Un hijo para el alfa

Capítulo 2

Rebecca no pudo decir una sola palabra. Él sabía sobre su madre, sabía por todo lo que tuvo que pasar y lo que estaba atravesando. Tuvo que bajar sus manos de la mesa porque estas comenzaron a temblarle. Ya no había caso alguno, ella iba a morir en ese instante, ese sujeto iba a usar sus deudas antiguas y actuales para que tuviera a ese bebé.

— ¿Por qué está haciéndome esto? ¿Es divertido utilizar a personas como yo?

— Para nada, ya te dije. Puedo ayudarte a pagar tus deudas, pero también, puedo pagarte tus estudios.

— ¿Qué tanto investigó sobre mí? ¿Tiene algo más que decirme sobre mi vida pasada?

— La verdad es que contigo me siento muy encantado —la humana frunció el ceño—. No de la forma que estás pensando. Durante mucho tiempo mi esencia estuvo en ese hospital y ahora tú la tienes.

— Eso se escuchó muy feo —Rebecca hizo una mueca de asco—. Lo pensaré, no estoy en una situación en la cual yo deba seguir…

— No lo reflexiones mucho. Estoy contigo, nadie más podrá ayudarte… —la voz del alfa sonaba demasiado asustada—. Como te dije, pagaré las deudas que tu madre te dejó, te daré una mejor vida en la cual podrás seguir estudiando sin ningún problema.

— Necesito tiempo… Tener un bebé es un gasto demasiado alto para mí…

— Yo pagaré todo lo que necesites durante los meses de embarazo. No tienes por qué preocuparte por algo así. ¿Sí?

— Señor, yo no… 

— Llámame Marco —la interrumpió—. Dame una respuesta en este momento y te daré cincuenta mil dólares en este momento si tu respuesta es positiva.

— ¿Qué? —Eso era lo que ella podía ganar en tres años trabajando en esa cafetería—. ¿El dinero le llueve?

— Sí —dijo como si nada—. ¿Aceptas tener a mi hijo?

— Sí, voy a tenerlo. Al fin y al cabo usted pagará por todo los gastos y yo solamente tendré que tenerlo.

— Traeré un contrato el cual ambos vamos a firmar —Rebecca lo miró sin entender—. Es para evitar que en un futuro quieras tener contacto con el bebé una vez que sea entregado. No quiero malos entendidos.

— Eso es muy cruel.

— No, no lo es. Tú no lo quieres, yo sí —suspiró—. Escucha, soy un hombre que busca un hijo con desesperación, cuando el doctor me dijo que por un error habías quedado en cinta yo me sentí lleno de vida, luego cuando me dijo que no lo querías busqué todas las formas posibles para que lo tuvieras. 

— No creo que vaya a querer a un niño que no fue planeado —se rascó la nariz—. Si quiere, puede darme ese contrato cuando guste, no habrá objeción de mi parte.

— De acuerdo —le pasó su teléfono para que anotara su número de teléfono—. Anota tu número de teléfono aquí para tener más contacto entre ambos —la chica así lo hizo—. Espero que no te importe, pero quiero que cuando te llame respondas el teléfono.

— ¿Por qué tengo que responder el teléfono cada vez que me llame?

— Por el simple hecho de que deseo estar en más contacto contigo. Eso es todo.

— Entiendo —murmuró y anotó su número de teléfono—. Tengo que volver a trabajar…

— También tienes que dejar este tipo de trabajos. No quiero que algo malo le pase a mi hijo si haces un movimiento en falso.

— Una cosa es que me pague por tenerlo y otra muy distinta es que yo deba dejar mi trabajo a un lado por ti —lo apuntó—. A mí el dinero no me llueve y menos tengo un árbol en el patio de mi casa.

— No vives en una casa… —hizo una línea recta al darse cuenta de lo que acababa de decir sin querer—. Lo siento, pero tuve que investigar todo sobre ti.

— ¿De casualidad no sabrá cuantas veces fui al baño?

— Ya eso sería muy extremista de mi parte —le dio un sorbo a su café—. No tienes por qué preocuparte ahora, puedes hablar conmigo todo lo que quieras acerca de tu familia.

— Mi familia no tiene nada que ver actualmente conmigo, señor. Le pido que dejemos esto a un lado por el momento. Como ya se sabe, mi mamá es una mujer millonaria y casada con un político o no sé. La cuestión es que me dejó todas sus deudas y anda diciendo que no tiene hijos regados. El dinero que usted me pagará es más del que puedo tener en esta vida, pero recuerde que no todo dura para siempre y no quiero que después algo salga mal durante este embarazo y yo salga perjudicada.

— Tienes un punto, ¿Quieres trabajar para mí?

— ¿Cómo dices?

— Que si quieres trabajar para mí —repitió—. Quiero que sea un trabajo suave. Te pagaré bien y tendrás un seguro de vida. Incluso una vez que nuestro acuerdo termine, podrás seguir trabajando para mí y estudiar si quieres.

— Tengo que pensarlo. Ya es mucho para mí el que me esté dando tanto dinero y que pagues por todos los gastos —se puso de pie—. Lo llamaré.

— Aquí tienes mi número de teléfono —le pasó su tarjeta—. Es mi número privado, puedes llamarme cuando gustes.

— Entiendo. Lo haré. Muchas gracias.

La chica recogió su libreta y fue a la barra para que le asignaran nuevos clientes. Marco se quedó mirándola en todo momento, como su sonrisa angelical irradiaba todo el lugar y como los clientes buscaban llamar su atención a como dé lugar.

Ladeó un momento su cabeza, mirando su cuerpo con detenimiento y dándose cuenta de que ella era demasiado hermosa como para tener una vida tan miserable como la que tenía gracias a su madre. En los documentos que su hermano y el doctor le dieron, no había rastros del padre de la chica, era como si ella hubiese nacido para otra cosa.

Su mirada viajó hacia el vientre de esta, en donde podía escuchar como los latidos de su hijo no nacido ya estaban en proceso. Serían unos meses en los cuales ambos debían dar lo mejor de sí para llevarse bien. Rebecca no parecía ser la típica chica que se dejaba dominar del mundo por el simple hecho de que necesitara dinero, al parecer todas miserias que ha pasado la han hecho fuerte y decidida de su propia vida. Sin duda su hijo tendría una buena madre.




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