Un heredero para el playboy (#1 de la saga heredero)

Capítulo 5: Un heredero, para tí Playboy.

Duncan.

Maldije al tratar de recordar el rostro de la verdadera mujer con la que había pasado la noche. Digo verdadera porque cada vez que cerraba los ojos me imaginaba una falsa imagen de una mujer que tenía el rostro de nada más y nada menos que Amaia Montero.

La joven que rechace de la peor manera posible y que luego humille.

Lo sé, soy de lo peor.

Recordar ese día hace cuatro años me llenaba de vergüenza e incluso de dolor.

—Duncan -levante mi vista para encontrarme con los ojos de Joshua. —Me tomaré un par de días libres. Tengo una propuesta que no quiero perderme por nada del mundo.

Negué con la cabeza al escuchar esas palabras salir de su boca. Muchos me critican, pero al fin del día Joshua era igual o peor que yo.

—¿Propuesta de una mujer? -pregunte y él no dudó en asentir. —Lleva condones.

—Los llevaré y espero que poder utilizarlos. Porqué esa mujer me tiene en las nubes. -rodé los ojos y me volví a concentrar en lo que estaba tratando de hacer. —Estoy seguro de que Amaia Montero no espera que corresponda a su invitación.

Deje de mirar mi computadora para colocar mis ojos en él.

—¿Amaia Montero? -él asintió y posteriormente giro sobre sus pies para salir de la oficina, pero yo lo detuve. —Joshua necesito que partas al rancho la Esperanza para que le notifiques el problema que existe con sus reses.

—Pero yo ya tengo planeado otra cosa Duncan -me encogí de hombros y él suspiro. —Siempre término haciendo lo que te da la gana.

Tras decir estás palabras Joshua salió de la oficina maldiciendo mi hombre y yo sonreí negando con la cabeza.

—Jaque mate. -dije para mí.

Me encanta frustrarme los planes a Amaia Montero, me encantaba molestarla.

Me levanté de mi silla giratoria, caminé hasta detenerme al frente del gran ventanal que tenía en mi oficina y en ese momento lástima recordé las palabras que le había dicho a Amaia hace cuatro años. Sabía que era un idiota, lastimosamente lo sabía.

Flashback.

Estoy cansado de que Alonso Montero me persiga cada vez que me ve. Estoy harto.

Traté de alejarme lo más que pude de él, pero Alonso me intercepto.

—Duncan... -interrumpí sus palabras.

—No lo haré señor Montero. No quiero tener nada con ella, no me gusta. Y nunca lo hará. No me interesa ser el presidente de su empresa, ¿es que no lo entiende?

—¿Es más dinero lo que quieres? Si es eso puedo dártelo Todo para que te cases con Amaia -negué con la cabeza ante la locura que había dicho este hombre.

—Como le explico que no me gusta. No quiero tener nada con ella y no me importa su maldito.

Tras estas palabras la puerta se abre logrando que Alonso y yo viéramos figura de Amaia

Ella llevó sus ojos hacia mí y yo hice una mueca.

Cuando Amaia miro así padre, este la miro fijamente para luego bajar su cabeza.

—Desde hoy Alonso Montero, dejas de tener una hija -su papá abre los ojos como platos al escuchar sus palabra y Alonso empieza a negar con la cabeza. Él hace un intento de acercase a mí, pero yo lo detengo. —No quiero nada de tu fortuna, no me interesa.

La pequeña de los Montero entra al despacho y no tarda en salir con unos papeles en las manos.

—¡Amaia! -la pequeña de los Montero ignoro la voz de su padre y sigue su mi camino, pero este se ve interrumpido por mi.

Se que no debería burlarme de ella, pero me es inevitable, ver sus lágrimas me duele, pero no podía detenerme, tenía que dañarla. Sabía que esas palabras le dolerían en el alma y de una vez por todas se iría. Necesitaba que se alejara, porque ya no podía soportar lo que sentía por ella. Ese sentimiento me hacía sentir débil, tan débil que a esta altura de juegos no me reconocía. Estaba dejando de ser el playboy, y todo era culpa de Amaia Montero.

—Ni por todos los euros posibles tendría algo contigo, pequeña ilusa. -sé que estas palabras la golpearían el corazón con fuerza. Se que estaba siendo cruel con ella, pero tenía que lograr que me odiara. Lo necesitaba. —No sabes todas las veces que tuve que rechazar toda clase de barbaridades que se le ocurrían a tu padre.

Ella trato de alejarse de mí, pero este la agarré con fuerza de una de sus manos.

—Alonso Montero puso prácticamente el mundo a mis pies para que me casara contigo, pero yo ni por todo el dinero del mundo aceptaría tener algo contigo. Porque no eres mi tipo. -cuando terminé de decir estás palabras le di una pequeña sonrisa y ella derramó varías lágrimas.

—Escúchame bien Duncan Salvatierra, porque será la única vez que salgan estás palabras de mis labios -la miré fijamente —Eres un maldito error, uno que por estúpida cometí. Pero que no volveré a cometer nunca más en la vida, espero que el maldito karma te persiga todos los días de tu vida. Reverendo idiota... El dolor que tengo no es porque no cediste ante los deseos de mi padre, es por las palabras que recientemente acabas de decirme.... Unas que de clavaron en mi corazón para siempre.




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