes.

—¿Segura? Te va a doler.

—¿como puede doler algo que me hace desear más? — pregunto Isabelle sin saber aún todo lo que realmente pasaba en la primera vez.

—Amor, eres pura y la primera vez que yo — señalando a su miembro — entre en ti, te va a doler — Isabelle miro perpleja a William le había dicho amor ¡Amor! ¿De verdad sería ella su amor? ¿ Había logrado enamorarlo?

—Estoy lista — quería que él siguiera... haciéndole el amor

—Te amo — fueron las palabras que él le dijo antes de que se empezará a adentrar en ella.

¡Que bien se sentía poseerla!

Un regalo del cielo era Isabelle para él, miro el rostro de ella y unas lágrimas bajaban por su ojos.

—¿Te hize daño? — pregunto preocupado

—Bueno... Es difícil describirlo, es todo junto, es... Dolor y placer, amor y odio.

William beso sus ojos y se movió más lento, se movía al ritmo de ella, Isabelle lo rodeo con sus brazos y en un intento de que el la inundara más le coloco las piernas sobre su cadera, el dolor aún estaba, pero era menos que el placer que sentía, con sus piernas impulsaba a William a ir más rapido, este no dudo en cumplir su petición, sus cuerpos empezaron a sudar más, la agitación hacia que sus gemidos fueran más fuertes pero los callaba mordiéndose los labios, Isabelle sintió una ola de calor que viajaba desde su pecho hasta donde se había adentrado él, al sentir William las contracciones en las partes de Isabelle se acercó y beso apasionadamente callando el grito que estaba a poco de salir de su garganta, Isabelle se agarró con más ahínco a las caderas de William logrando incluso a levantar su cadera de la cama con cada estocada que daba el cuerpo de William, cuando sintió algo mucho mas fuerte que lo que llevaba sintiendo aruño sin querer la espalda de William haciendo que él también sintiera ese mismo espasmo.




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