Un Dulce Engaño

4. LAS VUELTAS QUE DA LA VIDA

IAN

Estaba recostado en la silla de mi oficina con los pies apoyados en el escritorio mientras aplastaba continuamente una pelota antiestrés con mis dedos.

—Alexa —dije, apretando una pelota antiestrés con los dedos—, dame ideas para vengarme de mi novia infiel.

—Lo siento, no puedo procesar ese pedido. Sería poner en riesgo la vida de las personas.

—¿Tan exagerada eres? Solo quiero molestarla, no matarla…

Resoplé y bajé los pies del escritorio. Abrí la computadora, y en el buscador tecleé:

“Las 10 mejores venganzas contra un ex infiel.”

El primer resultado prometía. "Las más crueles de la historia."

Oh, sí. Me interesa.

—Me interesa —seleccioné el enlace y leí con atención—. Vender en eBay las pruebas de la infidelidad —mi nariz se arrugó al leer aquello—, no tengo las pruebas y no tocaría ni con un palo unas bragas sucias. Siguiente —deslicé el dedo—, enviarle una caja con carne cruda. El olor a putrefacción le hará arrepentirse de inmediato. Eso suena a un ritual satánico, no quiero irme al infierno, gracias, yo sí fui al catecismo.

»Opción tres: hacer una hoguera afuera de su casa y quemar sus pertenencias. Nuestro pasillo tiene alfombra, terminaré incendiando todo el edificio. Poner en venta al infiel en una página en línea —mis ojos se entrecerraron—. ¿Será legal? —Levanté el teléfono para llamar a mi abogado— No iba a arriesgarme a terminar preso por culpa de Zazil. —No me respondió la llamada. Pasé las siguientes líneas con rapidez—. Rayar su coche, pagarle a su peluquera de confianza para que la dejara calva —nada llamaba mi atención, hasta que llegué al final del artículo, pero en ese momento, mi puerta se abrió de golpe y cerré la ventana del navegador y abrí otra.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó mi padre, Ethan Leclerc, la única persona que abriría la puerta de mi oficina sin anunciarse— Espero que no estés perdiendo el tiempo.

—Por supuesto que no —respondí con una sonrisa nerviosa y giré la pantalla del computador para que la observara—. Estoy revisando cómo va la bolsa el día de hoy.

—¿Y por qué en las pestañas minimizadas dice top de las mujeres más hermosas del anime? —Asustado, busqué en la pantalla si eso era real, pero entonces mi padre comenzó a reír— ¡Tranquilo, es broma! Este viejo ya ni ve bien.

—¡Vamos, papá! —repliqué al saberme perdedor ante su broma, ya que sí he realizado antes esa búsqueda.

—Me ha entregado el jefe de finanzas los reportes de esta semana —me extendió una gruesa carpeta, la cual tomé—, quiero que le eches un vistazo y me digas si todo está en orden para poder firmarlo.

—Bien —comencé a leer la primera hoja—, lo tendré mañana a primera hora.

—¿Qué opinas sobre la inversión que quiero hacer en la empresa de Canadá? —No parecía muy seguro.

—Te recomiendo que la tomes, el precio es bajo y en caso de que no podamos echarla a andar, la pérdida no sería tan alta. Podemos tomar el riesgo, serían más de 1300 familias sin empleo si cierra.

—¿Podrías encargarte de la revisión de la auditoría? —asentí.

—Cuenta con ello, papá.

—Me iré ahora, te dejaré para que sigas haciendo esas cosas que hacen los adolescentes.

—Papá, soy casi un hombre de treinta años, no un adolescente. —Rectifiqué.

—Te comportas como uno, niño malcriado. —Reí y negué con la cabeza mientras me ponía de pie para acompañarlo a la salida.

Mi padre tenía setenta y cinco años y era tan fuerte como un roble, seguía al mando del Banco que fundó, y algo me dice que no dejará esa silla hasta el día en el que muera, día que espero pase dentro de mucho.

—Dile a mamá que mañana paso temprano por ella para llevarla a al brunch con sus amigas.

—Se pondrá feliz. —Palmeó mi espalda y salió de mi oficina.

Mi madre, la señora Tania era la hermana mayor de tres hermanas, las madres de Henry y Nate, la tía Roberta y la tía Margaret.

Mi madre y mi padre tuvieron que pasar por muchos tratamientos para poderme concebir, así que no eran unos jovencitos frescos cuando llegué a su vida, y ahora, me daba cuenta más que nunca, de cómo el tiempo pasa volando, sin importar si lo aprovechas o no, los años, no perdonan.

Eso era una de las muchas cosas que no le iba a perdonar nunca a Zazil y de lo que más me molestaba, la manera en que me hizo perder mi valioso tiempo.

Cerré la pestaña de la bolsa y sonreí al leer la última idea de venganza para exnovio o novia.

Alcé el teléfono y me contacté con un investigador privado. El cual conseguí buscando en internet.

Los mejores investigadores privados del país.

—¿Sí, diga? —Me respondió una voz masculina al otro lado de la línea.

—¿Sandro Fila? —pregunté.

—¿Quién lo busca? —interrogó con desconfianza, eso era una buena señal de un buen investigador.

—Mi nombre es… Ricky Limón —sacudí la cabeza—, y necesito su ayuda para dar con el paradero de una mujer…

—No trabajo para acosar mujeres, ni realizo nada involucrado con delitos o crímenes.

—Es bueno saberlo, ya que no es lo que quiero. En realidad, busco a esta mujer para arreglar su vida, quiero regresarle algo que su familia le quitó. —La dignidad.

—Entonces lo mejor será reunirnos, ahí me da la información que tenga y el primer pago para comenzar a trabajar, tiene que ser en efectivo. No acepto depósitos, transferencias, cheques o cualquier otro método de pago.

Lo cité en un parque público, ese mismo día por la noche.

Llegué al parque a eso de las diez de la noche. El hombre que me esperaba en la banca más vieja del lugar me miró raro al verme, ¿quizás tenía algo que ver con mi gabardina y gorra?

—Aquí tienes el dinero. —Le entregué el sobre manila que estaba cargado cuando me aseguré de que era fiable.

—Ahora sí —lo guardó dentro de su chaqueta—, ¿a quién buscamos? —sacó una vieja libreta y un bolígrafo.

—No sé su nombre, ni su edad, tampoco como luce —el tipo me miró con una ceja alzada—, ¿si supiera todo eso la buscaría yo, ¿no? —me defendí.




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