Un Ex-Millonario en Aprietos.

Capítulo 4.

❈──•◦ EMMA ◦•──❈


 

En cuanto estacione en el garaje de la casa baje casi corriendo del auto y llevé a Ángel al interior de la casa, fuera quien fuera el que estaba dentro del baúl de mi auto, no quería que viera a mi hijo.

— Ve a dormir, ya es muy tarde, mamá empezará a adelantar lo de mañana, ¿Sabes bien qué hacer? 

— Si mamá, lavar mis dientes, mi cara y mis manos, ponerme el pijama y meterme a la cama — enumero con sus dedos.

— Iré a verte en un rato, y espero que estés en la cama.

— ¿Dónde están mis ranitas?

— Dormirán en el garaje hasta que las llevemos al pantano, ahora, a tu cama— haciendo un puchero subió las escaleras que daban a las habitaciones.

Aquella casa no era tan grande, pero tampoco tan pequeña, tenía tres habitaciones pequeñas en el segundo piso y un baño, y  la cocina, la sala y el garaje en el primer piso, también contaba con un patio que no era muy apto en estos momentos para salir, pero estaba allí.

Me quedé unos minutos mirando fijamente la puerta que daba hacia el garaje, tenía miedo de salir allí y abrir el baúl del auto, no sabia a quien acababa de secuestrar, porque eso había hecho, lo había secuestrado.

— ¿Y si lo maté?

— ¿A quien mami? — pegue un salto acompañado de un grito que le sacó carcajadas a mi pequeño.

— Angel, ya te dije que no me hables por la espalda, además, ¿No deberías estar en tu cama?

— No encuentro mi pantalón.

— Estaba con tu camisa, ve a ponerte el pijama y a la cama, hoy no me tienes muy feliz que digamos.

— Nunca estás muy feliz que digamos.

— Es porque siempre te portas mal, estas espantando niñeras aun cuando sabes que debo trabajar.

— Lo siento mami, no volverá a pasar.

— Más vale que no, no pagaré más niñeras, tendrás que quedarte en la escuela hasta el anochecer, tu solito.— Hizo una carita que me derritió por completo, no podía enojarme mucho tiempo con mi pequeño.

Me puse de rodillas y lo abrace contra mi pecho, éramos los dos, yo era su pilar y él era el mío, lo amaba con locura, era mi vida completa.

— Te amo mi pequeño terremoto, no te dejaré hasta el anochecer, pero por favor, ya portate bien.

— Lo haré mami, te lo prometo, también te amo— bese su frente varias veces y peine sus cabellos con mis manos.

— Ve a dormir.— espere a que desapareciera de nuevo por las escaleras y me arme de valor para ir al garaje.

Antes de abrir el baúl lleve hasta allá una silla con ruedas que tenía en mi pequeño escritorio, vendajes que había utilizado una vez que le lastimé mi pierna y cinta adhesiva.

— Bueno, hagamos esto — abrí el baúl y lo encontré aun inconsciente, suspire aliviada y con bastante esfuerzo logré sacarlo del estrecho lugar y sentarlo en la silla.

Con las vendas y la cinta lo amarré completamente a la silla teniendo cuidado con sus heridas, su rostro estaba bastante lastimado y podía asegurar que el resto de su cuerpo también.

Empuje la silla hasta la sala y corrí escaleras arriba para verificar que Ángel durmiera, fue un alivio encontrarlo profundo, no sabría como explicarle a un niño que su madre tenía a un hombre atado en la sala de su casa.

Miré hacia la ventana y un chillido escapó de mi boca al ver la cortina abierta de par en par, corrí a cerrarla pero tropecé con la esquina del sofá y caí de forma estrepitosa al suelo llevándome conmigo algunas cosas de la mesa aledaña causando un gran alboroto. Me levanté como si no me hubiese dolido el golpe y cerré las cortinas antes de que alguna de mis sociables vecinas viera mi paquete en la sala.

— Eso estuvo cerca.— murmure con la cabeza contra la ventana.

— ¿Quién eres?— grite de la impresión, grito que fue silenciado con mis manos, no quería despertar a Angel.

Me giré despacio en mi lugar hasta quedar mirando fijamente a aquel extraño hombre, su mirada recorría cada espacio de la casa mientras hacía intentos de soltarse de mis ataduras.

— Seas quien seas, no tengo dinero para darte, no se que pasa por tu cabeza, pero esto es secuestro, llamaré a la policía.

— A ver si puedes llamarlos desde donde estas, genio— contesté sarcástica.

— Genial, lo último que le faltaba a mi día, toparme con una loca.— fruncí el ceño mirándolo detenidamente.

— Oye, ¿Estás bien? — despierto era más notorio el estado de su rostro, un ojo estaba casi cerrado por la inflamación.

— Tú qué crees. desperté en un lugar desconocido, atado de pies a cabeza y con una loca en la misma habitación, es obvio que no estoy bien.

— Oye tranquilo, solo te salve, un auto te golpeo, quedaste inconsciente y lo único que pude hacer por ti fue ponerte a salvo — mentí un poco, — y si te amarre es porque me das desconfianza.

— Si tanta desconfianza te da porque traer un desconocido a tu casa, además, me hubieras dejado morir allí — dejó caer su cabeza hacia abajo y se quedo inmovil.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.