Un heredero secreto para el multimillonario

Capítulo 1

Polina

— ¡No es una niña, es un monstruo! — nos cuenta en voz baja Albina, la metodóloga del kindergarten, — No hay ninguna niñera que aguante más de dos semanas. Bueno, eso es todo, estamos jodidas, chicas.

Nosotras, Lisa, nuestra coreógrafa y yo, miramos hacia donde Albina señala. No veo ningún monstruo, veo a una niña con el pelo rubio y exuberante trenzado en dos trenzas. Ella está parada cerca de la maestra y mira de reojo a los niños que corren.

— ¿Por qué tiene que ser un monstruo? — Defiendo a la niña. — Sólo es una niña a quien le falta amor.

— Oh, Polina, ¡cállate! —Albina agita la mano y saluda con una sonrisa prefabricada a la mamá que pasa a su lado. — Para ti todos son buenos, todo el mundo te da lástima. Y esta niña está malcriada hasta lo imposible.

— Tú misma dijiste que ella no tiene madre, —repito, mirando a escondidas a la niña, — tal vez por eso su padre la cría como si fuera una princesa. Pero sin mamá hasta las princesas la pasan mal.

— ¡Vamos, Albina! — Lisa me apoya. — Me imagino si fueras la hija de Timur Arsanov. ¡Acabarías con todos los árboles a tu alrededor con tu corona!

Ella y yo aplaudimos, pero Albina no se ofende.

— ¡Oh, no, chicas, yo no me apunté para eso! — Sacude la cabeza con fuerza. — ¿Ustedes han visto a Arsanov? Su nombre es Testosterona, ¿para qué diablos querer ser su hija? No me importaría ir directamente a su cama, pero hay que ponerse en fila y la cola es muy larga. ¡Sería una suerte colarse entre las primeras cien! Escuché que los pases para el Club deportivo, donde se entrena Timur, se revenden a un precio loco.

No sé por qué, pero me da aún más lástima la pequeña hija de Arsanov.

— Ve a cuidar a la pequeña Arsanova, Alba, aconseja Liza, — y trata de llegar a su padre. Se enamorará y se casará, como en la serie turca, ¿te acuerdas, cómo se llamaba? Se me olvidó el nombre.

— Ajá, — se pone sombría Albina, — ¿Crees que Arsánov ve las series turcas? En las películas turcas es donde único los hombres ricos se casan con niñeras, pero en la vida real, esos papás locos son aún peores que sus hijos. Si pasa cualquier cosa, una patada por el culo y adiós.

Ella me examina de pies a cabeza.

— Polina pudiera trabajar con ellos. Ella es una ex modelo, ¡el sueño de cualquier padre soltero!

No soy una ex modelo, sino una modelo fallida, eso es en primer lugar. Tengo un hijo, eso en segundo lugar. Pero yo no discuto, está claro que Albina está simplemente bromeando. Prefiero cambiar de tema.

— ¿Qué pasó con su madre? — pregunto. — ¿Ella murió?

— No, creo que está viva, se encoge de hombros Lisa. — ¿Puede que haya huído de ellos?

— ¿De Arsanov?¡Chicas, no se rían! —resopla Albina, — Por voluntad propia, nadie huye de esa gente. Sospecho que él mismo la echó y la privó de la patria potestad. Sonia según sus documentos, no tiene madre, lo vi en persona. Y no hay ninguna mención de ella en ninguna parte, revisé todo el Internet. Sobre el propio Arsanov, hay muchísima información, sobre su esposa, no hay ni media palabra.

Sonia. Su nombre es Sonia, Sofía. Si tuviera una hija, también la llamaría Sofía.

— ¿Puede ser que le haya quitado la hija a su amante?, se interesa Liza.

— Quién sabe, suspira Albina, todo puede ser. Pero todo parece indicar que hubo una esposa, en Internet hay información de que estuvo casado de tal año a tal año, luego vino el divorcio. Estuvo casado durante bastante tiempo, durante siete u ocho años. Se divorció hace cuatro años. Resulta que cuando nació su hija, enseguida se divorció.

— Es muy posible, por cierto, — dice Lisa pensativa, — si no tuvieron hijos durante tantos años.

— Sí, a veces sucede, — estoy de acuerdo con ella — cuando la gente lo tiene todo, millones, apartamentos, autos y casas, y no tiene hijos.

— ¡Si fueran millones!, — Alba suspira con desazón. — Arsanov es milmillonario. Hace ya un año.

— Veo que tienes un cortocircuito con Arsanov, — le dice Liza dándole un codazo en el costado.

— Bueno, sí, — me uno a la broma, —estudió todo, desde la biografía hasta el estado de las cuentas. ¡Ve a trabajar con él de biógrafo, Albina!

— Oh, chicas, — Albina, soñadora pone los ojos en blanco, — yo estoy dispuesta a ir a trabajar con él y como empleada de limpieza. Me encantan esos hombres. Él solo te mira, y ya estás goteando…

Las dos nos miramos y nos ahogamos de risa.

— ¿Qué les pasa? — Alba entorna los ojos con desconfianza. — Ustedes son dos depravadas. Quería decir que te derrites. Te derrites como un helado.

Charlo con las colegas en espera del comienzo de la jornada laboral, y mi mirada sin fin vuelve a la niña. A Sonia.

No se acerca a los niños, sigue de pie al lado de su maestra y mira a su alrededor con recelo por debajo de su flequillo rubio. De la misma manera se comporta mi hijo cuando está asustado o molesto. Tal vez por eso es que me preocupa.

No es por el padre de la niña. No conozco a Timur Arsanov, ni ardo en deseos de conocerlo, a diferencia de Albina. Y estoy más que segura de que incluso si él hablara conmigo; en teoría todo es posible, porque voy a enseñarle idiomas extranjeros a su hija, se olvidará de mi existencia tan pronto como desaparezca de su vista.




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