Un Ex-Millonario en Aprietos.

Capítulo 8.

❈──•◦ ANTHONY ◦•──❈

 

La tarde estaba helada y el frío empezaba a calar en mis huesos, no había manera alguna de cambiar la ropa mojada que llevaba y el aroma que desprendía me estaba enloqueciendo.

«¿Algo más va a salir mal?» pensé intentando escurrir un poco el pantalón.

— Deberías quedarte un rato en el sol, yo cuido de Angel— negué con la cabeza recibiendo la taza humeante que me extendía.

— Se supone que es mi trabajo Emma, tu estas ocupada con tus cosas, además, no hay sol.

— Pero es mi hijo, y ya lo he cuidado muchas veces, no te preocupes.

— Me preocupa mucho, no quiero quedarte mal, te estás esforzando mucho por conseguir lo que deseas. No quiero ser el estorbo que ni siquiera puede cuidar un niño para pagar su estadía.

— Lamento lo que hizo Ángel, suele ser así con todas las niñeras que ha tenido.

— Yo tropecé — por alguna extraña razón me vi en la necesidad de defender al pequeño.

— Y yo soy modelo de Victoria Secret.— ironizó, —conozco a mi hijo, se como se porta y se lo que hace, se muy bien que te tiró al agua.

— Supongo que si tu lo dices te creeré.

— Toma el chocolate, en un rato cerraré para que vayamos a casa a almorzar, podrás cambiar tu ropa.

— Me darás más ropa de muerto.

— Es lo que hay, si no te gusta puedes caminar sin ropa por las calles.

— Dudo que sea buena idea— murmuré dando un sorbo al chocolate, tenía un sabor delicioso.

Espere casi una hora hasta que fue el momento de partir nuevamente a casa, le ayude a Emma a poner la manta del carrito y a ajustarla bien para que no le robaran nada y caminamos hasta el parqueadero. 

Ángel me miraba constantemente de forma aterradora, el niño parecía la reencarnación de Chucky, o del diablo, en lugar de Ángel debieron ponerle Damian.

— Siéntate al lado de Angel, de ese lado nadie se sienta jamás, así que no importa si la silla se moja o no.

— ¿No prefieres que yo conduzca?— pregunté aterrado recordando el intenso viaje de la mañana.

— No, está bien, no me gusta que nadie toque a mi bebe, tiene mañas que únicamente yo conozco.

— Quiere más al auto que a mí— susurro muy bajo el pequeño pero fui capaz de escucharlo a la perfección. ¿Acaso se sentía abandonado por su madre?

No fui capaz de decir nada en ese momento, no me pareció correcto compartir aquel comentario, el niño necesitaba entender que su madre estaba trabajando arduamente para darle lo mejor.

Me perdí en el paisaje citadino que se mostraba en la ventana por el camino a casa, pensaba que hacer o qué decir para que el pequeño no se sintiera aislado por su madre, y es que, a su edad, a mi me sucedia lo mismo, mi padre siempre estaba trabajando, mi madre con sus amigas gastando el dinero y yo veinticuatro siete con la niñera.

Cuando llegamos a casa el pequeño corrió escaleras arriba y se encerró en su cuarto, Emma no le tomó mucha importancia y empezó a preparar con rapidez el almuerzo que consistía en arroz con carne.

Luego de cambiarme la ropa entre al cuarto del pequeño, se encontraba sentado en el suelo con algunos juguetes, verlo jugando en el suelo me hizo verme a mi mismo, solo y aburrido imaginando un mundo donde nunca estaría solo.

— Angel.— me miro y continuo jugando ignorando mi presencia.

— Tu madre es una mujer maravillosa, trabaja muy duro para darte lo mejor y algun dia entenderas por que hace todo esto.

— Mi mami es la mejor, me cuida y me lee cuentos y me compra juguetes.

— Y entonces, ¿por qué crees que no te quiere?— No contestó nada, me dio la espalda y siguió jugando con sus autitos.

Lo mire detenidamente por unos minutos sin imaginar que aquel pequeño sería mi dolor de cabeza permanente.

— Ven a comer hijo — Emma llegó a la habitación con un plato en mano, en ese instante el pequeño se giró hacia ella con ojos llorosos.

— No quiero mami, me duele el estomago— fruncí el ceño algo desconcertado, hasta hacía unos minutos él se encontraba bien.

— No quieres comer ni un poco — el pequeño negó con la cabeza y su madre lo tomó en sus brazos.

Salí de la habitación dándoles unos minutos a solas, él necesitaba eso, estar en brazos de su madre algunos minutos.

— Tal vez el destino quería que llegara a esta casa.— me quedé frente a la ventana un buen rato.

La vista desde allí era muy bella, a pesar de que la casa no estaba en las mejores condiciones, si estaba en un barrio de buena clase, las casas a su alrededor eran pintorescas, la gente que caminaba por las calles se veía ligeramente adinerada y descubrí que aquel lugar era como una pequeña mina de oro lista para explotar, solo necesitaba un plante para iniciar un pequeño negocio y empezar a recuperar todo lo perdido.

— ¿Qué tanto piensas allí? 

— ¿No has pensado en montar un pequeño negocio aquí mismo antes de empezar con el del centro comercial?




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