Un Ex-Millonario en Aprietos.

Capítulo 9.

❈──•◦ ANTHONY ◦•──❈

 

Vivir en aquella casa era más agradable de lo que pensé que sería, independiente del comportamiento horrible que tenía Ángel hacia mi, pasar los días en la tranquilidad de aquella casa me agradaba mucho, era tan pacífica y acogedora cuando estaba solo.

Por indicaciones de Emma empecé a llevar y buscar al pequeño Lucifer de la escuela, le preparaba el almuerzo, le ayudaba con sus deberes y vivíamos en santa paz juntos, al menos eso era lo que creía que sucedería Emma, la realidad era muy distinta.

El pequeño demonio me declaro la guerra y no paraba de hacer travesuras, como llenar mi jugo de pintura, llenar el cajón de la ropa interior de grillos, o cambiar la espuma de afeitar que consiguió Emma para mi por crema batida, el chico era un genio para todo lo que estaba mal.

Era ultimo dia de semana, por consiguiente, ultimo dia de escuela, aquel día desperté más temprano de lo normal, me aliste en tiempo record y baje a preparar el desayuno para chucky. Cuando entre a la cocina me encontré a una muy bella Emma, quedé deslumbrado con lo que veía, se encontraba usando un pijama muy pequeño que dejaba a la vista sus hermosos atributos, atributos de los que no podía apartar la vista.

— Buenos días Anthony.— salte en mi lugar al escucharla y trate de que no notara mi mirada lasciva sobre ella.

— Ems, ¿cómo dormiste?

— Más o menos, me siento algo constipada, capaz me resfrié.— ¿Algo constipada? estaba tan congestionada que a duras penas pronunciaba las palabras.

— ¿Necesitas que te ayude con algo?— asintió con la cabeza sorbiendo sus mocos de forma asquerosa.

— Pasame aquellos bowls, debo amasar.

— ¿Vas a amasar así? — pregunté al verla pasarse la mano por la nariz.

— ¿Así como?

— Así, toda mocosa. Es la nueva receta de croissant con virus.

— Eres un tonto.— se giró enojada en su lugar sin calcular el espacio y su rostro golpeó de lleno una sartén enviandola de espaldas al piso.

— Tonta — corrí a ayudarla.

Debía admitir que la escena había sido de lo más graciosa, no siempre se ve a alguien caer al suelo casi en knockout por una sartén.

— ¿Estás bien?

— No lo sé — susurro débil. Aparte el cabello de su rostro y al tocar su piel pude sentir el gran calor que emanaba. 

Sus mejillas rojas, su respiración entrecortada y la alta temperatura que tenía en ese momento me hicieron sobresaltar. La levanté en mis brazos y corrí con ella hasta su habitación.

La deje delicadamente en su cama, pase las cobijas sobre su cuerpo y corrí hasta el baño para mojar una toalla, tomar un analgesico y buscar el termómetro, cuando volví a la habitación se estaba levantando de la cama.

— ¿Qué haces? 

— Tengo trabajo que hacer, no puedo estar en cama.

— Vas a tener que quedarte en cama, estás muy afiebrada y débil, puede sucederte algo si vas al trabajo así.

— No es la primera vez que me pasa, no puedo darme el lujo de perder un día de trabajo, mi hijo depende de mí y únicamente de mi, un día perdido es un día que no puedo darle a mi hijo lo que necesita.

— Pues tu hijo necesita que su madre esté sana.

— Estoy bien — en el momento que se levantó de la cama su cuerpo se desplomó al piso, desafortunadamente, no alcancé a agarrarla.

— Dos golpes en menos de media hora, que lindo — ironice arrodillándome a su lado para levantarla y dejarla una vez más en su cama.

— ¿Qué le hiciste a mi mama?— el pequeño demonio saltó a mi espalda tirando de mi cabello y golpeándome donde pudiera pensando que le había hecho daño a su madre, no lo culpaba, mi reacción hubiese sido la misma.

— Tranquilo amigo, tu madre está enferma, solo estoy ayudando para que se sienta mejor, tenemos que cuidarla.— le hable lo más tranquilo posible, trataba de entender su angustia y empatizar con sus sentimientos.

Se bajó de mi espalda y rodeo mi cuerpo para quedar frente a su madre, con su mano tocó la mejilla de Emma y la consintió un poco.

— ¿Estás bien mami?

— Estoy bien cielo, solo  me siento algo débil, pero en un momento estaré mucho mejor para empezar a trabajar — rodé los ojos escuchándola, era una mujer terca.

— Nada de trabajar, hoy no hay trabajo para ti señorita “puedo hacerlo todo yo sola”, hoy vas a descansar y mañana será un día tan productivo que ni notarás que perdiste un día de trabajo.

— Tengo que ir — la volví a dejar en la cama ignorando sus palabras, Ángel se acostó a su costado abrazándola.

— Descansa mujer, descansa, yo llevaré a Ángel a la escuela y vendré a cuidarte.

— No necesito que me cuides, estoy bien.

— Pues demalas, te aguantas —me encogí de hombros y señalé a la reencarnación de Lucifer, — Y tu, ve a bañarte, debemos irnos.

— No quiero ir, me quiero quedar con mi mami.




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