Duncan Salvatierra.
Duncan 15 años.
La palabra hermosa se queda corta al ver a Amaia Montero.
Hermosa no, hermosísima.
La observé totalmente concentrada en resolver un problema matemático. Y esto me pareció lo mejor.
—Es hermosa... -gire mi cabeza hacia el chico que compartía conmigo la mesa.
—E intocable para tí -dije mirándolo fijamente a los ojos y él sonrió mostrando sus dientes.
—Al parecer el playboy le gusta la princesa... Qué novedad.
Me mantuve en silencio por un momento, y él soltó una extruendosa carcajada.
Tomé varias respiraciones y apreté mis puños, porque si no lo hacía soy más que capaz de romperle todos los dientes.
Trate de ignorarlo al contentarme en tratar de resolver el problema matemático. Pero, el muchacho siguió insistiendo en lo mismo.
—¿Te molestaría que la invitará a salir? -alce mi cabeza y mis ojos concretaron con los de él.
—Si te acercas a ella, te arranco todos los dientes.
—Pués tendrás que arrancarme los dientes porque a esa muchacha me la tiro yo...
1, no lo mates.. 2, no lo mates... 3....
Me levanté de la mesa y la hacerlo la golpeé con fuerza.
—La tocas y te la verás conmigo... -murmure solo para que él me escuchará.
Y él levantó los brazos en señal de rendición.
—¡Duncan, toma asiento! -verbalizo la maestra y yo le obedecí.
Mire mal al estúpido y entre murmuraciones volví a concentrar mi vista en el problema matemático.
—Tranquilo amigo, era una broma. Se que ella es tuya. -alce mi cabeza y entrecerré los ojos luego de escuchar las palabras del idiota.
—¡Vete a la mierda....!
Verbalicé sin importarme lo que pudiera venir después.
—Duncan. A la dirección. ¡Ahora...!
Me levanté de la mesa ante estas palabras dichas por la maestra y camine hacia la salida.
Qué más da.
Duncan 17 años.
Nervios. Siento nervios de lo que estoy a punto de hacer.
Camine con seguridad por el pasillo de la escuela. Como cada mañana pero hoy sería totalmente diferente.
—Duncan, hombre... -disminui el paso tras escuchar la voz de mi hermano.
—¿Alex, que quieres? -él me extendió una flor. Y yo la tome de mala gana. —Puedes irte...
Mi hermano se colocó delante de mí y sin esperar me tomó una foto.
Ese...
—Mamá estará feliz al ver a su pequeño playboy confesarse a una mujer.
—Dejame en paz....
Alex, golpeó mi hombro, ganándose una mirada fulminante de mi parte.
—Espero que está noche presentes a Amaia legalmente como tu novia y futura esposa. Duncan Salvatierra.
—Futura esposa y madre de mis infinitos hijos. -verbalice por lo bajo, logrando que mi hermano soltará una gran carcajada.
Retomé mi camino cuando Alexander negó con la cabeza.
Varios estudiantes me miraron extrañados pero, no le di ningún tipo de importancia.
Cuando estuve frente al salón donde había citado a Amaia tomé una corta respiración.
—Tú puedes Duncan. Tú puedes...
Me dije a mi mismo antes de tomar el picaporte de la puerta. Abrí lentamente la puerta y justamente cuándo iba a entrar escuché la hermosa voz de Amaia.
—Duncan y yo solo somos amigos, Aitana. No sucederá nada entre nosotros.
—Él te quiere Amaia. Se le nota en la mirada que se muere por estar a tu lado.
—Él no me interesa Aitana. No me gusta ni un poco.
Golpe duro para mí.
—No digas lo que no sientes Amaia.
—¡No me gusta Duncan Salvatierra, entiéndelo de una vez por todas!
En ese instante sentí una fuerte presión en el pecho. Las lagrimas querían salir de mis ojos pero apreté mis párpados para no derramar ni una de ellas.
La flor que Alex anteriormente me había dado calló al suelo.
Amaia Montero me había roto el corazón. A mi al playboy.
Cerré la puerta con lentitud y con gran dolor en mi me aleje de aquel salón.
—¡Duncan!
Giré sobre mis pies y coloque una gran sonrisa en mis labios.
—¿Quieres ser mi chica? -le pregunté a la chica.
—¿Qué...?
—¿Quieres ser mi chica?
—¡Si...! Si....
La chica se lanzó hacia mi para abrazarme y yo correspondí a su abrazo.
—Duncan.
Escuché detrás de mí la voz de Amaia.
Pero ni siquiera giré para mirarla a los ojos.
Abracé a la chica por la cintura, y sin esperar más la besé.
Escuché muchos murmullos a mi alrededor. Pero que más da.
Amaia Montero no me quería así que yo trataría de arrancarmela del corazón a como diera lugar.
Después de ese día nada volvió a ser como antes.
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Editado: 20.09.2025